Los ojos como platos
Me cabrea sobremanera comprobar cómo mis convecinos progres, término que muchos de ellos utilizan para autodefinirse, llevan una holgada vida, como dirían ellos, de “derechas” y se contradicen, día sí y día también, entre la teoría que predican (el corazón a la izquierda) y la práctica que ejecutan a diario (la cartera en el bolsillo trasero derecho). No es que yo esté libre de incoherencias pero lo que no admito son las incoherencias de aquellos que van dando lecciones de cómo tenemos que vivir, consumir, pensar, etc. Nos tachan de pijos a los que nos gusta vestir de forma correcta y fiándonos en algunas marcas (Lacoste, Dockers, Gant, etc) mientras ellos, que teóricamente huyen de la marquitis, van a Larraitz, barrio rural a pies del Txindoki, a tomarse su salda dominical y pasear sus niños con el equipamiento de alta montaña como para hacer cumbre en el Himalaya. Nos tachan de pijos a los que nos gusta tener un buen coche mientras ellos, que apuestan por el trans...