Septiembre: PAC y fiscalidad
Tras
el descanso estival el mes de septiembre llega cargado de asuntos
importantes para el agro vasco dado que en próximas fechas se
comenzarán a dilucidar dos cuestiones vitales para su futuro; por
una parte, la cuestión fiscal y en segundo lugar, no por ello menos
importante, las negociaciones sobre la aplicación de la PAC en el
estado español.
Con
respecto al segundo tema, la aplicación de la PAC, el portazo dado
por el Ministerio a la aplicación regional en función de sus
competencias plenas en materia agrícola presagia un otoño caliente
entre ambas administraciones.
El
Gobierno Vasco luchará panza arriba para que el escaso margen de
maniobra que permite el primer pilar (ayudas acopladas, zonas de
montaña, etc) sea decidido desde aquí pero es el segundo pilar, con
la particularidad de la cofinanciación, donde Madrid no pinta nada y
donde Lakua se juega el ser o no ser, el fuero sobre el huevo como
diría aquel, peleando para que Madrid no haga oídos sordos a las
exigencias de subsidiariedad que ellos sí reclamaban a Bruselas para
el estado español.
La
información que surge, aquí y allá, denota un fuerte afán
recentralizador por parte del Ministerio que, además de por su
ideario político centralista, no se fía un pelo de la capacidad
gestora de las autonomías y por ello, haciendo pagar a justos por
pecadores, ha diseñado un plan de Desarrollo Rural nacional,
complementado de un Marco de Desarrollo Rural, amplio y concreto,
donde los gobiernos autonómicos pasan a ser meras ventanillas
regionales y los consejeros, auxiliares administrativos del jefe
Cañete.
Cañete
quiere una única política agraria para todo el estado sin caer en
la cuenta, ¡y mira que es listo el tío!, que ni la orografía,
climatología, el entorno y costes laborales, los precios del suelo,
el uso de la tierra, la convivencia y/o competencia con otros
sectores económicos evidencian que, de facto, somos totalmente
diferentes de otras comunidades y que por ello, lógicamente, debemos
tener capacidad política para adaptar la política agraria a nuestra
realidad socio-económica. Por ello, ¿cómo se puede llegar a
plantear, entre otras muchas cuestiones, que la política de
incorporación de jóvenes de Euskadi debe ser la misma que la de
Extremadura, Castilla-La Mancha o Galicia?
Al
menos, debiera plantearse, un PDR Nacional breve, un Marco breve y
flexible para luego ser complementado con un modelo de PDR regional
extrapolable a todas aquellas comunidades que quieran adherirse al
mismo y permitiendo que las Comunidades de raíz foral, Euskadi y
Navarra, cuenten con su propio PDR.
No
puede ser lo que el Ministerio quiere y por ello nuestros políticos
deben luchar para que Cañete atienda las demandas del conjunto del
sector, administraciones y sector productor, pero para ello, en
primer lugar es necesario que todos y cada uno de los agentes
políticos y sociales se posicionen ante la sociedad vasca y aclaren,
de una vez por todas, qué es lo que están dispuestos a defender
ante el Gobierno Central.
Septiembre,
igualmente, será el mes en el que veremos algo de luz sobre las
negociaciones en materia fiscal que están manteniendo entre los
diferentes partidos políticos pero, principalmente, entre PNV y PSE.
La
cuestión fiscal es compleja y muy extensa por lo que se atisba
bastante complejo el acuerdo entre ambos partidos que, a la postre,
requieren del acuerdo de una tercera fuerza política para sacar
adelante sus acuerdos en los tres territorios históricos.
Paralelamente,
los agentes sociales del agro guipuzcoano mantienen un proceso
negociador con la Diputación Foral que se encuentra sumido en un
cierto impass vista la incapacidad del equipo foral en atender las
demandas de los representantes de los baserritarras y en diseñar una
política fiscal útil para el sector agrario pero, muy
especialmente, para la parte más profesional del campo.
En
ambos casos, el sistema de tributación por módulos o bien tiene los
días contados (en el acuerdo PNV-PSE) o bien es tan limitado que
expulsa a los baserritarras profesionales (Bildu) por lo que, en
estos momentos, los representantes de los baserritarras andan
centrados en diseñar, dentro de la tributación por estimación
directa, un régimen especial agrario que tenga en cuenta las
especificidades y características socio-económicas y laborales del
sector.
Por
cierto, un sector, el agrario, que todos los partidos reconocen como
estratégico pero donde cabe subrayar la actuación de algunos recién
llegados al poder que, al igual que en el tema de los peajes de las
carreteras guipuzcoanas, han ejecutado un viraje tan espectacular en
materia sectorial con respecto a sus planteamientos históricos que
han logrado despistar hasta a los suyos.
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