Pocos y mal avenidos
Desconozco si el ministro Garzón era consciente de la polvareda que iba a levantar con sus declaraciones en la prensa británica. Desconozco asimismo, si con un ministerio de perfil bajo como el suyo, lo único que pretendía era hacerse notar y así, estar en el candelero ante una “fashionaria” vicepresidenta Díaz que acapara todos los focos mediáticos. Desconozco, aunque lo pueda intuir, si algunos partidos de la derecha están sobreactuando conscientes de que este torbellino pueda venirles como anillo al dedo en las inminentes elecciones a la Junta de Castilla y León.
Ahora bien, sé de primera mano, que el ministro Garzón ha abierto en canal, nunca mejor dicho, la cuestión cárnica situándola en el debate público y político, a la luz de los focos, con el riesgo previsible, que el debate acabe desenfocado en perjuicio, una vez más, del sector ganadero. Igualmente, constato que el ministro Garzón ha logrado aflorar la división que se encontraba latente en el propio sector ganadero y todo ello ha generado un malestar en el conjunto del sector productor.
En el sector productor, como es lógico, hay de todo, hay explotaciones familiares donde la actividad es su único ingreso pero también hay otras muchas donde los ingresos agrarios conviven con otros no agrarios, son los baserritarras que nosotros llamamos comúnmente mixtos y que la jerga comunitaria los denomina pluriactivos, hay productores agrupados en sociedades civiles y/o cooperativas, los hay sin trabajadores externos pero también con trabajadores por cuenta ajena. Igualmente, con respecto al modelo productivo los hay que trabajan en extensivo sin apenas aporte de pienso, los menos diría yo; los hay, en semi-extensivo que alternan el pastoreo complementado con pienso y otros forrajes; los hay en intensivo que alimentan su ganado, principalmente, con alimentación ajena a sus terrenos y en lo que respecta a la comercialización, los hay que optan, única y exclusivamente por la venta directa, por los canales cortos, pero los más, optan por las cooperativas o empresas privadas para luego llegar a la gran distribución y también los hay, que trabajan en el sistema de integración, donde una firma (con cada vez mayor presencia de fondos de inversión) les proporciona los animales recién nacidos y el pienso y posteriormente, una vez llegado el momento, garantizan al ganadero, que pone sus instalaciones y su trabajo, la compra del animal.
No se crean que las diversas casuísticas son estancas entre sí, particularmente me quisiera referir al binomio extensivo-intensivo, puesto que bien en una misma ganadería bien entre diferentes, lo habitual es que, en los meses previos a su sacrificio, el animal se cebe con alimentación complementaria para lograr una buena conformación y un perfecto engrasamiento de la carne. Algo así ocurre con miles de teneros-mamones de la Cornisa Cantábrica y de otras zonas que son engordados, principalmente, en cebaderos de las Castillas, Aragón o Cataluña, sacrificados en esas mismas comunidades y finalmente, su carne es distribuida por todo el Estado o exportada.
En definitiva, lo que les quiero explicar es que en el mercado alimentario actual, la ganadería intensiva, muchas veces, es complementaria a la extensiva y que lo verdaderamente importante es la dimensión de las unidades productivas, es decir, de las explotaciones que, a mi humilde entender, deben ser de una dimensión más o menos familiar para luego comercializar bien sea individual bien sea colectivamente a través de cooperativas u otras entidades.
La dimensión familiar de las explotaciones les facilitará ser más fácilmente sostenibles en la cuestión social y ambiental, una mayor dimensión quizás las haga más fácilmente sostenibles en la vertiente económica y por eso que, personalmente, más allá de aquellos que opten por la venta directa y los canales más o menos cercanos, para las explotaciones familiares profesionales, es la vía cooperativa, con todos los errores que puedan cometer, la forma de ganar dimensión en el seno de la cadena alimentaria frente a los otros eslabones, la industria transformadora y la distribución.
Por poner un ejemplo, en mi opinión, la alternativa al problema lácteo no son macrogranjas como la que se proyecta en Noviercas (Soria) con unas 20.000 vacas sino la unión de miles de explotaciones familiares que trabajan a lo largo y ancho de la península, cada una de ellas pegada al territorio, de forma profesional, con tecnología y valiéndose al máximo de las oportunidades que le brinda su entorno para luego, comercializar unidas bajo el modelo cooperativo, y siguiendo con el ejemplo, lanzo la siguiente pregunta: ¿a qué esperan las principales cooperativas lácteas del Estado (Clas, Clun, Covap y Kaiku) para cooperar y trabajar como grupo para liderar la necesaria transición que requiere el sector lácteo estatal?
Más allá de las lógicas resistencias y dificultades del trabajo en común, creo que hay más de egos de pequeños virreyes y de inexplicables temores a lo desconocido o perder el control absoluto del volante. Quizás, no hayan caído en la cuenta, que mientras ellos siguen desunidos, cada uno por su cuenta, el volante no lo llevan ellos si no que lo que están haciendo es sujetar el volante de un vehículo donde la ruta les viene prefijada por el GPS de la distribución.
Xabier Iraola Agirrezabala
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