La debilidad de la carne
Leí hace un tiempo el
informe sobre el estudio de opinión sobre la imagen y los hábitos de consumo de
la carne de vacuno impulsado por la Interprofesional de la Carne de Vacuno
(Provacuno) y les tengo que reconocer que aunque quería escribir sobre sus
conclusiones, lo tenía bastante aparcado porque, la verdad sea dicha, la
actualidad agraria y alimentaria no da un respiro al juntaletras que les habla.
Estaba repasando dicho
informe cuando tuve conocimiento de un notición de relumbrón, de esos que te
deja el cuerpo trastocado, puesto que en este mundo donde hay millones de
personas que están hambrientos y/o malnutridos, resulta que en Holanda se ha
organizado una colecta (crowdfounding en lenguaje moderno) para recabar 48.000
euros y con dicho dinerillo poder “jubilar” a Hermien (imagino que será nuestra
Herminia) , una vaca, limusina para más señas, que logró escaparse del camión
que la llevaba al matadero y así, librándola del sacrificio, que viva en
libertad en un bosque de Friesland. Ya lo dicen mis amigos que, tontos,
haberlos haylos, en todos los rincones del mundo.
Por cierto que mi cuadrilla
flipa en colores al saber que recientemente la IGP, Indicación Geográfica
Protegida de Vaca y Buey de Galicia, marca de calidad reconocida por la UE como
puede serlo una Denominación de Origen, tras sus primeros 6 meses de
funcionamiento ha dado sus primeros números y reconocer que a día de hoy tienen
3.707 animales registrados, de los cuales, 3.648 son vacas y 59 bueyes. Ósea,
de aquí viene el flipe del sanedrín semanal, que esos 59 bueyes, emulando al
milagro de los peces y los panes, abastecen a miles de restaurantes del Estado
y de fuera de él que llevan, en grandes rótulos, el buey gallego como reclamo
en su carta. Estoy seguro, y no creo en equivocarme, que los ganaderos gallegos
no tienen la más mínima culpa de la confusión interesada generada a bien de
industriales y hosteleros, pero por el bien de ellos y porque las 3.648 vacas
son tan fantásticas, o más, que los propios bueyes, creo que es necesario que
la administración tome cartas en el asunto y vele por la veracidad de la
información que se traslada al consumidor final mediante un etiquetado correcto
y veraz.
Igual de flipado volví yo,
recientemente, del Basque Culinary Center, el reino gastronómico de JoxeMari
Aizega, cuando al asistir a un foro de emprendedores, eligen las mejores startups
(ideas empresariales que tras diseñarse e impulsarlas en un plisplas, las
venden aún más rápidamente a un inversor interesado) y caigo en la cuenta que
una de las premiadas es la inquietante Foods for Tomorrow (Alimentos del
Mañana) que propone una línea de alimentos, llamada Heura, donde las proteínas
vegetales, concretamente de soja, imitan el sabor, la textura, etc., de la
proteína animal pero sin recurrir a ella porque, según el gurú que lo
promociona, el consumo de proteína animal en el mundo actual es insostenible.
Imagino que animalistas y algún
medioambientalista fliparán con este nuevo invento pero qué quieren que les
diga, a mí, cargar a la carne todos los males del mundo mundial, intentar
copiarla a través de técnicas de laboratorio y además, recurriendo a un
producto tan sostenible como la soja “holandesa” (proveniente en su mayoría de
Sudamérica), me raya las entrañas y me pone, además de muy mala leche, los
pelos de punta. Yo, por si les vale para algo, prefiero comer alimentos
naturales, no de laboratorio como éste, comer de todo, variado, en su medida,
sin abusar pero sin prescindir de ninguno de ellos y a todo ello, añádanle una
ración de sentido común, en agradable compañía
y tertulia y además, rematado con un tiempo dedicado al deporte. Todo lo
demás, cuento.
Por eso, volviendo al tema principal
que quisiera abordar hoy, el estudio de Provacuno nos revela que el 74,6% de
las 4.000 personas entrevistadas, tiene una imagen positiva sobre la carne de
vacuno al considerar que es rica, tiene sabor, proteínas de calidad y un
importante valor nutricional aunque, como todo no podía ser color de rosa,
también hay un 52% que opina que los modos de alimentación del ganado aumentan
el riesgo para el consumidor o un 40% que reconoce que el consumo de carne de
vacuno favorece las enfermedades cardiovasculares, aumento de tensión y gota.
Un 90% de los entrevistados vincula la
jugosidad de la carne con el origen y la alimentación animal aunque, puestos a
optar, es la alimentación del animal el factor que más prima para determinar la
calidad de la carne y con respecto al origen, señalar que para un 48% es muy y
para un 30% bastante importante que se identifique el origen de la carne.
Ósea, sacando conclusiones de lo
recogido por dicho estudio y suponiendo que el consumidor actúa en coherencia
con lo que afirma al entrevistador, es decir, si lo importante para un
consumidor de carne de vacuno son su sabor, su calidad nutricional, la
alimentación sana del animal y su origen, mucho me temo ( y deseo) que los
alimentos inventados en laboratorio en base a soja, tienen un futuro bastante
negro.
Ahora bien, también puede ocurrir que
mis pituitarias anden anuladas de tanta humedad, tras 4 meses interrumpidos de
lluvia, y que el gurú se lleve el gato al agua y los productores de carne de
vacuno se vean abocados a inventar todo tipo de guarrindongadas de soja para
poder subsistir.
Xabier Iraola Agirrezabala
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