Todista
Dice Matías, Prats para más
señas, que los clientes de la aseguradora que publicita son TODISTAS puesto que
al contratar con la aseguradora del teléfono móvil lo obtienen todo, el mejor
precio, ósea el más bajo, y, además, el mejor de los servicios que integra en
su póliza todas las coberturas posibles. Cada vez que veo este anuncio
televisivo me pregunto a mí mismo si Matías sabrá, o no, que millones de
consumidores de alimentos, sin tanto anuncio y de forma sigilosa, son también
todistas puesto que con un precio irrisorio obtienen el mejor de los productos.
Los consumidores de huevos, por
ejemplo, según apuntan diferentes voces autorizadas en la materia, quieren
huevos de gallinas libres, sin jaula que les constriña el movimiento y todo
apunta, no hace falta más que ver los sucesivos anuncios de cadenas de
distribución informando de su negativa a comercializar huevos de jaula, que los
huevos de jaula tienen los días contados y el sector productor, aún sin
amortizar las inversiones obligatorias por la última normativa europea, se verá
obligado a producir huevos en suelo (aunque ni vean la luz ni pisen tierra) o
en el modelo campero. Eso sí, los consumidores quieren los huevos “libres” pero
al precio del convencional, ósea, al precio del huevo de jaula.
No se crean que lo que ocurre en
el sector avícola de puesta, popularmente, sector del huevo, es algo aislado
puesto que algo similar ocurre en otros subsectores y así tenemos que nuestros
consumidores todistas mientras desean carne proveniente de vacas felices y
criadas en libertad total, después en un alarde de incoherencia, optan por la
carne de vacuno barata que en muchos casos proviene de esos grandes cebaderos
de la península que tanto rechazo le suscitan o de megaexplotaciones ubicadas
en países donde la legislación higiénico-sanitaria y las condiciones socio-laborales
les pondría, a nuestros todistas, los pelos de punta pero que, en un alarde de
incoherencia, prefieren ignorar (conscientemente).
El sector porcino no escapa de
esta dinámica y así tenemos a nuestros todistas, enamorados de los cerditos
rositas que ven en las películas infantiloides de Disney donde el cerdito en
cuestión habla, siente y padece como cualquiera de los humanos que mientras
acude al hipermercado de referencia y echa mano a la bandeja de jamón york por
el módico precio de 1 euro, se le antoja que el jamón de york de marras debiera
proceder de cerdos felices criados en una idílica dehesa, campeando a saltitos
y moviendo alegremente el rabito, eso sí, a mayor gloria del todista y ,
lamentablemente, a cuenta del ganadero.
En estas estamos cuando el
siempre polémico Jordi Évole, nos amargó la noche dominical cuando, tras dar de
cenar al gato un plato de paté y acostar el perrito en su cama (tras haber
metido en la lavadora la gabardina del can), nos ofreció un programa siniestro sobre el sector
porcino conformado por dos ingredientes tan
repulsivos como inquietantes, por una parte, se exponen las deplorables
condiciones laborales de un macromatadero de porcino y por otra parte, se
exponen unas imágenes de unos cerdos monstruosos, enfermos, insinuando en todo
momento que esos cerdos, por falta de control administrativo y sanitario, acaba
en la cadena alimentaria para el consumo humano, es decir, para consumo de los
todistas en cuestión.
Lamento, desde la distancia pero
sin quitarle una pizca de importancia al asunto, las pésimas condiciones laborales
de los trabajadores del macromatadero pero sin olvidar que esos empleados,
falsamente cooperativistas, son víctimas del mal uso, o abuso, de la
legislación laboral aprobada por partidos apoyados, en gran parte, por los
indignados consumidores todistas y así mismo, les animaría a que, por unos
segundos, pensasen sobre las condiciones socio-laborales, principalmente en su
faceta económica, de los miles de productores de los alimentos que consumen,
nuevamente, los todistas.
Las imágenes de los cerdos,
enfermos, deformes, monstruosos y todos los adjetivos horrorosos que le vengan
a la mente, fueron realmente impactantes y soy consciente que, precisamente,
ese era el objetivo de dicho programa: valerse de un mal ejemplo para denigrar
todo un sector productor y a todo un sector económico (granjas, mataderos,
industria elaboradora, logística, etc.) que supone uno de los pilares del
sector primario estatal y satisfacer las ansias de algunos que tienen puesto en
su objetivo particular, todo sector productor intensivo, que no cumpla los
parámetros que ellos consideran como el mínimo exigible.
Te podrá gustar más o menos este
tipo de granjas y hasta podría llegar a entender que los consumidores todistas se
alarmasen ante las imágenes salvadoras de Évole si esos mismos todistas fuesen
coherentes y consecuentes, se preocupasen menos y se ocupasen más de su
alimentación, si invirtiesen más en su salud a través de la alimentación (el
gasto medio familiar en alimentación ronda el 10%), si procurasen consumir
producto local, de proximidad y lo más sostenible pero, créanme, en agricultura
y alimentación no hay milagros y si alguien opta por la oferta y el low-cost
permanente y a costa de casi todo, no debiera, cuando menos, luego, echarse las
manos a la cabeza.
Ya lo decía mi padre que era un
sabio, aunque no culto, que la bondad está en la conformidad y si usted lo
quiere todo, ya sabe, sea coherente y tire de cartera.
Xabier Iraola Agirrezabala
Comentarios
- Económico porque compran la materia prima de los piensos al exterior para producir el cerdo aquí y vender su carne al exterior, con lo que cualquier día otro país empezará a producir más barato que en España.
- Ecológico y ético no hace falta comentar por qué. Si estamos en contra de macrogranjas de vacas lecheras, pues el mismo razonamiento se ha de aplicar al porcino.