5 céntimos




Centrado como estaba en buscar antes del día 28 algún candidato idóneo para los premios Gonzálo Nardiz que convoca el Gobierno Vasco con el objetivo de reconocer la trayectoria de gente del agro que haya destacado en su campo, siempre hay algún incordio por el medio y ésta vez ha sido la lectura de una noticia en la prensa madrileña, la que me ha soliviantado.
Me explico. Hace unos cuantos años, en uno de mis viajes profesionales a la villa del oso y el madroño, representantes del sector ganadero reaccionaban escandalizados ante la práctica de una cadena de distribución, cuyo nombre prefiero olvidar, que organizó una subasta digital y ciega entre un grupo de empresas lácteas para adquirir unos cuantos millones de litros de leche de vaca, como fácilmente imaginarán, a un precio irrisorio que si bien vaciaba el almacén, dejaba temblando el balance empresarial y con ello, directa e irremediablemente, empujaba a la baja las compras de leche a los ganaderos.
Tras numerosos episodios como el descrito y otros más de uso de la leche como producto gancho en las ofertas comerciales por parte de la distribución, han conllevado que la leche, en una gran mayoría, sea considerada por el consumidor como un producto banal, donde apenas se tiene en cuenta sus beneficios nutricionales y donde el único factor de compra, sea el precio. Así, tenemos unas ventas de leche claramente a la baja y en unos niveles de precio, irrisorios que en muchos casos ni llegan a los 60 céntimos y que mantienen asfixiados al conjunto de la cadena láctea pero, sobretodo, a los ganaderos. Como dato les informo que el precio medio del año 2017 en España fue de 0,319 /litro, algo mejor que los 0,300 de 2016 pero bastante más bajo que los 0,353 del año 2013. Ósea, estamos hablando, siempre, de una mejora o bajada de 2 0 3 céntimos.
Quizás no sean conscientes pero les traslado mi total seguridad que con esta leche básica “low cost” una gran mayoría de la industria láctea, simple y llanamente, pierde dinero y se mantiene gracias a la rentabilidad de otros productos lácteos y en cascada, como era de imaginar, los propios ganaderos se mantienen a duras penas y la casilla de nuevas incorporaciones al sector productor lechero, está en blanco. Un blanco tan inmaculado como la propia leche. Un apunte, el número de ganaderos en toda España es de unos 14.500 y sólo en el último año han bajado en un 5,6%.

Alguno dirá que la solución está en la diversificación de la industria y su orientación hacia nichos de mayor valor añadido. No le falta razón. Ahora bien, los productos de alto valor añadido requieren de un importante y continuo esfuerzo en políticas de innovación y para ello es imprescindible contar con industrias con tamaño (ahí está clarísimo el papel de las trasnacionales francesas, americanas, etc.), volumen, músculo y, lo que es más importante, vinculación directa con el productor y lamentablemente, en nuestro país (se refiera usted al país que se refiera en función de sus apetitos político-nacionalistas), en la industria láctea sobran chanchulleros, cortoplacistas y corralitos mientras falta una estrategia clara como país y en la parte privada o empresarial, obviamente, echo de menos líderes con altitud de miras, visión de la jugada, generosidad y capacidad de aunar voluntades además de una sincera apuesta por el fortalecimiento del sector productos para los próximos años y decenios.
En estas estamos cuando los innombrables del Ministerio, más concretamente del FEGA, deciden impulsar una subasta pública para adquirir 40 millones de litros de leche de vaca para los más desfavorecidos de esta sociedad y acaban por comprarla al precio de 46,9 céntimos. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? A mí y a otra mucha gente, la malaleche y la bilis nos brota por los labios ante semejante canallada puesto que es un pésimo ejemplo que da la administración pública, el Gobierno Central, Isabel “in person”, ante esos jefes de campo de las empresas lácteas y distribuidoras que, a pesar de los ínfimos precios que abonan, siguen convencidos que es posible ser más eficiente y optimizar costes.
Llevamos años el sector en su conjunto, incluida la propia administración, denunciando las prácticas abusivas e indecentes de la conocida “venta a pérdidas” (ahí están los informes de la Agencia de la Cadena Alimentaria, AICA) y luchando para que se erradique dicha práctica y ahora, inexplicablemente, es la propia Ministra, Isabel, quien autoriza esa compra a 46,9 céntimos que muestra a los buitres el camino a seguir si quieren ganarse, limpia y módicamente, la pieza, ósea, el ganadero.
Tal y como recoge el último informe del FEGA el precio medio anual en España fue de 0,319 pero en el último mes tenemos horquillas que van desde los 0,322 de Galicia hasta los 0,351 de Euskadi o los 0.354 de Asturias y no se crean que éstos están para tirar cohetes. Únicamente, para seguir tirando. Ahora bien, los datos de Asturias y Euskadi, a simple vista, nos muestran que los mejores precios están donde el movimiento cooperativo tiene más fuerza por lo que, sin cansar mucho la cabeza, podríamos pensar que una de las sendas de la solución sería fortalecer el movimiento cooperativo en cada una de las zonas y en segundo lugar, hablar de cooperativas estrategias o al menos, con estrategia conjunta a nivel del estado.
El interlocutor de la mesa es cada vez más potente y es imprescindible fortalecer la posición de los productores porque si en un corto plazo no logramos, mejorar en unos 5 céntimos el precio que perciben los ganaderos, quizás, estemos del futuro hablando en balde.


Xabier Iraola Agirrezabala

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