La traición de Ursula
Hace un año, las tractoradas de
los productores europeos asaltaron plazas y carreteras del viejo continente,
dando muestras de un cabreo generalizado ante una Unión Europea que, paso a
paso, va dando muestras de un creciente desinterés por su sector primario, por
una desagrarizacion de sus políticas y por una asfixiante burocratización del
sector productor que, cada vez más, se ve abocado a rellenar infinidad de papeles
aunque ello sea a costa de dejar de producir.
Las protestas del año pasado
hicieron reaccionar a casi todos los gobiernos y autoridades del continente
europeo y la comisión europea, con la germana Ursula Von der Leyen al frente,
supo tomar el pulso al momento, leer correctamente la situación sociopolítica y
anunció una serie de cambios para fortalecer la PAC, ralentizar la ambición
medioambiental de la política agraria y al mismo tiempo, simplificar la maraña
normativa adoptando una serie de medidas para reducir la burocracia.
Pues bien, un año después, más
concretamente, el pasado 16 de julio, supimos, tras escuchar a la presidenta de
la comisión europea, Ursula Von der Leyen, presentando las líneas generales del
Marco Financiero Plurianual, en adelante MFP, que todo lo dicho un año antes
era un paripé, puro teatro, para salir viva de la presión de los tractores.
Como decía, el 16 de julio fue el
día elegido por Ursula Von der Leyen para presentar las líneas maestras del MFP
para el periodo 2028-2034 donde, entre otras muchas políticas, está integrada
toda la política agraria que, como un simple azucarillo, se va diluyendo en unas
aguas profundas y turbias.
No es cuestión de entrar a
detallar el documento presentado, pero sí de reseñar cinco claves que los
productores deben tener bien claras.
Primero, lo que Von der Leyen, ha
presentado es un documento inicial que será la base de un larguísimo, durísimo
y complejísimo proceso de negociación, dentro de la propia UE, con los gobiernos
estatales y con el conjunto del sector primario, que durará hasta finales del
año 2027 y por lo tanto, es probable, que el documento que ahora conocemos apenas
tenga nada que ver con la resultante final. Por lo tanto, seamos cautos en la
valoración.
Segundo, la cruda realidad
geopolítica mundial, con una globalización regulada que languidece por la lucha
entre los dos grandes bloques, USA y China, hace que la Unión Europea, antes de
perder comba en la escena mundial, ha tomado cuenta de que la competitividad
industrial, la carrera digital, la defensa y la política migratoria, entre
otras cuestiones, deben formar parte de sus prioridades y en consecuencia,
deben contar con su correspondiente partida presupuestaria.
Tercero, a consecuencia del punto
segundo, la agricultura y la alimentación, pierden peso en la carpeta de prioridades
europeas y por lo tanto, también su peso presupuestario mengua, según el documento
presentado, aproximadamente en un 20%, aunque existen augurios bastante más
catastróficos dependiendo si tenemos en cuenta o no, la inflación del periodo
2028-2034.
Cuarto, la PAC, con un presupuesto
menor, contará con una gobernanza diferente, al parecer, habrá más subsidiariedad,
con mayor protagonismo de los países, se eliminará la actual arquitectura de la
PAC estructurada en dos pilares, dado que su presupuesto global quedará diluido
en los planes nacionales que, popularmente, han sido nominados como “paquete país”
donde se asignará un presupuesto global para cada estado miembro para atender
las políticas que le sean prioritarias. Todo apunta a que la subsidiariedad no
alcanzará a las regiones, cuestión nada baladí, en un estado autonómico como el
español.
Quinto, las ayudas directas se
simplificarán (eliminan la ayuda redistributiva, los ecoregímenes, etc), serán
decrecientes para favorecer a las explotaciones menores,, y se focalizarán, es
decir, priorizarán la concentración de las ayudas en las explotaciones más
vulnerables bien por dimensión bien por su ubicación y/o contribución
medioambiental.
En definitiva, menor presupuesto
agrario y mayor dependencia de la voluntad de los mandatarios estatales que, al
igual que ocurre en el conjunto de la UE, tienen, cada vez más, otras
prioridades ajenas al campo.
Ursula Von der Leyen ha
traicionado su palabra de hace un año y el loado comisario, Christophe Hansen,
ha traicionado las expectativas depositadas en él por el conjunto del sector
productor.
Ambos dos, por ahora, nos han
traicionado.
Xabier Iraola Agirrezabala
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