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¡Otro gallo cantaría!

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Realmente nadie le conoce, incluso me atrevo a decir que no se conoce ni él mismo pero no me negarán que en estos últimos meses se nos ha hecho tan familiar que no hay conversación, sea en consejos de administración, foros políticos o tabernas de pueblo, donde el centro de la dialéctica no sea el temible Donald Trump. Trump, de una forma burda y haciendo gala de un matonismo infantil, ha hecho de su patrioterismo económico una de sus principales banderas y el proteccionismo, gestionado a través de amenazas directas y personalizadas, empresa por empresa, caso por caso, está haciendo que algunas empresas plieguen velas y echen para atrás los proyectos de inversión que tenían en el exterior para volver a casa y así, de paso, calmar la fiera con tupé. Dicen que no hay nada más peligroso que un malo listo y por ello todo el mundo anda acojonado por las consecuencias o represalias que este imprevisible mandamás pueda adoptar ante las críticas de cualquier empresa, organización

Yo no soy tonta

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Desconozco si la esposa de Barcenas ha sido contratada por una famosa marca de tiendas de electrodomésticos cuyo eslogan es “Yo no soy tonto” pero me reconocerán que su clamoroso “Yo no soy tonta” ha resultado demasiado sorprendente en una persona que considero de un cierto nivel cultural, suficiente al menos, para caer en la cuenta si en el establecimiento que estaba era un banco o era un pub. Quizás los bancos suizos queriendo agasajar, se pasan cuatro pueblos con el atrezzo y los detalles y es cierto que les resulte difícil discernir si están en un vulgar banco, ejecutando una mundana transacción monetaria aprovechando que esquiaban por los Alpes, o si estaban en un local de moda donde les agasajaban con champan y caviar como gente VIP que son. Algo parecido les ocurre a muchos consumidores que son tratados como tontos cuando acuden a su establecimiento de referencia y confiados por la trayectoria ejemplar de dicho comercio, pasean el carrito por los pasillos donde son re

El Parque del oso Yogui

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El oso Yogui es un simpático oso que vive en el imaginario parque de Jellystone que, como rápidamente habrán deducido, es una variante ficticia del parque nacional de Yellowstone que, según narran los que lo han visitado, es un vasto territorio protegido exento de población local y por lo tanto, un territorio virgen para que la flora y fauna, nunca mejor dicho, paste a sus anchas. En nuestro pueblo son numerosas las personas y colectivos, algunos por emular lo que han visto en películas o documentales y otros, porque así lo ansían, que pretenden que nuestros espacios naturales protegidos sean gestionados a semejanza de Yogui-enea, olvidando, premeditadamente creo, que la normativa ambiental vigente, tanto la propia como la europea, recoge una serie de figuras de protección, en este caso el Parque Natural, donde junto a la protección de sus valores naturales (fauna y flora) y hábitats se permiten los usos y costumbres tradicionales y la explotación de sus recursos, prade

Ponga un famoso en su vida

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El mes de enero llega cargadito de acontecimientos, festejos y kutxipandas para el goce del pópulo que, con el bolsillo tembloroso tras los dispendios navideños, está realmente necesitado de temas que le evadan de la cruda realidad y así, nuestros amigos donostiarras, no conformes con la turrada que dan con la tamborrada los quince días previos a la fiesta municipal, han optado por no defraudar al público añadiendo  a la programación festiva un vodevil-culebrón venezolano con la nominación del Tambor de Oro que, visto el ridículo tan espantoso que han hecho, en adelante, quizás, lo debieran llamar el Tambor de Hojalata. Pues bien, como les decía, el mes de enero también es proclive a las kutxipandas tradicionales y así, estos días se ha procedido a la apertura de la temporada del Txotx en las sidrerías y, no lo olviden, el martes 17, día de San Antón, Getaria acogerá la presentación del nuevo txakoli y por lo tanto tendrán una buena ocasión para visitar la preciosa villa coste

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid

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Hace cuatro años tuve la osadía de ponerme en contacto con un joven periódico, Noticias de Gipuzkoa, que fruto de su ingenuidad y de mi insistencia llegó a aceptar mi colaboración sasi-periodística. Imagino que, tanto la entonces directora Arantxa Zugasti como el actual Adolfo Roldán, se habrán arrepentido más de una vez de haber cedido a mis ruegos y de abrir una ventana semanal para que el sector agrario, el mundo rural y todos sus satélites entren en la vida de sus lectores. Aunque el curro semanal es personal e intransferible y hayan sido numerosas las veces que he constatado un pertinaz sequía en la temática a escribir, les tengo que reconocer que la semilla de dicha colaboración no es para nada personal, sino que la iniciativa nace de una profunda y reiterada reflexión en el seno de la organización agraria ENBA que, siempre en defensa de los baserritarras, constataba y sigue constatando el vacío comunicativo con respecto al sector primario (más allá de las protestas puntua

Perdonen que no me abstenga

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Mis filípicas semanales, sin querer ser pretencioso, crean expectativa entre algunos colectivos que, como ya habrán captado, cuentan con mi más alta estima e incluso alguno de ellos, me ha reconocido, eso sí, por lo bajini, que respira aliviado al comprobar que mi dardo no va dirigido ni a él ni a su colectivo y recíprocamente, puesto a hacer confesiones, yo también le he reconocido que soy consciente de que mi foto pueda ser utilizada a modo de diana para los dardos en la oficina de alguno de ellos y que, todo ello, bien se podría ser evitado, si un servidor se abstuviese de opinar sobre determinadas cuestiones. Como no le debo nada a casi nadie, a parte de la entidad financiera de referencia, y sólo tengo que responder, moral y profesionalmente al examen de mis superiores, los señores y señoras baserritarras, tampoco tengo intención de abstenerme en opinar sobre el nuevo gobierno Urkullu. Quisiera creer que los buenos resultados obtenidos por Urkullu son fruto del apo

¿De qué se ríe Juncker?

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El último informe PISA, a semejanza de la torre del mismo nombre, ha dejado bien torcida la imagen del sistema educativo vasco que no acaba de digerir los paupérrimos resultados obtenidos en este particular examen a la comunidad educativa que, como es lógico, es ensalzado por los que logran buenas notas y es puesto en solfa por los suspendidos. Nada nuevo bajo el sol, todos sabemos que cuando uno aprueba lo hace por méritos propios pero, cuando suspende, eso sí, no es por demérito propio si no porque el profe “me tiene manía”. La cosa es que el conjunto de la sociedad vasca ha despertado del letargo y ha caído en la cuenta que no es oro todo lo que reluce, que ni somos tan buenos como nosotros mismos nos creemos y que, sin dormirnos en los laureles, debemos espabilar porque el resto del mundo no está, ni mucho menos, dormido. Algo similar ocurre, salvando las distancias, con la gestión de los fondos europeos y más concretamente con el anticipo de las ayudas europeas agrarias