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Tiempo de perros

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  Mi amigo Pipo es un bulldog francés. Serio. De pocas palabras y menos movimientos. Una mirada penetrante, con sus ojos cuasi transparentes que es incapaz de gesticular ni trasladarme sentimiento alguno. Uno, si le mira, no sabe si está contento, triste o si está pasando olímpicamente de ti. Está poniéndose orondo y como siga así, en verano, le ponemos una manta al lomo y como los bueyes de arrastre, me lo llevo a los campeonatos y apuestas tan frecuentes en verano. Aun así, sigue siendo mi amigo. Pues bien, como decía, Pipo es un bello ejemplar de la raza bulldog francesa, por cierto, una raza que está muy de moda y es por ello que no me sorprendió ver, hace un par de semanas, en el escaparate de una conocida marca de plumíferos, un figurín de esa raza con un plumífero que, agárrense los machos, lo pueden adquirir por el módico precio de noventa euros. Lo que yo considero una broma o pitorreo, no es más que un ejemplo más de lo que venimos observando en una sociedad como la act

El mosquito y su banda

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  La agonía en el sector ganadero es de tal calibre que, se mire por donde se mire, sobran los motivos para el desánimo y faltan motivos para la esperanza en el futuro. Unas veces son los bajos precios abonados por industrias y cadenas de distribución, otras veces, cuando los anteriores levantan el pie del acelerador, son los inputs de producción que suben desenfrenadamente y te dejan sin margen, cuando no en pérdidas y otras veces, en estos últimos tiempos demasiado frecuentemente, son los problemas sanitarios, léase, la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica. El dichoso mosquito de la EHE ataca al ganado, en muchos casos dejándolo para el arrastre y en algunos casos, los lleva hasta la muerte pero, a pesar de su gravedad, me preocupa sobremanera la afección del puñetero mosquito en los propios ganaderos que, viviendo pendientes de su ganado, día y noche vigilándolo, están sufriendo lo que no está escrito, con el alma herida y totalmente rematados al comprobar que a la penuria económi

La importancia del wifi para nuestra alimentación

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  Eres más triste que el frigorífico de un piso de estudiantes era la expresión típica que se utilizaba antiguamente para referirse al “alegre” de la cuadrilla y al parecer, no es algo del pasado, si no algo muy actual, si nos atenemos al anuncio que ha lanzado la compañía de telecomunicaciones Euskaltel. Digo esto por que hace unos pocos días, vi en el escaparate de una tienda de dicha firma, un anuncio dirigido a estudiantes en el que, se ilustraba con la foto de un frigorífico casi vacío, con un par de salchichas y medio limón, que daba más pena que frío, y para acompañar la triste foto, se insertaba la siguiente frasecita de marras: “Por lo menos, el wifi irá como un tiro”. Pues bien, si reflexionamos sobre lo que nos está diciendo el anuncio, caeremos en la cuenta que para los señores de Euskaltel, el servicio de wifi es algo básico mientras la alimentación pasa a ser algo secundario, cuando no prescindible. Un mensaje, espero que compartan mi valoración, inquietante. Ahora

Sin-vergüenza

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  En esta época digital que nos ha tocado vivir, somos conscientes de que lo que es una bomba informativa a las 8 de la mañana, se queda en el baúl de los recuerdos para las 12 del mediodía, dejando sitio para la siguiente tempestad informativa que amainará para las 5 de la tarde y así, sucesivamente, día tras día. Pequeñas tormentas en un vaso de agua que nos inquietan durante un rato, pero pasan, y se olvidan, inmediatamente. Algo así, ocurrió hace unos pocos días cuando las redes sociales clamaban por un error de los responsables de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea que, en un descanso de uno de sus eventos, ofrecieron a sus invitados una bebida vegetal que iba etiquetada como leche vegetal. Ya se pueden imaginar, el grito en el cielo de las asociaciones ganaderas, incluida la organización vasca ENBA, que, con toda la razón del mundo, denunciaron un fallo tan garrafal por parte de las autoridades responsables de velar por que no se den ilegalidades como

Cocinar es un acto político

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  Acabo de volver de un micro-viaje a Londres donde un grupo de gentes del sector primario, entre los que estaba el propio diputado foral Xabier Arruti y parte de su equipo, hemos podido conocer de primera mano, magníficamente guiados por el beasaindarra Imanol Barcenilla que a través de su empresa Zooteek se dedica a importar productos alimentarios vascos, diferentes iniciativas del comercio y hostelería londinense. Hemos visitado pequeños comercios y restaurantes que importan productos vascos, aunque, les tengo que reconocer que vengo algo dolido por no haber sido recibidos por el orejón (belarri haundi), el rey Carlos, que ni estando a puertas del palacio de Buckingham, se dignó a salir a saludarnos y menos, escuchar nuestro mensaje en favor de los alimentos vascos. Pues bien, en una de esas visitas, guiados por el experto en branding (marketing de marca) Marc Guitart, conocimos la empresa Eataly donde, personalmente, más allá de lo atractivo de su oferta de productos italianos

Desviar la mirada

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  Leo con estupor el informe de perspectivas ganaderas para el año 2031 elaborado por el Consejo de Cámaras de Agricultura de Francia que prevé una terrible bajada en la cabaña bovina. Según dicho informe la cabaña de vacas nodrizas descendió un 2% anual entre los años 2016 y 2020 y, además, contempla una bajada del 3% anual hasta el 2031, lo que supondría una nueva contracción del 33%. En la cabaña de vacas lecheras, igualmente, prevé una importante caída y así, mientras del año 2015 al 2019 se ha dado una bajada del 1% anual, del 2019 al 2031 prevé un 2% anual lo que conllevaría, una caída adicional del 22%. La alarma generada en el sector primario francés y en toda la estructura cooperativa, comercial e industrial impulsada sobre la producción de la carne de bovino y la leche de vaca es innegable y difícil de ocultar tras una cortina de datos macroeconómicos. Habrá, como siempre, quienes intentarán poner paños fríos diciendo que la bajada en el número de cabezas será perfectamen

La Bruja Lola

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  Tras las vacaciones, la principal tarea es perder los kilitos que hemos ido incorporando a modo de flotador y que, por mucho que lo intentes, más aún para personas que tenemos una cierta edad, se antoja misión imposible. Más difícil aún, si tienen ustedes la suerte de compartir el verano con una suegra como la mía que, para más inri, cocina más y mejor que el mismísimo Juan Mari Arzak. Por cierto, mi suegra, además de cocinera, es una inmejorable refranera y uno de sus habituales, cuando quiere referirse a la mala suerte de los más necesitados, es aquel que dice “qué poco dura la alegría en casa del pobre”, dicho del cual me acordé al reflexionar sobre la situación actual del sector lácteo estatal. Si no lo saben, les hago un spoiler (moderno que es uno) pues se resume en una única, pero trágica, frase: tras 18 meses de asfixia, 3 o 4 meses de bonanza y vuelta a las andadas, con meses de asfixia. Cuando utilizo el término de asfixia, como imaginarán, en el contexto de la cadena a