KANPOLIBREAN.Los miedos del Ministro
LA reforma de la
PAC y su aplicación en el Estado español sigue avanzando, pasito a
pasito, con la celebración de diferentes grupos de trabajo que abordan
cuestiones que quedaron pendientes en la Conferencia Sectorial de julio.
Una de las cuestiones principales, tal y como decía en una
ocasión anterior, son los criterios que deben exigirse para poder ser
perceptor de ayudas. Europa definió la lista negra de empresas que no
pueden ser beneficiarios de ayudas (aeropuertos, campos de golf, etc.) y
posteriormente son los estados miembros los que tienen la potestad de
ampliar esa lista.
En el caso español, el Ministerio y las comunidades autónomas
hacen caso omiso a la unánime petición del conjunto del sector para
dejar fuera de la lista de perceptores a las propias administraciones.
Los políticos son muy exigentes con sus subordinados pero muy
complacientes consigo mismos y, por ello, por unos años más, las
hectáreas correspondientes a los gobiernos autónomos y al resto de
administraciones públicas podrán seguir llevándose sus buenos dineritos.
No están no, las arcas públicas como para renunciar ni a un solo euro.
Por otra parte, el Ministerio, siguiendo su máxima
lampedusiana de "poner todo patas arriba para que todo siga como antes",
ha diseñado un sistema de regionalización productiva consistente en un
mapa con unas 300 comarcas (una sola comarca en el caso de Gipuzkoa y
Bizkaia y, unas seis en el caso de Araba) que, a su vez, se aúnan en
unas 40 regiones, homogéneas en su importe medio por hectárea pero
pudiendo ser totalmente heterogéneas en orientación productiva. O sea,
todo un alarde de ingeniería burocrática que lo único que logra es que
la aplicación de la reforma sea totalmente inteligible para los
afectados.
Eso sí, Cañete es un político avezado, listo como él solo y es
consciente de que cuantos más criterios de profesionalidad, dedicación,
régimen de cotización, etc. exija para poder ser perceptor, es mayor el
número de los actuales perceptores que se quedan fuera del próximo
reparto y que la exclusión de miles de perceptores puede tener su
consiguiente reacción electoral en feudos como la Comunidad Valenciana,
Castilla y León, Galicia, etc. No descubro nada si digo que, al igual
que las arcas públicas andan diezmadas de fondos, las expectativas
electorales populares tampoco andan sobradas de fuerzas y, por
ello, no es momento de enfadar aún más al personal, muchos de ellos
jubilados, achuchados por el copago, la reforma de pensiones, etc.
Con este propósito electoral en mente, el Ministerio ha
filtrado un informe según el cual la obligación de ser cotizante del
régimen agrario de la Seguridad Social (autónomos de la rama agraria)
como requisito para ser beneficiario de ayuda dejaría fuera al 85% de
los actuales perceptores de ayudas del Estado y el 75% en Euskadi y que,
aquí está la trampa, su hectáreas también perderían la posibilidad de
acoger ayudas. Es decir, el Ministerio pretende atemorizar al colectivo
sugiriendo que las ayudas por hectárea correspondientes a las tierras de
los que se quedasen fuera por incumplimiento de los nuevos requisitos
se perderían automáticamente con la exclusión de sus titulares.
Obvian, por no decir nada más gordo, que al menos en Euskadi
existen 10.000 perceptores de ayudas de los que unos 2.500 son
cotizantes del régimen agrario pero que en total existen un total de
7.000 baserritarras cotizantes que bien pudieran ser beneficiarios de
ayudas al ser considerados agricultor activo y pertenecer a subsectores
como la hortícola, viña, etc. que hasta ahora estaban fuera del pago
único. Quizás me equivoque en mis apreciaciones. Estoy dispuesto a
corregir públicamente, eso sí, si alguien me demuestra que estoy
equivocado. Tiempo al tiempo.
No quisiera, por otra parte, finalizar mi escrito sin comentar
las buenas vibraciones que pululan por el departamento agrario de Lakua
tras la reunión celebrada la semana pasada entre Arantza Tapia y Miguel
Arias Cañete. El ministro ha debido mostrar un talante abierto y
moderado que posibilite a Lakua implementar sus propias políticas en
cuestiones del segundo pilar de la PAC (jóvenes, formación,
agroindustria, ayudas agroambientales, desarrollo rural, etc.) a través
de la aprobación de un marco nacional, amplio, flexible y sin demasiada
concreción que posibilite, a quien quiera y pueda, desarrollar una
política activa en estos campos. Aquí también, tiempo al tiempo.
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