Remuneración en especie
Recientemente acudí a una charla impartida por la profesora de la
Universidad del País Vasco (EHU-UPV), Arantza Aldeazabal en el
Palacio Barrena de Ordizia donde ilustró con datos, gráficos y
fotos los magníficos resultados de un trabajo de investigación
desarrollado por un amplio equipo de personas en los que participó
incluso su hijo metiendo estacas. Imagino que dichas estacas no
serían de acacia porque aunque siendo consideradas como las mejores
por los baserritarras parece ser que no son del agrado de algún
ecologista de salón que, a éste también, se la tienen jurada.
Tras la interesantísima presentación de Arantza Aldeazabal se
celebró una mesa redonda, fenomenalmente dirigida por el emprendedor
abaltzisketarra Iñaki Gorostidi que, junto al siempre discreto Luis
Mari Murua, ha logrado desarrollar en su pueblito la empresa
LOGIKALINE, empresa multiservicios (call center, telemarketing,
gestión de citas previas, servicio ciudadano, etc) y junto a él,
participaron Javier Jauregi, entre otras cosas, coordinador de
asociaciones ganaderas de Aralar, Garikoitz Nazabal, presidente de
EHNE-Gipuzkoa y el menda, como perejil de toda salsa agro-rural que
se precie en nuestro país.
Fue todo un placer tomar parte en dicha mesa y “traducir” con
nuestras vulgares palabras y dando voz a lo que nuestras pituitarias
nos sugieren y nuestra experiencia, o la experiencia de los más
próximos, nos viene enseñando a lo largo de los años para así
poner en contexto y aportar vivencias de la materia sobre la que
versaba el estudio universitario. Además, la satisfacción fue doble
puesto que nuestra “valiosa” aportación fue remunerada con un
extraordinario queso de los hermanos Aranburu, elaborado con las
ovejas que pastan en la sierra de Aizkorri.
Pero bueno, centrándome en lo que hoy quería tratar, debo comenzar
recordando que esta investigación dio sus primeros pasos hace diez
años, en 2005, con la instalación de dos cercados de 50 x 50 metros
en Aralar, uno en Oidui (a 860 metros de altitud) y el otro en Alotza
(a casi 1.300 metros de altitud). Estos cercados han impedido el paso
de los herbívoros presentes en estas zonas (vacuno, equino y ovino
de leche) durante el periodo de pastoreo, de mayo a noviembre, en los
últimos diez años, lo cual ha permitido analizar cuál es el efecto
de la ausencia de la actividad ganadera sobre la vegetación (cambios
aéreos) y el suelo (cambios subterráneos).
Tal y como recoge dicho estudio, y transcribo palabras literales, el
pastoreo de montaña, además de generar un importante impacto
social, cultural y ambiental en su entorno, es clave también para el
mantenimiento de los pastos, que son un patrimonio natural de gran
valor ecológico. Por ello, el descenso de esta actividad, hecho que
se está produciendo actualmente de forma progresiva en toda la
montaña atlántica, incluido el País Vasco, trae consigo unos
importantes cambios en la composición vegetal y microbiana del suelo
y, por lo tanto, una pérdida en la diversidad florística y en la
calidad nutritiva del pasto, así como un aumento de las emisiones de
CO2, lo cual tendría numerosas consecuencias en cadena que
afectarían, incluso, al ámbito socio-económico.
Según la profesora Aldeazabal, al afirmar que con el abandono del
pastoreo de montaña se perderán algunas especies vegetales, no
mostraríamos cuál es el alcance real de esta situación. Las
consecuencias van más allá, ya que todo está ligado: el declive
del pastoreo y el dominio de las gramíneas implican también una
reducción de la calidad nutritiva del pasto, lo cual afecta a las
condiciones de pastoreo de las ovejas Latxa y trae consigo una
pérdida en la calidad de la leche y de los quesos que producen, lo
cual perjudicará a la actividad de los pastores y a la economía de
muchas zonas rurales.
Por lo tanto, leído lo anterior, compartirá conmigo que es difícil
de comprender la sinrazón de algunos talibanes ....
que a través de
normativas, decretos y planes de gestión vehiculizan su cerrazón
basada en una visión de despacho, completamente alejada de lo que
ocurre sobre terreno y trabajan, denodadamente, para crear una maraña
burocrática y normativa que dificulta, cuando no lo impide, la
gestión ganadera de nuestros montes.
Aún así, pese a las trabas de algunos, le invito a que deguste un
buen trozo de queso Idiazabal elaborado por pastor, cierre los ojos e
imagine las andanzas y los arduos trabajos que llevan a cabo nuestros
pastores, tanto los de montes como Aralar y Aizkorri como también el
resto de ganaderos y pastores de todo Euskadi puesto que, quiero
imaginar, que los beneficios de la actividad ganadera sobre la
calidad de los pastos, la biodiversidad y consiguientemente la
calidad de la leche con la que elaboran su queso serán similares, en
gran porcentaje, al conjunto del sector ganadero vasco.
Una vez saboreado el queso, previa labor
imaginativa de los trabajos desempeñados por el pastor
(frecuentemente por la etxekoandre), comprenderá que el queso
Idiazabal tiene un precio ciertamente ajustado, quizás no si lo
comparamos con la morralla que abunda en las estanterías pero sí,
si tenemos en cuenta todos los aspectos y factores antes mencionados.
Ahora que menciono la remuneración del trabajo de nuestros pastores
y habiendo agradecido públicamente la remuneración en “especie”
de la mesa redonda, no puedo dejar escapar la oportunidad para exigir
al director de este periódico que amplíen la partida presupuestaria
para remunerar mi trabajo semanal. Pensándolo bien, me tendré que
conformar con que me regalen algún periódico a modo de remuneración
en “especie”.
Xabier Iraola Agirrezabala
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