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El partido del campo

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Las declaraciones del ministro Garzón sobre la calidad, baja o pésima, según lo quieran ustedes, supusieron, a tenor de algunos analistas, el chupinazo de salida de la campaña electoral en Castilla y León. No sólo el chupinazo, porque, según otros sesudos observadores de la cuestión política, las declaraciones del ministro significaron el fin de la campaña ya que, según ellos, el PP gobernante, no tenía más que esperar a que llegase lo antes posible el día elegido, 13 de febrero, dado que Garzón le había, sin quererlo, le había hecho la mejor campaña posible. Unas semanas después, tenemos a los partidos de la derecha, de granja en granja, posando con ovejas, vacas o cerdos como estrellas en el photocall de un estreno cinematográfico y por su parte, a los de la ultraderecha  disfrazados de señoritos en la campiña, sin caer en la cuenta de que, con esas vestimentas, mitad señorito-chulapo mitad gangster, y esas sobreactuaciones regadas de testosterona, no logran más que, lamentablemente,

Respeto, ni más ni menos

  La semana pasada terminó con una triste noticia como es la muerte de Félix Ormazabal, alavés, dirigente nacionalista y primer consejero de Agricultura del Gobierno Vasco que destacó en su larga trayectoria política por su humanismo y por su fuerte apego al mundo rural y agrario por el que trabajó denodadamente y en el que impulsó diferentes medidas y estructuras que, una vez transcurridas varias décadas, han resultado vitales para su desarrollo. Personalmente no me tocó tratar directamente con él, pero, a lo largo de los años, he sido consciente que, aún habiendo dejado su responsabilidad institucional, el mundo rural ha tenido un fiel aliado en la persona de Félix. Como se diría coloquialmente, ha muerto uno de los nuestros, y desde el punto de vista sectorial, además del innegable punto de vista humano, es una noticia que nos apena porque hay que reconocer que, un momento tan delicado, tanto en lo económico como en lo social, con tantos interrogantes sobrevolando la actividad pri

Pocos y mal avenidos

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Desconozco si el ministro Garzón era consciente de la polvareda que iba a levantar con sus declaraciones en la prensa británica. Desconozco asimismo, si con un ministerio de perfil bajo como el suyo, lo único que pretendía era hacerse notar y así, estar en el candelero ante una “fashionaria” vicepresidenta Díaz que acapara todos los focos mediáticos. Desconozco, aunque lo pueda intuir, si algunos partidos de la derecha están sobreactuando conscientes de que este torbellino pueda venirles como anillo al dedo en las inminentes elecciones a la Junta de Castilla y León. Ahora bien, sé de primera mano, que el ministro Garzón ha abierto en canal, nunca mejor dicho, la cuestión cárnica situándola en el debate público y político, a la luz de los focos, con el riesgo previsible, que el debate acabe desenfocado en perjuicio, una vez más, del sector ganadero. Igualmente, constato que el ministro Garzón ha logrado aflorar la división que se encontraba latente en el propio sector ganadero y tod

El micro-ministro en un macro-charco

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  Tras el macro-descanso que me he tomado en mi labor gacetillera, vuelvo con el cuerpo descansado dado que no he asistido a ningún macro-botellón, la mente no tanto y con una carpeta de temas bajo el brazo de tal grosor que hasta tengo el brazo dolorido. Imagino que usted, querido lector, seguidor masoquista de este humilde juntaletras, habrá disfrutado del relajo mental de no tener que sufrir con mis filípicas semanales pero, recuerde el dicho aquel de “Qué poco dura la alegría en casa del pobre” y sintiéndolo por su equilibrio mental, no tengo más remedio que retomar la actividad agro-agitadora. Como decía, venía con la carpeta repleta de temas, que si la leche, que si la PAC, que si las movilizaciones, etc. pero, tal y como dicen los profesionales de la comunicación, la actualidad manda, y uno, que aún siendo juntaletras aficionado sueña con llegar a ser periodista profesional, no tiene más remedio que ceñirse a la actualidad que, lamentablemente, una vez más, viene marcada po

La frasecita de marras

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  El potencial de la juventud agraria, en los sistemas alimentarios sostenibles, fue el titular elegido por el Foro Rural Mundial y el Comité de Euskadi de la Agricultura Familiar, impulsores de una Jornada celebrada esta semana en Bilbao, en la que se pretendía abordar el reto del relevo generacional en el sector primario. Si bien, la delicada situación que vive el sector nos puede hacer pensar que cuestiones como el rejuvenecimiento y el imprescindible relevo generacional al frente de las explotaciones, son cuestiones secundarias en un momento como éste donde la asfixia nos ahoga y nos impide pensar con la lucidez que la cuestión requiere, no es menos cierto, que debemos ser capaces de aunar y compatibilizar, lo urgente con lo importante, es decir, la asfixia actual con el futuro del sector productivo. Los datos estadísticos, esos datos que nos ponen frente al espejo, aquellos que ponen negro sobre blanco sobre lo que está ocurriendo en el día a día y tras los cuales se esconde

Ahogados

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  Lo reconozco. Tengo un trauma con las inundaciones del año 83. Desde aquel año, en el que el río Oria que está pocos metros de nuestra casa, arrasó con todo nuestro entorno, entró sin permiso alguno en nuestra casa y alcanzó el metro ochenta en la planta baja, desde aquel día, cada vez que llueve de forma extraordinaria, no puedo dejar de recordar aquella riada, miro y remiro obsesivamente al río y se apodera de mí, un dolor corporal que me deja hecho polvo. Lo reconozco. Para la gente que no vivió aquello en sus propias carnes, le es difícil, cuando no imposible, comprender miedos y actitudes como la mía, pero como comprenderán, no lo puedo evitar y me resulta imposible abordar esta cuestión con la templanza que requiere la situación. Este pasado jueves, volvió a ocurrir, el río se aproximó a nuestras casas y el miedo, nuevamente, se apoderó de mí. Gracias a Dios, la cosa acabó en un susto y en nuestra casa, no hemos sufrido nada, más allá de una noche en vela y un agarrotamient

Mojarse hasta las cachas

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  El invierno, en mi caso, comienza todos los años con dos “acontecimientos”; por una parte, a primeros del mes de Noviembre, cuando la familia Segurola del caserío Elosiaga de Azpeitia pasa con su rebaño por delante de nuestra casa en su viaje de retorno a casa tras haber pasado el verano, que no veraneo, en los pastos montanos de Aralar donde, aquí va mi píldora publicitaria, elabora un sabroso queso cuyo nombre, Beltzulegi, hace honor a la txabola de la sierra. El segundo acontecimiento es la alubiada en el Restaurante Arregi de Berastegi donde la familia del mismo nombre nos agasaja con unas alubias de Tolosa, riquísimas, acompañadas de los sacramentos (morcilla, chorizo, etc.), no apta para veganos, que redondeamos, al menos en mi caso, con la mejora tarta de queso del mundo mundial. Como verán, como buen vasco, mi calendario anual viene jalonado de acontecimientos y eventos, muchos de ellos, ligados con el sector primario y la gastronomía. Por cierto hablando de buenos vas