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El verbo escuchar

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  Dice mi amigo Fernando, madrileño, aunque de origen castellano, que lo más sencillo es lo que yo hago, dedicarme a escribir, sólo a escribir y a repartir estopa a diestra y siniestra. Sin aportar soluciones y sin comprometerme con nada, piensa él. Quizás no le falte razón en alguna de sus apreciaciones pero la verdad es que, visto el momento que vivimos, no es plato de gusto sacar a la palestra temáticas, acciones, actitudes y/o ausencias, cuando lo más placentero sería sacar el botafumeiro semanalmente y repartir incienso a todo pitxitxi. Sería, seguramente, más gratificante para ellos y para mí, pero, lo siento mucho, eso no va con la actitud del juntaletras. No escribo para agradar a los de arriba si no para dar voz a los que pisan tierra y la trabajan aunque, de vez en cuando, tengo que reconocer que uno se lleva una sorpresa y esta misma semana, fui invitado a una visita a una explotación ganadera de Eider Mendoza, candidata a diputada general de Gipuzkoa por el PNV, donde ade

Compromiso

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  No tuve el honor de conocerlo personalmente. Pero todo lo que me ha llegado sobre él es positivo. Alkixa, apodo del sacerdote Joxe Agirre, podía haber sido un sacerdote más dedicado exclusivamente al rezo y a sus feligreses viviendo cómodamente entre sacristía y altar, bajo el olor a incienso, pero, como otros tantos de la época, decidió implicarse hasta las trancas en favor del sector primario, creo, porque lo veía como el sector más vulnerable de la sociedad de entonces. Alkixa, junto con otros sacerdotes como Valentín Zamora y Daniel Eskixabel, por no hablar de la poderosa presencia del fraile franciscano Nikolas Segurola en el campo del pastoreo, como decía, estos sacerdotes se liaron la manta a la cabeza y trabajaron incansablemente en favor del sector primario, particularmente, impulsando todo tipo de asociacionismo, cooperativismo, etc. con el objetivo de estructurar un sector, históricamente, individualista. Juntos y en colaboración con una generación de baserritarras v

La siesta de Luis y Fernando

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  Lo sé. No le gusta que lo llame, el plano. Pero, me reconocerán, que el ministro de Agricultura, Luis Planas, se ha ganado el calificativo, haciendo un burdo juego con su apellido, de “plano” porque, seamos realistas, en la mayoría de los asuntos trascendentales que atañen a su negociado, está ausente y en una eterna siesta. No quisiera ser injusto y cebarme con él, pero dado que él es la máxima autoridad del Estado en la materia, creo que es más necesario que nunca sacarle los colores y exigirle que esté a la altura del cargo que ostenta. Ahora bien, soy consciente que las responsabilidades, al igual que los éxitos, suelen ser compartidos y por ello, es igualmente pertinente que fije la mirada, y la plumilla, en su mano derecha, Fernando Miranda, secretario de Estado, que lleva muchos años en cargos de alta responsabilidad en el Ministerio, tanto con el PSOE como con el PP, constituyendo así, lo que algunos denominamos el aparato del Estado y otros califican como la continuidad y

Operación Doñana

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    El día a día me come, es una de las respuestas más escuchadas cuando se plantea la necesidad de reflexionar sobre el medio y largo plazo. Los productores están en el día a día, a pie de campo, inmersos en la faena, aplicando fitosanitarios, trasladando el ganado de una finca a otra, por la noche rellenando papeles, vendiendo el producto en los mercados, participando en las reuniones de la cooperativa, etc. y como es lógico, la reflexión para el medio-largo plazo es postergada, reiteradamente, hasta el infinito y así, nunca se aborda, por que como decía, el día a día nos come. Andamos en el corto plazo, en el regate y con el objetivo de llegar a final de mes, con las luces cortas, muchas veces con las bombillas fundidas y como comprenderá querido lector, así es imposible afrontar las cuestiones importantes y los retos de futuro. Pues bien, en estos tiempos donde el partido agrarista de Holanda, un partido hasta ahora casi residual, ha ganado las elecciones al Senado y es cla

Perros

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  Ataques por perros descontrolados, algo frecuente. Así lo resumiría yo, al menos en nuestro entorno que cuenta con una población canina in crescendo y una numerosa población humana con una fuerte afición montañera, por lo que, si unimos ambas cuestiones, nos encontramos, de forma reiterada, con una tropa de aficionados al paseo montañero que acude acompañado de su can al que, frecuentemente, lleva suelto y descontrolado. Ya saben aquello tan socorrido de “el monte es de todos” y como consecuencia de ello, nadie se hace responsable de los daños ocasionados por estos perros sueltos y menos aún, si los daños son cuestiones menores, como la muerte de unas cuantas ovejas. Abandono, por un momento al menos, el tono jocoso para ponerme realmente serio y denunciar la situación que viven algunos ganaderos, pastores en su mayoría, que ven como sus ovejas son atemorizadas, ahuyentadas, atacadas y empujadas a tirarse a un río o por el acantilado. Ahora bien, el remate ha sido la paliza recib

La mesa de Arantxa

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  En casa de Arantxa, tienen un gran problema. La mesa de la cocina, alrededor de la que se juntan todos los miembros de la familia para comer y celebrar los acontecimientos familiares, cojea en exceso y por ello, tras analizarla detenidamente, Arantxa he decidido ponerle un calce y acabar, al menos temporalmente, con el problema de la cojera y con la molestia que supone que los platos y cazuelas bailoteen sin control. Eso sí, Arantxa es consciente que el calce no es más que un parcheo, una solución temporal y que la mesa requiere de una solución más radical pero valida para siempre, o al menos, para un buen tiempo. Algo así ocurre, si me permiten la licencia pseudoliteraria, con la mesa de la alimentación moderna donde se nutre el total de la población y que se mantiene, a trancas y barrancas, con una, dos, tres o cuatro patas, dependiendo del modelo de mesa que usted elija. El sistema alimentario moderno, el mercado, la industria agroalimentaria, el sector productor, las po

Vigilia artificial

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  Esta semana santa, me enfrento al reto de escribir mi homilía dominical, desde Armintza, ya saben, un coqueto puerto en la costa de Bizkaia, relajándome, del sofá a la cama y de la cama al sofá, para poder afrontar el trepidante periodo que se nos avecina. Leo, desde la distancia, páginas y páginas sobre la saturación turística de Donostia e imagino, ironía mediante, las calles y plazas de Amara, Egia, Intxaurrondo, etc., barrios fuera del propio Centro, abarrotadas de miles de turistas. Naturalmente que la situación es bien distinta en pleno centro y en zonas como la Parte Vieja, Gros y zonas de Antiguo, pero es lo que tiene ser una ciudad tan bella y agradable donde, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por impulsar la ciudad como referente de ciencia e investigación, la tradición histórica de la Bella Easo se impone y el turismo, cobra una fuerza inusitada. Imagino, ironía mediante, que esos donostiarras agobiados por las hordas de turistas, por no mencionar, esos gui