KANPOLIBREAN.Euskadi, coprotagonista del Año Internacional de la Agricultura Familiar



ESTE viernes, 22 de noviembre, tendrá lugar en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas, el lanzamiento oficial del Año Internacional de la Agricultura Familiar que se materializará a lo largo de todo el año 2014 (AIAF-2014).
Traigo a colación la cuestión, en primer lugar, por la importancia del tema y más si tenemos en cuenta que la totalidad del sector agrario vasco responde al perfil familiar que se reivindica y, en segundo lugar, no menos importante, como un sencillo pero sincero reconocimiento a sus promotores, entre los que destaca, cual llanero solitario, el Foro Rural Mundial que, independientemente de su rimbombante nombre, es una pequeña pero eficiente ONG radicada en Euskadi.
Pero comencemos, puesto que es mucha la gente que se pregunta ¿a qué nos referimos cuando hablamos de agricultura familiar? Y, si bien en Euskadi y en Europa puede resultar sorprendente apelar al término familiar para hablar de agricultura, no es menos cierto que en otros continentes, con gran potencial agrícola, algunos gobiernos, organismos y empresas están impulsando un modelo agroindustrial donde el único objetivo es atender las demandas de la agroindustria, del comercio internacional y las ansias de riqueza de grandes corporaciones aunque para ello haya que someter a mucha gente a un régimen socioeconómico cercano a la esclavitud.
Pues bien, en este contexto, lejano pero real, reclaman la agricultura familiar como una forma de organizar la producción agrícola y silvícola, así como la pesca, el pastoreo y la acuicultura, que es gestionada y dirigida por una familia y que en su mayor parte depende de mano de obra familiar no asalariada, tanto de mujeres como de hombres. Una familia ligada a una tierra, a un entorno, a una cultura local y a un paisaje.

El Foro Rural Mundial, con la complicidad y respaldo de cientos de asociaciones y organismos de la sociedad civil mundial, logró en el 2011, gracias a la ayuda de la delegación filipina, que la ONU proclamase 2014 como Año Internacional de la Agricultura Familiar al convencer a numerosas delegaciones con un breve pero atractivo argumentario donde, entre otros muchos argumentos, se recoge que la Agricultura Familiar (AI) es la mejora garantía para la alimentación de la población mundial y para combatir el hambre y la malnutrición. No debemos olvidar que el 70% de los alimentos son producidos por agricultores familiares; que la AI genera bienestar para los 2.500 millones de personas que pertenecen a familias agrícolas de un total de 3.000 millones de habitantes rurales en los países en desarrollo, además de estabilizar la población en amplias zonas rurales evitando su éxodo hacia macrourbes inhumanas; que la AI combate eficazmente la pobreza al impulsar un crecimiento del PIB al menos el doble de eficaz del generado en otros sectores; que la AI protege la biodiversidad al albergar un gran potencial de variedades locales adaptadas a los entornos también diversos, no conviene olvidar que hoy en día no más de 150 especies son cultivadas comercialmente, de las cuales 30 constituyen el 90% del aporte calórico a la dieta humana y solo cuatro (arroz, trigo, maíz, patata) representan más de la mitad de esa contribución calórica y finalmente, que la AI cuenta con la mujer productora al suponer cerca de la mitad de la mano de obra.
El término "agricultura familiar", ha superado la tendencia de los últimos años y dejado de ser considerado como algo arcaico y limitado únicamente a agricultores marginales del Tercer Mundo, y ha pasado a ser unos de los ejes centrales en el debate agrario y en el no menos importante debate humanitario, cuyo último fin debe ser erradicar la pobreza y hambruna que, para vergüenza nuestra, afecta a millones de personas.
Aprovechemos esta efeméride para poner las bases legislativas, comerciales, sociales y de otra índole por una agricultura más familiar, más humana, más apegada al terreno y para ello, este AIAF debe ser adoptado como la rampa de lanzamiento de una nueva conciencia agrícola que ponga a los agricultores frente a la agroindustria y el comercio internacional, en el centro de la acción política.
Ahora bien, reconociendo que la realidad vasca, estatal y europea es radicalmente diferente a los de esos otros países y continentes que nos vienen a la memoria cuando hablamos de esta realidad, no es menos cierto que Europa, tanto sus ciudadanos como sus dirigentes, deben ser conscientes de la evolución de la Política Agraria Común europea empeñada en liberalizar mercados, en utilizar la agricultura como moneda de cambio en las transacciones y acuerdos internacionales, dejando a los agricultores a los pies de los caballos del mercado.
Reaccionemos antes de que sea demasiado tarde.

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