Bilbao, agujero negro
La semana pasada Bilbao acogió la Convención Europea de la Montaña bajo el
título “Calidad desde las montañas: prosperidad para las personas y
territorios” organizada por Euromontana, organización que reúne a agentes,
entidades y administraciones de territorios de montaña cuyo objetivo es
dinamizar la vida y la actividad de dichas zonas, por definición, zonas con
limitaciones.
El tema central de la Convención fueron las cadenas de valor de
montaña en las políticas europeas del periodo 2014-2020 y más concretamente, la
vinculación entre los productos (principalmente, productos agroalimentarios),
los territorios, el medioambiente, las comunidades humanas y para ello,
conocimos de primera mano, las más de 300 personas allí reunidas, diferentes
experiencias de toda Europa donde dicha vinculación, sea a un ganado concreto
de alta rusticidad sea un producto ligado a las especificidades de un parque
natural, etc. supone un verdadero plus para la venta y comercialización de
dicho producto.
Lo que, en principio, supone una limitación y una adversidad en el
momento de producir (altitud de las fincas, razas autóctonas de escasa
productividad, climatología adversa, lejanía de cualquier centro poblacional,
orografía abrupta, etc) puede suponer
un punto a favor en el momento de ser promocionado y comercializarse en un
mercado abierto, con una oferta rebosante y con un exceso de productos estándar
donde la cuestión es llamar la atención del consumidor final y lograr su
compromiso de compra.
El precio es el único o casi omnipotente factor de compra en los
productos estándar y por ello, los productos agroalimentarios de montaña tienen
que recurrir a otros aspectos como la calidad (principalmente organoléptica)
para lograr la adhesión del consumidor que es conocedor de que cuando escoge un
alimento producido y elaborado en zona de montaña está haciendo una apuesta por
la preservación de los pastos y bosques, por el impulso de razas autóctonas,
por el mantenimiento de esas explotaciones agrarias con fuertes limitaciones
orográficas, en definitiva, por la dinamización de los municipios rurales que
asientan población a lo largo y ancho de todo el territorio.
Con este mismo objetivo, la comisión Europea aprobó, hace
aproximadamente 2 años, el Reglamento nº 1151/2012 que crea y regula la mención
de calidad facultativa “producto de montaña” que todavía no ha sido
desarrollada ni impulsada puesto que son varios los países y los agentes
sectoriales quienes consideran que podemos desorientar aún más al consumidor
con tanto sello, distintivo y logo y que lo que realmente necesitamos es, al
menos en este caso, es definir con claridad a qué nos referimos cuando hablamos
de producto de montaña.
En esas estábamos, cuando en el transcurso del obligado café
matutino, algunos comentaban la sorpresa que les suscitó que dicha Conferencia
de Montaña fuese organizada en el Bocho (agujero) Bilbaino mientras que yo
defendía la necesidad de acercar el mundo rural y más concretamente, nuestro
sector agrario, a una ciudad metropolitana como Bilbao.
Por cierto, una metrópoli situada a nivel del mar pero rodeada de
montañas en cuyas laderas, antaño, había numerosos caseríos (mi amama política,
Bittori, provenía del caserío Madariaga de Begoña) y que actualmente se haya
bien alejada, tanto física como mentalmente del sector primario.
Lo digo, porque con las personas que he consultado, algunas de
ellas productores pero también alguno de la distribución, me confirman que los
vecinos de la metrópoli bilbaina tienen unos gustos alimentarios bastante
diferenciados tanto del resto del territorio bizkaino como del resto del
territorio de la Comunidad Autónoma vasca. Me explico, los consumidores
metropolitanos , siempre porcentualmente y comparando con otras comarcas, beben
más vino de la Rioja Alta que los de otras zonas de Euskadi (será, como decía
el chistoso del grupo cafetero, porque las bodegas bilbainas y Viña Ardanza son
de Haro), consumen más cordero de Aranda que el
cordero lechal de aquí y se zampan bastante más queso castellano, tanto
de Castilla-León como manchego, que en el resto de comarcas.
Es por ello que, teniendo en cuenta que la mitad de la población
vasca vive en el área metropolitana o Gran Bilbao y teniendo en cuenta que esta
zona presenta una desapego inusual e incomprensible para con el producto local
vasco, considero necesario que el conjunto de las administraciones diseñen un
plan de promoción, sensibilización y comercialización, sostenido en el tiempo y
con un respaldo presupuestario suficiente para acometer dicho empeño que no es
otro que acercar los porcentajes de consumo de producto autóctono que se dan en
la metrópoli a los porcentajes del resto del país.
Tenemos, hablo como sector agroalimentario, en el área
metropolitana un verdadero agujero negro y debemos reaccionar para que lo que
hoy es un agujero negro se convierta, enlazando con el lema de la Conferencia
de Euromontana, en una montaña de oportunidades.
Xabier Iraola Agirrezabala
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