Fuera hace mucho frío


En el año 1952 vio la luz el Decreto sobre creación de Centrales Lecheras en municipios de más de 25.000 habitantes fijando que en aquellas poblaciones cuyo censo de población superase esa cifra, la recepción y suministro de leche debía llevarse a efecto en una o varias centrales lecheras.

A consecuencia de ello, el año 1953 se constituyó la cooperativa navarra de productores de leche (COPELECHE), en el año 1954 se constituyó la Cooperativa de productores de leche de Vizcaya y finalmente, en el año 1955, la cooperativa provincial de productores de leche de Guipuzcoa.

Posteriormente, durante varias décadas, las diferentes cooperativas provinciales fueron trabajando diferentes aspectos relacionados con la producción (mejora genética, alimentación, recogida de leche, envasado, etc) dándose incluso el caso de la cooperativa bizkaitarra que con el ánimo de facilitar la financiación de sus ganaderos fundó en el año 1967 la Caja Rural de Vizcaya, que posteriormente se llamó Iparkutxa, hoy integrada en Laboral Kutxa.

Durante estas décadas, las cooperativas presentes en los cuatro territorios forales fueron alcanzando una serie de acuerdos y ejecutando fusiones entra las mismas que culminó en el año 1999 con la creación de la cooperativa KAIKU de segundo grado y con la definitiva integración cooperativa en el año 2009. Eso sí, mientras tanto, allá por los años 1989 y 1990 se comenzó a gestionar de forma conjunta las diferentes instalaciones industriales de las cooperativas y se integró la división de leche de vaca de la cooperativa LANA de Mondragón para finalmente, adoptar la marca KAIKU como insignia común del grupo.

Es decir, la mayoría de los ganaderos vascos y sus cooperativas han tenido siempre bien claro que el futuro de sus explotaciones familiares ubicadas en zona de montaña, con todo lo que ello supone, pasa por la unión de las explotaciones para abarcar el conjunto de la cadena de producción comenzando por la producción y recogida de leche, pasando por la transformación y envasado además de la propia comercialización.

Por ello, nuestros ganaderos de leche en su mayoría, el 100% de los gipuzkoanos pero no así en Bizkaia, Araba y Nafarroa, producen su leche para que sea recogida por la cooperativa KAIKU, que a su vez, participa en el proceso de transformación y envasado en el grupo IPARLAT y participa también, en la marca comercial KAIKU (Gurelesa y Beyena) a través de su participación en la Corporación Alimentaria KAIKU. Es decir, nuestros ganaderos producen, su cooperativa recoge la leche, la entrega a la industria en la que participa y en dicha industria, se envasa la leche tanto para la corporación en la que participan como para la marca blanca de distribución.

Este nivel de estructuración se ha logrado con tiempo, sacrificio y unidad de criterio entre los ganaderos, comandados en sus principios, entre otros, por un líder carismático como Joxe Larrea y por la complicidad y apoyo del conjunto de instituciones que durante años, fueron adoptando, en muchos casos siendo fuertemente criticados y pasto de la incomprensión, una serie de decisiones y medidas con el único fin de acelerar y fortalecer la estructuración del sector.

Pues bien, en estos momentos, en vísperas de la desaparición del sistema de control de la producción conocido como las cuotas lácteas y cuando la liberalización de los mercados hace prever una mayor desregulación de los mercados, una mayor volatilidad, una mayor dependencia de factores externos realmente incontrolables y una bajada generalizada de precios para así poder acceder a los mercados internacionales, es en estos momentos cuando podemos y debemos resaltar la fortaleza del sector lechero vasco y más concretamente, de su estructuración corporativa.


Cuando la leche spot (leche no ligada a contratos con la industria y que se fija en base a los referentes internacionales de la leche en polvo) baja imparablemente y cuando las materias primas andan sin control en función de las cotizaciones bursátiles es entonces, cuando debemos destacar que nuestra cooperativa recoja siempre toda la leche de sus asociados, que tengamos unos mejores precios que los del entorno, que la venta de dicha leche esté asegurada porque la compra la industria en la que participa con una mayoría importante, que esta industria tiene una situación industrial saneada y potente, que dicha industria tiene toda su producción comercializada, que tiene su producción diversificada entre la marca propia KAIKU (con una amplia de productos de alto valor añadido) y entre un acuerdo con la cadena de distribución Mercadona que la garantiza importantes volúmenes.

Nuestro grupo (cooperativo-industrial-comercial) tendrá casi todos los problemas que tienen todos los agentes que operan en el mercado libre hoy en día y nuestros ganaderos, numerosos quebraderos de cabeza para sacar adelante sus familias. Ahora bien, creo de justicia, poner en valor el estado actual con una estabilidad envidiable y con un futuro bastante más alentador que el que tendríamos de no estar estructurados como estamos ahora.

Por ello, acabo, ni entiendo ni comparto aquellas actuaciones tanto del sector como de los responsables políticos que en vez de fortalecer aún más la unión del sector, favoreciendo la entrada de mayor número de ganaderos y el acuerdo con cooperativitas, se opte por remar en la dirección contraria auspiciando proyectos y aventuritas que lo único que hacen es perjudicar al propio grupo ya existente.


A los ganaderos integrados en la cooperativa KAIKU ni les faltan ni faltarán problemas en el futuro próximo pero todos, ellos y los dirigentes tanto sectoriales como políticos, deben ser conscientes que una vez desaparezcan las cuotas lácteas, fuera de la cooperativa hará mucho frío.

Xabier Iraola Agirrezabala

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