Camino se hace al andar

 



Mis lectores habituales son conocedores de mi paso por dos colegios, Puente la Reina en Navarra y Alba de Tormes en Salamanca, de una misma orden, los padres del sagrado corazón, popularmente conocidos como Padres Reparadores y en la jerga eclesiástica como los dehonianos, en honor al fundador.

De aquella larga estancia de 6 años en el internado no guardo más que buenos recuerdos aunque les tengo que reconocer que, al menos en los primeros cursos, se me hizo bastante duro aquello de no volver a casa más que en tres ocasiones al año, Navidades, Semana Santa y Verano. Particularmente dolorosa me resultaba la Navidad, mejor dicho los previos a la Navidad, cuando lloraba como una Magdalena al escuchar la pegadiza melodía del anuncio turronero con la sensiblera letra de “vuelve, a casa vuelve, vuelve a tu hogar “. 

Pues bien, no sé si es por el hondo recuerdo de aquellos anuncios o por el poso religioso adquirido en el colegio, la cuestión es que el espíritu navideño se apoderó de mí y desde hace un montón de años, llevo decorando el árbol del jardín con motivos navideños e iluminándolo, en versión rural del siempre loado Abel Caballero, para alegrar estos días al barrio en su conjunto.

El final de año en que nos encontramos es época de partos en gran parte de los rebaños pastoriles, rebaños que muchos de ellos han pasado el verano en la sierra y que afrontan la temporada de partos en las cuadras ubicadas en el fondo de los valles para una vez alcanzado el mes de mayo, nuevamente volver a subir a los pastos montanos y así, completar el ciclo natural de los rebaños y el ciclo de gestión donde los fondos de valle en invierno-primavera y los pastos montanos de la sierra conforman un todo, inseparable e interdependiente.

 

Pues bien, en esta época también suelen ser habituales los percances en la montaña y justo en uno de ellos, recientemente, han sido los equipos de emergencias los que tuvieron que acudir al rescate de dos montañeros que se quedaron atrapados por la nieve en la Sierra de Aralar y dada la compleja orografía del paraje, los equipos de rescate utilizaron para ello los accesos que se han habilitado hace poco. Los integrantes de los equipos de rescate hicieron lo correcto, utilizar el camino habilitado para todo tipo de usos, controlados eso sí. Ahora bien, resulta llamativo cuando menos, que demos por bueno, que lo es, la habilitación de caminos para estos usos especiales mientras nos echamos las manos a la cabeza si esos caminos son habilitados para el uso, especial y controlado, de los ganaderos que gestionan el monte. Cuanto más paradójico resulta que sean los montañeros, más allá de lo que hicieron personalmente los afectados por este rescate, quienes utilicen sin reparos esos caminos cuando un numeroso colectivo de grupos locales de montaña salieron en tromba contra la construcción y/o habilitación de dichos caminos. Tienen todo el derecho, por supuesto, de utilizar dichos caminos pero convendría recomendarles más empatía con los que reclaman dichos caminos para su vida y trabajo ganadero. 

Más aún, cuando en estos momentos hay 17 personas, electos municipales, forales y técnicos varios que están inmersos en un proceso judicial, simple y llanamente, por votar favorablemente a la ejecución de ese camino que tanto perjuicio iba a ocasionar a la madre naturaleza.

Las grandes áreas de pastos de montaña de nuestro territorio, algo extensible creo al resto de territorios de otras latitudes y especialmente en zonas muy queridas por los montañeros vascos como los Picos de Europa, más allá de los que abogan por el rewilding (asalvajamiento), requieren de la gestión humano-animal de los recursos naturales para que sea el ganado quien limpie ´a diente¨ los pastos, los abone al mismo tiempo con sus defecaciones y con ello, va transportando, naturalmente, las semillas de un lado a otro. Para ello, no obstante, el ganadero, siempre minusvalorado cuando no olvidado, requiere de ciertas infraestructuras para su quehacer ganadero y así requiere de chabolas con luz y agua, majadas, abrevaderos, quesería (en el caso de que elabore) pero una infraestructura que requiere, sí o sí, impepinablemente, por mucho que alguno se altere, es el acceso, una vía o una pista, que al parecer es la palabra maldita, para poder acceder en condiciones a su punto de vida y trabajo durante largas temporadas en verano-otoño. 

Los accesos son algo inevitable en la sierra de Aralar y en Aizkorri-Aratz, tal y como los son en las montañas de la siempre mitificada Iparralde (País Vasco-francés para los más lejanos) porque resulta incomprensible que aquellos que aluden el modelo de Iparralde como icono de la ganadería extensiva y sostenible sean los mismos que olvidan, premeditadamente quizás, que en Iparralde todas las chabolas de pastores, independientemente de la altura que se encuentren, cuentan con un acceso digno. 

Por cierto, hablando de pastores y ganaderos de montaña que practican la siempre alabada ganadería extensiva, no les pillará de sorpresa que esa misma gente, estos pastores y ganaderos de extensivo estén temblando, aparte de enfadadísimos, con la decisión del Gobierno Central, más concretamente del Ministerio de Transición Ecológica, de impulsar el borrador de la Estrategia para la Conservación y Gestión del Lobo en España que propone homogeneizar el estatus de protección de la especie a nivel nacional, incluyendo a todas las poblaciones españolas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, por lo que con ello, además de generalizar la protección de dicha especie, se aumentará y al parecer, se prohibiría la gestión de su población.   

Una vez más, me llama clamorosamente la atención que en un alarde de in-coherencia entre el dicho y el hecho, sean aquellos colectivos y partidos que más alaban la ganadería extensiva y de montaña quienes, simultáneamente, se opongan más fervientemente a la ejecución de infraestructuras para el trabajo ganadero y además, sean en gran parte, quienes más apoyan la protección del lobo aunque ello, lamentablemente, sea a costa de los ganaderos extensivos.

Paradójicamente, mientras termino este articulillo, escucho a Rafael cantando ese famoso villancico que dice “El camino que lleva a Belén, baja hasta el valle que la nieve cubrió. “.  

Xabier Iraola Agirrezabala

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