La conclusión del presidente
La sección de política del periódico viene cargada de noticiones pero me llama la atención la destitución fulminante de todo el consejo de ministros por parte del presidente. Según informó en la rueda de prensa posterior, fue en consejo de ministros donde adoptó la decisión de destituirlos a todos, como se dice vulgarmente, fulminados de raíz. El presidente ha dado todo tipo de detalles sobre los motivos de tan tremenda decisión y así, uno a uno, ha ido desgranando el detonante.
El presidente ha fulminado a la ministra de administraciones públicas que mediante orden ministerial, acto administrativo con el que evitó el refrendo del Consejo de Ministros, ha decidido el traslado de todas las sedes ministeriales, entidades gubernamentales, institutos oficiales y demás instituciones del gobierno central a municipios menores de 3.000 habitantes de cualquiera de las provincias. La orden prevé el traslado, forzoso y obligatorio, de dichos centros de poder y lugares de trabajo con el objetivo de recolonizar las provincias y comarcas que conforman lo que venimos llamando la España vacía, vaciada, ignorada, ninguneada y maltratada. El Presidente ha dado cuenta del malestar generado por dicha medida y los miles de mensajes de protesta recibidos en nombre de las familias afectadas.
En segundo lugar, el presidente ha destituido al ministro de Energía quien, al parecer, en un arrebato, publicó la consiguiente Orden que promueve el cierre de todas las centrales nucleares y de la mitad de las centrales hidroeléctricas del país para que dicha energía sea sustituida por biomasa producida con materia prima procedente de los bosques peninsulares. El previsible incremento del precio de la electricidad y lo costoso del impulso de la biomasa, ha generado numerosas protestas de las asociaciones de consumidores, además de más de una llamada de las poderosas empresas energéticas del IBEX.
No menos importante ha sido el jaleo creado por la ministra de Economía, lógicamente también destituida, quien en un alarde de poderío ha impuesto que todas las compraventas de alimentos y productos alimentarios deben garantizar, de abajo a arriba, que todos los eslabones de la cadena alimentaria fijarán su precio de venta una vez hayan garantizado que se cubren todos los costes de producción y además, se fije un 10% de beneficio a modo de, lo que en la jerga económica, se conoce como “beneficio empresarial”.
El ministro de agricultura y alimentación, también fulminado, ha impuesto que para alcanzar un grado suficiente de soberanía alimentaria hay que promover el autoabastecimiento de cada una de las familias españolas y por ello ha decretado que cada familia, deberá contar en su proximidad, una huerta de 50 metros cuadrados de donde abastecerse de hortalizas y verduras producidas bajo criterio ecológico en los que deberán contar con un pequeño gallinero para proveerse de huevos y además, que cada barrio o manzana, en función de su dimensión, deberá contar con una cabaña vacuna con la que abastecerse de leche y carne.
Ahora bien, parda es la que ha liado la igualmente destituida Ministra de Vivienda y Ordenación Territorial que con el objetivo de promover un urbanismo más amigable, acorde a un modo de vida más saludable y además, recuperar todos los suelos de alto valor naturalístico, medioambiental y agrario artificializado en las últimas décadas, ha decretado que todas aquellas viviendas y urbanizaciones construidas desde el año 1970 deberán ser derrumbadas y en su sustitución deberá impulsarse un urbanismo compatible con las estrictas normativas medioambientales de la Red Natura 2.000. La indignación de los representantes municipales ha sido de tal calibre que el presidente de la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) ha enviado un duro escrito al Presidente haciéndole llegar su total oposición a dicho decreto.
El ministro de educación, fulminado al instante, ha impulsado una Orden de reorganización de los centros escolares en todo el territorio, disminuyendo el número de centros y sacándolos a las periferias de las ciudades y aprovechando el viaje, ha decretado igualmente que todas las actividades extraescolares, tanto educativas como deportivas, deberán impartirse obligatoriamente en las inmediaciones de los centros escolares. Las federaciones de padres y madres echan humo puesto que dichas medidas de alejamiento provocan que los niños estén, prácticamente, todo el día fuera de casa y de su entorno municipal más próximo.
La ministra de Sanidad, igualmente destituida, con el objetivo de recortar gastos teniendo el agujero presupuestario ocasionado por la Covid, ha determinado que los centros ambulatorios de los municipios reduzcan a 3 días su apertura y que en las capitales de provincia sólo habrá una oficina de farmacia cada 100.000 habitantes. Todo ello, siempre, en aras a racionalizar el servicio y el gasto público.
Finalmente, la Ministra de Transición Ecológica, fulminada, eso sí, de forma sostenible ha levantado las iras de los habitantes de las ciudades mayores de 50.000 habitantes que tras la publicación de la pertinente Orden se verán obligados a compartir los jardines y plazas públicas con todas las especies de fauna salvaje que la Unión Europea dice proteger y así, los ciudadanos deberán convivir en alegría y cordialmente en sus paseos por los jardines y en las zonas de juegos delas plazas públicas con jabalís, corzos y lobos. Eso sí, la orden contempla una serie de indemnizaciones y subvenciones que facilitarán la convivencia.
Sigo leyendo las declaraciones del presidente quien, a las preguntas de los medios de comunicación allí presentes, reconoce su sorpresa ante la actuación de los diferentes ministros y afirma que la única conclusión razonable parece ser el origen de los ministros. Según expone el presidente, el informe final de la Comisión de Investigación creada especialmente para analizar tal comportamiento del colectivo de ministros concluye que la inexplicable actuación de los ministros viene determinada por su origen. Todos los ministros eran de pueblo.
Voy por el último párrafo de la noticia cuando escucho, ¡riiiiiiiiiiiiiiiiiing! ¡riiiiiiiiiiiiiiiing! ¡riiiiiiiiiing!, me levanto y una vez despierto, le digo a mi mujer que esta noche he tenido un sueño rarísimo, ¿una pesadilla? me pregunta y yo le respondo, para nada, pero creo que es un sueño que me da claves para entender lo que les ocurre a agricultores y población rural en general.
Xabier Iraola Agirrezabala
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