Miradas entrecruzadas

 

(Imagen de Essure en Pinterest)


Soy consciente de que muchos de mis habituales lectores han echado en falta mis filípicas semanales y les reconozco que, para un humilde juntaletras como yo, sus comentarios, por lo privado, y sobretodo sus halagos, me reconfortan y me animan a seguir dando la mandanga. Vuelvo de un breve viaje a Andalucía, asfixiado de calor, emocionado por su patrimonio cultural e impresionado por ese mar de olivos que te acompaña a lo largo y ancho del viaje.

Pues bien, recuperando la memoria de tiempos no tan lejanos, le recuerdo que el pasado 14 de Junio las organizaciones agrarias vascas ENBA y EHNE protagonizaron una concentración para dar cuenta de la asfixia que viven los productores, principalmente de vacuno de leche y vacuno de carne, por el alza del coste de los inputs, destacando sobremanera, el coste del pienso, la energía eléctrica y el gasóleo agrícola.

Tras dicha concentración, tal y como tenían previsto, ambas organizaciones se reunieron con las principales cadenas de distribución (Eroski, BM, Mercadona, Carrefour y Lidl) para trasladarles la insostenibilidad de la situación y la imperiosa necesidad de introducir cambios en su forma de actuar, principalmente, implementando las medidas que posibiliten que el precio de venta al público (PVP) pueda retribuir más justa y equitativamente a los productores.

Si bien las cadenas con las que se reunieron cuentan con una fuerte presencia en Euskadi y por lo tanto, actúan a modo de oligopolio, no es menos cierto que cada una de ellas tiene una incidencia desigual en los productos abordados, leche y carne, y que la actuación y actitud de cada una de las cadenas con cada uno de los productos es, igualmente, desigual.



Ahora bien, yendo por partes, en lo que respecta a la leche (dejo la carne para un posterior artículo), todas las cadenas comparten el diagnóstico de la insostenibilidad de la cadena láctea en su conjunto y que los bajos precios PVP imperantes en los lineales impiden que se pueda retribuir justa y dignamente a todos los eslabones de la misma, especialmente a los ganaderos, ahora bien, así mismo, todos alegan que ellos no son culpables de la situación, al menos no los principales, y como expertos futbolistas, aplican con gran destreza la técnica de “lanzar balones fuera”.

Los más grandes se escudan en que no se les puede exigir que se lancen a la piscina sin asegurarles que hay agua en la piscina y los menos grandes, se escudan en la pasividad del grande, para justificar que ellos tampoco se quieren mojar.

Por otra parte, si bien estoy convencido que no pactan precios, lo que sí les puedo confirmar es que tienen un inmejorable servicio de espionaje mutuo y que conocen al dedillo cada uno de los movimientos del contrincante. No dan un paso sin haber mirado de reojo a lo que hace el vecino y, en este infernal juego de miradas entrecruzadas, el productor acaba quedándose bizco, cuando no muerto, y lo que es más triste, estas cadenas, si bien conocen a la perfección lo que hace el adversario, no son conscientes que descuidan y abandonan a su suerte al proveedor, al ganadero, que espera encamado en la UCI el fin de esta incomprensible guerra donde todos pierden y nadie gana.



Pues bien, durante estas últimas semanas se han dado numerosas movilizaciones por todo el Estado, en Euskadi fue sonada la Marcha Láctea celebrada el 25 de agosto en Hernani con una columna de tractores y coches por un recorrido de varias cadenas de distribución, y tras dichas protestas, se han dado unos primeros pasos que se han materializado en una pequeña, pero positiva, subida en el PVP por parte del líder en cuota de mercado en el Estado, Mercadona, que ha sido seguida de una forma desigual por parte de las principales cadenas, situando el mísero 0,60 como umbral mínimo (ahora tenemos un 45% de la leche por debajo de este umbral).

Digo mísero, por fuerte que le resulte a alguien, porque, ustedes, señores lectores-consumidores, deben ser sabedores que según el Informe del Observatorio de Precios del Ministerio, elaborado antes de la subida del pienso de otoño de 2020, el PVP mínimo para poder cubrir los costes del conjunto de la cadena fluctúa alcanza los 0,68 euros, por lo que es bastante comprensible que los ganaderos, en aras a transmitir un mensaje claro y sencillo al consumidor final, hayan manifestado que por debajo de 0,70 euros/litro no hay dignidad para la cadena láctea y sobretodo, para el sector ganadero.

El primer paso ha sido positivo y deberá ser consolidado, a las buenas o a las no tan buenas, en el conjunto de las cadenas de distribución para, posteriormente, ir avanzando en la senda correcta y alcanzar el PVP mínimo de 0,70 euros quedándose como referencia clara para la marca de distribución que, aunque no se lo crean, alcanza el 56% de las ventas de leche. Hago mención a la marca de distribución o marca blanca, por su porcentaje de ventas, pero sin olvidar que en el 44% restante, de leche de marca de fabricante, aunque los precios sean superiores, no todo el monte es orégano, y así, con sólo acudir al comercio más próximo, podrá corroborar que también hay marcas, famosas y líderes, que juegan, peligrosamente, al oferteo y al precio más bajo, cuando debieran, en toda lógica, adaptar su PVP a semejanza de la marca de distribución.

Como comprenderán, mi obsesión con que suba el PVP de la leche no está provocado por unas ansias de perjudicar al consumidor final y beneficiar a los industriales si no por la total convicción de que un PVP adecuado es requisito imprescindible para que los ganaderos puedan percibir una remuneración justa y digna por su trabajo.

Como decía, los ganaderos andan bizcos con las jugarretas de la distribución. Espero y deseo, no haberles mareado con tanto dato.



Xabier Iraola Agirrezabala









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