Conclusiones gallegas

 


Francisco y Jorge, Jorge y Francisco, son una pareja inseparable e incombustible. Exprofesores de la Universidad de Santiago de Compostela, legalmente jubilados, pero intensamente activos en lo que se refiere al seguimiento, análisis e investigación sobre el sector lácteo en su más amplia expresión.

Tomen nota si es que todavía no los conocen o no han leído nada de su extensa obra, como decía, sobre el mundo de la leche de vaca, del vacuno de leche y de sus ganaderos. Por cierto, me refiero a Francisco Sineiro y a Jorge Santiso.

Ambos fueron ponentes en una jornada láctea organizada por la organización agroganadera ENBA en la localidad de Zaldibia, a las faldas del majestuoso Txindoki.

Jorge Santiso subrayó la necesidad de enfocar la cuestión láctea en su conjunto, integrando tanto la leche de vaca como las de oveja y cabra, y con una visión integral de los diferentes destinos de la leche puesto que, mientras la leche envasada desciende progresiva e imparablemente, el queso y otros productos lácteos, por el contrario, tienen una evolución positiva. Así, mientras en 1995 la leche de vaca se destinaba en un 64% a leche envasada y un 17% a queso, en el año 2023, la leche envasada bajó hasta el 45% pero el queso subió hasta el 25%. Además, si miramos a la leche de las tres especies, en el año 2023, la leche envasada suponía un 38% y el queso, otro 38%. Primera conclusión, de mi cosecha personal, más atención hacia el mundo quesero, tanto por los ganaderos y cooperativas como parte de las industrias lácteas.

Santiso puso también el foco en al consumo de lácteos fuera del hogar, por cierto, algo difícilmente de analizar puesto que está prácticamente ausente de las estadísticas oficiales, pero según Santiso el consumo de lácteos fuera del hogar sube imparablemente y así, mientras en 2012 suponía un 30%, en 2023 alcanzó un 42% del consumo aparente. Para los no expertos en la materia, menda el primero, se entiende por consumo aparente, el volumen de leche consumida en el total de productos lácteos bien sea leche líquida, queso, helado, yogur, postres, productos industriales, etc. Es decir, toda la leche que consumimos en sus diferentes versiones traducido en litros de leche. En el año 2023, el consumo aparente fue de 11.505.000 toneladas y el 58%, 6.672.900 se consumieron en el hogar, y el restante 42%, 4.832.100, fuera del hogar. Segunda conclusión, de cosecha propia, más atención al consumo extra doméstico.

 El otro experto, Sineiro, trató cuestiones como el mercado internacional de la leche, el precio abonado al productor, las posibilidades de diferenciación de precio en la leche y tendencia de futuro. Todas ellas interesantísimas y perfectamente expuestas con un tono académico, pero fácilmente comprensible para los allá reunidos.


A mí, personalmente, me interesó sobremanera la cuestión de los contratos y la negociación de precios, la importancia de estructurar el sector ganadero en torno a figuras como las OPs, organizaciones de productores, y la importancia de dotar al sector de unos contratos indexados donde se incorporen los diferentes factores o variables que afectan y determinan, o debieran, el precio abonado al productor. Dijo Sineiro, que es imposible que el único factor a tomar en cuenta sean los costes de producción del ganadero, si no que, el contrato indexado entre ganadero e industria, debiera adoptar el coste de producción como uno de los factores en la fijación del precio, el más importante me atrevería a decir yo, pero que dicho factor debiera ser acompañado y/o complementado por otros factores como, por ejemplo, el destino de dicha leche, el precio medio de la leche de otros países del entorno, el precio de venta al público, etc.

Con ello, el precio final dependerá de la evolución, al alza o a la baja, de cada uno de los factores que participan en la construcción del precio y de esta manera, ambas partes del negociado tendrían acordada previamente una herramienta flexible y adaptable a los vaivenes de las coyunturas del mercado.

Al volver a casa, exhausto por los nervios de la Jornada, no podía quitarme  estas últimas palabras de Sineiro de la cabeza, porque, suponen, en cierta forma, un pequeño jarro de agua fría para los que piensan que lo único que hay que tener en cuenta son los costes de producción del ganadero pero también, digo yo, supone una defensa para el ganadero frente a aquellas industrias, tal y como publican desde la OP Agaprol, que lo que quieren es que el factor único sea el precio publicado por el FEGA, con el único objetivo de impedir cualquier subida, o frente a aquellos otros que pretenden fijar el precio valiéndose de un análisis comparativo del precio percibido por los ganaderos de diferentes zonas o comunidades pero olvidando, casualidades de la vida, incorporar ningún factor vinculado a los costes de producción del ganadero.

En definitiva, tercera conclusión, si tenemos que indexar, al menos, que sea para mejorar la frágil situación del productor, en caso contrario, es mejor estarse quieto y no hacer cómo que hacemos, para que sigan mandando los de siempre.

 

Xabier Iraola Agirrezabala

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