¿Es el enemigo?
El
estreno de la película ¿Es el enemigo? en homenaje al entrañable humorista Gila
coincide con el anuncio del acuerdo sobre Mercosur recientemente presentado
ante la sociedad.
Como
decía, el acuerdo anunciado el pasado 6 de diciembre en Montevideo por parte de
los cuatro países que conforman el grupo Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y
Paraguay) y la Comisión Europea, representada por su presidenta, Úrsula Von der
Leyen, supone el cierre de una ronda de negociaciones que se ha mantenido
abierta durante 25 años.
La
complejidad del acuerdo queda bien patente si nos fijamos en la tardanza en
alcanzarlo y si bien hace cinco años, en 2019, se alcanzó un acuerdo, al
parecer, al hallarse en un periodo de elecciones al Parlamento Europeo y la
firme oposición del país agrario por antonomasia, Francia, hicieron que se
retrasase la firma de aquel acuerdo que, ahora, un lustro después, nos llega, a
falta de su ratificación en instancias europeas como el Consejo y Parlamentos
europeos así como en los parlamentos de los estados miembro, dependiendo de la
base legal del acuerdo, por cierto, aún sin determinarse.
La
institución europea que representa a los países tendrá que reunir al menos
15 socios (un 55 % de los 27 Estados miembros) que representen a un
65 % de la población de la Unión Europea a favor del acuerdo, por lo que,
mucho deberán esforzarse países como Francia e Italia que han mostrado su oposición
al acuerdo para camelar a otros 13 países, además, de cierto peso poblacional.
Imagino
al gran Gila, buscando en la guía telefónica el número de Emmanuel Macron para
advertirle de las fechorías del enemigo, pero viendo el incendio que tiene
montado en su gobierno, desgobierno mejor dicho, el humorista ha optado por
llamar a Bruselas, a la oficina de la espigada Úrsula Von der Leyen, para
preguntarle aquello de “¿Es el enemigo?”, consciente de que la germana ha dado
la espalda a sus compañeros de la boina.
El
estado español, por su parte, ha mostrado bien a las claras su firme apoyo al
acuerdo puesto que, y esto es cosecha propia, a pesar de las heridas que pueda
acarrear en su sector primario, el estado español piensa que este acuerdo le
permitirá, dados los lazos históricos con dichos países, ostentar un protagonismo
entre ambos bloques y que, en consecuencia, los beneficios serán mucho mayores
que los perjuicios que la gente del campo vaticinan.
Imagino
al gran Gila llamando al palacio de la Moncloa preguntando aquello de, “¿Es el
enemigo?”, incrédulo ante las palabras del ministro de Economía, Carlos Cuerpo,
que con el claro propósito de minimizar los daños ocasionados por el acuerdo ha
afirmado una frasecita de marras, «Limita la importación de carne a un filete
por persona al año», una frasecita que puede atragantársele cuando los daños
ocasionados en el campo comiencen a visibilizarse.
Pues
bien, como podrá imaginar, en un acuerdo de estos, ambas partes de la mesa
tienen sus prioridades y sus ámbitos de cesión ya prefijados de antemano,
tienen claras sus fortalezas y sus debilidades, así como las de sus contrincantes
y por ello, habrá que mirar con sumo detalle en la letra pequeña, cuáles son
los beneficiarios o perjudicados, los ganadores y los perdedores, de cada
bando.
Las
reacciones ante el anuncio del acuerdo lo dicen todo, los agricultores europeos
han salido en tromba denunciando dicho acuerdo por ser altamente perjudicial
para su sector y los consumidores europeos englobados en BEUC, han alertado de
que el acuerdo aumentará el comercio de productos, como la carne, que no
cumplen con los estándares de la UE, además de minar los esfuerzos para
reducir la huella de carbono de la UE, eso sí, mientras, la gran patronal europea ha salido
celebrando el acuerdo que, en su opinión, lanza un mensaje claro de que Europa
es favorable a un comercio abierto basado en reglas. Se les ha olvidado decir,
vuelvo con la cosecha propia, que las reglas, en este caso, no son las mismas a
ambos lados del charco, al menos, en lo que a producción agraria se refiere.
Ya
lo recogía un informe del Banco de España elaborado ante el infructuoso acuerdo
del 2019, donde hace análisis de los sectores y su ventaja comparativa, concluyendo
que los países de Mercosur tienen una clara ventaja comparativa en animales,
vegetales, alimentos, madera y minerales. Más claro, agua.
Aún
así, nuestro amigo el plano, el ministro del ramo, se ha posicionado claramente
favorable al acuerdo. Quizás, disponga de una información que no disponemos el
común de los mortales ni la gente del campo que ha salido a la contra. Quizás,
le guste la carne brasileña o quizás, lo más seguro, el ministro de Economía,
el ínclito Cuerpo, le ha invitado a mantenerse en un segundo plano puesto que las
expectativas para la economía española en general son muy altas, aunque sea,
sacrificando, la economía del campo.
Visto
lo visto, imagino al gran Gila, tras haber llamado a la Moncloa y a Bruselas,
buscando en la guía el número del ministerio, para espetarle a Luis aquello de “¿es
el enemigo?”.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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