NIREA, el compromiso personal


Esta semana es la elegida por el PP para dar a conocer el nombre de su cabeza de lista al Parlamento Europeo y, tal como apuntaban todas las quinielas mediáticas, el elegido por el presidente Rajoy no es otro que Miguel Arias Cañete, actual titular de la cartera de Agricultura.

Está visto que mis homilias semanales no las lee apenas nadie y que no pinto un carajo, al menos en lo que a la política estatal se refiere, puesto que no hace mucho escribía sobre el exceso de propuestas de candidatura centradas en la persona de Cañete y terminaba diciendo que donde mejor estaba nuestro “Mieltxo” es en el caserón de Atocha al frente de un Ministerio que conoce perfectamente y sobre el que tiene las ideas claras, aunque también hay que reconocerlo, a veces erradas.

Un día antes, martes, en el Kafe Antzokia de Bilbao tenía lugar la presentación de la iniciativa NIREA que aúna a casi todos los agentes sociales del sector primario (sindicatos, cooperativas, asociaciones forestalistas, cluster agroalimentario, centros de gestión, cofradías de arrantzales, etc) quienes hacen un llamamiento a la sociedad vasca para que se comprometan con el sector primario y el mundo rural en general, para potenciar una relación fluida y equilibrada entre las caras urbana y rural que nuestra sociedad alberga y, todo ello, apelando a un compromiso personal de todos y cada uno de las personas que vivimos y consumimos en Euskadi.

Un compromiso personal y vital pero que, al menos, debiera reflejarse en el momento de la compra apostando por los productos locales, de cercanía y calidad porque cada vez que elegimos, por ejemplo, un filete de aquí, sea Azpeitia, Artziniega o Muskiz, estamos apostando por la economía del ganadero, de sus proveedores y empresas que le prestan servicios, estamos apostando por el correcto mantenimiento de las praderas de su caserío y con ello, además de luchar contra los incendios, impulsamos la gestión del paisaje que tanto nos gusta a nosotros pero que también es altamente valorado por los miles de turistas que nos visitan, etc.


En definitiva, emulando la típica frasecita que decía “actuar en clave local, para ofrecer soluciones en clave global”, el compromiso personal de cada uno de nosotros, debe reflejarse y materializarse en cada uno de los momentos y ocasiones de compra porque con tu opción de compra, con tu actuación en clave local, activas el mecanismo de las soluciones en clave global, por muy txikito que sea nuestro mundo más cercano.

El origen es uno de los principales factores de compra, principalmente en lo que a producto fresco se refiere y si bien, la toma en consideración del origen es bastante menor de lo que a los propios baserritarras les gustaría, no es menos cierto que, en este último año, el origen de nuestros productos es tenido en cuenta por los comerciales y cadenas de distribución. En caso contrario, no tendría sentido el bombardeo que sufrimos los consumidores de folletos donde “ostentosamente” se recoge el origen “España” de la fruta y hortaliza mientras, paralelamente, se silencia el origen de su carne. Es decir, potencian su punto fuerte y silencian, lo que ellos consideran como sus puntos débiles.

Igualmente, siguiendo con el mismo argumentario, constatamos el apego por el origen de los productos por parte de los consumidores si nos atenemos a las prácticas, o mejor dicho, malas prácticas de algunas empresas alimentarias que con diferentes artimañas intentan ocultar el origen de sus productos y algo peor, en muchos casos, engañar sobre dicho origen. He podido constatar cómo se etiqueta como “alubia tolosana” una alubia cuyo origen, según la propia etiqueta, era León; unas guindillas de nombre de resonancias vascas como “Gurutxe”, producidas en China y envasadas en Calahorra; una carne belga o irlandesa presentada en baldas adornadas con la ikurrina y el lema “producto local”; lentejas pardinas (típicas de castilla y león) marca blanca Hacendado de procedencia norteamericana o aquellos garbanzos con la marca La Asturiana (introduciendo una referencia geográfica que no se ajusta a la realidad) que procedían de México; vainas y pimientos marroquies bajo la marca euskérica “Izarra”, etc.

Un suma y sigue infinito que incrementa la desconfianza del consumidor final y que nos obliga a todos los consumidores a hacer un seguimiento exhaustivo y continuo de las compras que hacemos para comprobar si el origen y calidad de los productos que adquirimos es el que creemos o el que nos indican o insinuan a través de la marca o etiquetado. En la mayoría de los casos no hay nada ilegal o denunciable judicialmente pero lo que no hay duda es que sí es patente una falta de ética de dichas empresas por intentar engañar al consumidor.

Haciendo nuestro el programa NIREA y perseverando en nuestro compromiso personal, en el momento de compra, por el producto local de calidad sabemos que acertamos por nuestro bien y por el de nuestros vecinos y amigos, los baserritarras, por nuestros montes y praderas, por nuestro paisaje, … en definitiva, por nuestro país.

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