¡De aquellos barros, estos lodos!
Recientemente escribí un artículo sobre la malvada política de
etiquetado de alimentos y sobre la necesidad de ir clarificando
conceptos, términos, eliminando malas prácticas y que los
consumidores denuncien, aprovechando la facilidad de acceso a las
redes sociales que tenemos todos y cada uno de nosotros, lo que
consideramos una práctica abusiva o fraudulenta por parte de
determinadas empresas para confundir al consumidor final y así,
arrimar el ascua a su sardina.
Pues bien, tras aquel artículo, un lector me lanzó la siguiente
pregunta ¿cuáles son los ingredientes de un filete? y yo, tras
superar los primeros minutos de asombro puesto que considero que un
filete no tiene más ingredientes que la propia carne, pude conocer
un ejemplo práctico de etiquetado “malvado” donde una importante
empresa cárnica murciana etiquetaba como filete lo que, en verdad,
es un preparado cárnico salmuerizado donde además de un 85% de
carne se pueden encontrar con agua, sal, proteína de soja, proteína
de leche, azúcar, aromas, estabilizantes y antioxidantes. ¡Ahí es
nada!
Según parece, si hubiese sido un filete “a secas”, además de
que no tendría esos añadidos que alargan su caducidad, deberían
haber etiquetado incluyendo el origen del animal, el lugar de engorde
y finalmente su lugar de sacrificio pero, al ser un preparado cárnico
estos requisitos no son obligatorios por lo que, legalmente, se
cumplen todos los requisitos legales.
Algo parecido ocurrió hace bastantes años por estos lares cuando
una serie de empresas y agentes que no querían incluir el origen de
los animales comercializados y fue gracias a una enmienda de la
organización agraria ENBA a través del parlamentario popular Iñaki
Oyarzabal cuando se aseguró, al menos, que la carne amparada por el
label Euskal Okela fuese nacida, engordada y sacrificada en Euskadi y
creo que, mirando hacia atrás, fue una medida acertada que da
seguridad y confianza a los consumidores vascos frente a la avalancha
de producto foráneo que llega a nuestros mercados queriendo
“vasquizarse” bien a través del sacrificio en mataderos vascos
bien a través de comerciales de nombres con inequívocas referencias
vascas.
Lo digo una vez más, la referencia al origen del producto debe ser
algo importante para el consumidor cuando constatamos, una y otra
vez, que empresas comercializadoras y distribuidoras apelan a un
origen que ellos estiman atractivo para vender lo que, en realidad,
no es. Termino, porque de lo que realmente quiero hablar hoy es del
conflicto lácteo, refiriéndome a los numerosos corderos de
Iparralde y del sur de Francia que son consumidos en nuestra Vasconia
como “cordero de Castilla” tras haber sido sacrificado en tierras
castellanoleonesas.
Pues bien, cambiando de tercio, utilizo la expresión “conflicto
lácteo” para trasladarles el difícil momento que vive el sector
lácteo europeo con unos precios bajísimos que son tan preocupantes
que, incluso, el comisario europeo Phil Hogan se ha caído del guindo
y comienza a dar muestras de preocupación porque lo que se estimaba
iba a ser un festín por la conquista de los mercados exteriores, la
eliminación de las cuotas lácteas, no es tal y ahora, tras
comprobar que el tirón chino se desinfla, comienzan a no saber qué
hacer con tanta leche puesto que los cantos de sirena en pro del
aumento de producción han tenido un notable éxito en los países
del Norte de Europa pero también en otras latitudes como Nueva
Zelanda o Estados Unidos y el exceso de producción, cómo no,
presiona los precios a la baja.
En esta tesitura, el pasado día 17, unos 15.000 ganaderos gallegos
salían a la calle en protesta por los bajos precios, claramente por
debajo de los costes de producción reconocidos por el Ministerio, y
por la amenaza de no recoger la leche por parte de algunas
industrias. Tienen toda la razón los ganaderos allá presentes pero
manifestado mi apoyo, creo que hay que empezar a llamar a las cosas
por su nombre y reclamar responsabilidades, comenzando por los
ganaderos de base, por cooperativas, industrias hasta alcanzar a la
propia administración gallega y española (con un gallego de pro al
frente) ante la falta de políticas púbicas y privadas en favor de
una estructuración cooperativa del sector productor y por la falta
de un proyecto industrial de base cooperativa que aúne la mayoría
de la leche gallega con volumen suficiente para abordar proyectos de
valor añadido que vayan más allá de la leche líquida y nuevos
mercados bien solos o en colaboración con otros proyectos
cooperativos.
Igualmente, los ganaderos franceses, más bravos que nadie en el
momento de escenificar su enfado, han optado por cerrar con sus
tractores el acceso a puntos neurálgicos para el turismo galo y con
ello han provocado que, incluso, el presidente Hollande salga a la
palestra mostrando su empatía con la angustia de los ganaderos y
además de sacarse un cheque de 600 millones de euros, claramente
insuficientes para los ganaderos, apelando a los franceses a que
consuman productos de origen francés.
En ambos casos y en los que aparecerán en los próximos tiempos
queda patente, la falta de recursos y herramientas con que las
administraciones cuentan en el momento de apoyar a su sector
productor pero creo que a ninguno de ellos les pillará de sorpresa
esta situación puesto que es la consecuencia, directa y lógica, de
las decisiones políticas que ellos mismos han ido adoptando a lo
largo de los últimos años (eliminación del sistema de cuotas,
reducción de las políticas de mercados como intervención,
almacenamiento, etc, ) pero, principalmente, por la imparable
tendencia de apertura de los mercados globales donde el sector
primario y la alimentación son la contrapartida “sacrificada” en
favor de otros sectores (industria, servicios, financieros, etc.),
con mayor predicamento entre los mandamases europeos, que quieren
abordar nuevos mercados más allá de las fronteras europeas.
Como dice el refrán, ¡De aquellos barros, estos lodos!
Xabier Iraola Agirrezabala
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