OCNIs en nuestra galaxia
Habitualmente
se utiliza la expresión “el mundo se acaba dos veces al año, el
31 de julio y el 31 de diciembre” refiriéndose a esas dos
fatídicas vísperas de fechas clave donde todo pichichi quiere
solventar los temas pendientes y se alivia, mentalmente al menos, al
comprobar la mesa limpia de papeles tras haber trasladado, vía email
o guaxap, nuestro problema a otro. ¡Ahí te va eso que yo me voy de
vacatas!
Pues
bien, este año creo que la cosa se está complicando porque noto una
cierta efervescencia incluso antes de comenzar oficialmente la
temporada estival y es por ello que voy a aprovechar la ocasión para
hacer una pequeña entresaca y trasladarles unas cuantas cuestiones y
reflexiones que me han parecido lo suficientemente interesantes.
Comienzo
informándoles que Altzo, pequeño municipio de Tolosaldea, cuenta en
adelante con un coqueto espacio, una preciosa borda apegada al
caserío Iriarte, para albergar pequeños eventos donde el contacto
con la huerta y el amor por el producto propio, además de la
privacidad y discreción, serán sus banderas. Es la apuesta personal
de mi amiga Pili Zubiarrain (bien acompañada por dos cocineros
jóvenes salidos del BCC) por la diversificación y conociéndole, sé
que, una vez más, volverá a sacar leche de un palo. ¡Suerte!
Frente
a lo recogido del proyecto de Altzo, grande, gigantesco diría yo, es
el éxito obtenido por los baserritarras de Eibar, que haberlos
haylos, quienes mostrando una unión y fuerza impensables han logrado
paralizar un disparatado plan especial para Arrate. Un plan donde el
consistorio, intentando justificar una actuación en las cercanías
del santuario de Arrate y quizás queriendo redimir penas por tener
abandonadas su 20 hectáreas públicas, pretendía hacer la puñeta a
los baserritarras integrando aproximadamente 300 hectáreas de
terreno, eminentemente, de propiedad privada. Pues bien, la unión de
todos los baserritarras y sus familiares ha logrado echar por tierra,
temporalmente al menos, los planes municipales con un respaldo, en
principio, de la oposición y finalmente, unánime. ¡Enhorabuena!.
Todo un ejemplo.
Gigantesco
es también el esfuerzo que hacen diversos agentes y colectivos para
acercar entre sí el mundo rural y urbanos, un trabajo ingente que
requiere de una estrategia amplia, compartida y sostenida en el
tiempo para que, entre muchos, podamos lograr que la dos caras de una
misma sociedad, la cara rural y la urbana, sean copartícipes de un
mismo presente y, esperemos, de un mismo futuro.
En
este sentido quisiera apuntar que han lanzado ya la cuarta edición
del programa ONGI ETORRI BASERRIRA (¡Bienvenidos al caserío!) que
se celebrará los días 7 y 8 de Julio y donde 29 caseríos de
Gipuzkoa y Bizkaia abren sus puertas, gratuitamente, para que la
gente urbana conozca el día a día de sus familias, su modo de vida
y de trabajar y, de paso, conozcan esos pueblitos que, en muchos
casos, no saben ni ubicarlos en el mapa. La gente que esté
interesada tiene plazo hasta el 30 de Junio para inscribirse por lo
que les invito a entrar en www.ongietorribaserrira.eus
e inscribirse antes de que se llenen todas las plazas. Por cierto,
aún recuerdo el rifirrafe que tuve con una señora de Donostia que
se enfadó conmigo al recriminarle no saber dónde estaba Urnieta,
situado a 5 minutos de la Bella Easo, y por recordarle que el mundo
no acababa en el túnel de Amara. Mi capacidad de sorprenderme ya
está colmatada y por ello, pocas cosas me sacan de mis casillas,
pero comprenderán que me subleve al constatar que conocemos
perfectamente las calles de la City londinense mientras ignoramos
donde está Bidania o el bellísimo embalse de Urkulu.
Ahora
bien, tan importante o más, es que la gente urbana conozca los modos
de vivir y trabajar de los baserritarras y que conozca el proceso de
cultivo o manejo del ganado, la gestión de los pastos y bosques para
que luego, cuando vaya a comprar sus alimentos a un establecimiento,
sepa y recuerde lo que hay detrás de cada pollo, huevos, filete,
botella, leche, etc. Cuando alguien pide “yo, muslo” debe, o
debiera al menos, saber que el muslo solicitado no es una pieza
independiente que se cría aisladamente en el seno de una bandeja
sino que es una parte del cuerpo de un animal que es gobernado,
alimentado y sacrificado y del cual se sirve, de forma separada, su
ansiado muslo. No crean que exagero, hay mucha gente que lo piensa.
El
consumidor final, cada vez más urbano, cada vez más alejado del
campo donde se producen los alimentos, cada vez más ajeno a las
tradiciones culinarias propias de cada tierra, cada vez más
convencidos de que cocinar es perder el tiempo y este tipo de
consumidor es, así lo apuntan todos los datos, un campo fértil para
la industria alimentaria que procesa los alimentos y que nos da
proporciona todo tipo de alimentos procesados haga su agosto con la
comercialización de esos procesados que algunos estudiosos han
venido a llamar OCNI (Objeto Comestible No Identificado) que no es
más que un pseudoalimento del que desconocemos su origen, su
composición y en definitiva, su alma.
No
hace mucho se hablaba de la existencia de OVNIs en nuestra galaxia y
ahora, comprobamos, que somos nosotros mismos, los extraterrestres
que se alimentan de OCNIs, eso sí, a beneficio de la industria
alimentaria (al menos de algunos) y a beneficio de obtener mayor
tiempo libre para malgastarlo ante alguna pantalla. Por ello, a lo
dicho, déjese de OCNIs, aterrice, ponga los pies en la tierra y
acérquese a un caserío. Su mente y su estómago, se lo agradecerán.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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