INSUFICIENTE
La semana pasada un pequeño grupo de jóvenes guipuzcoanos, alguno
de ellos sin llegar incluso a la adolescencia y todos ellos
vinculados familiarmente al sector vacuno lechero, participaron en un
viaje a Araba y Nafarroa donde además de visitar explotaciones de
diversa índole y agrupaciones de maquinaria, también encontraron un
hueco para el ocio, visitando el Parlamento y divirtiéndose de lo
lindo en un circuito de karts de la capital alavesa.
Este viaje que combina la formación con el ocio pretende ser un
primer paso (además de su participación previa en un curso de
jueces de la raza frisona) en la conformación de un pequeño grupo
de jóvenes que apuesten por el futuro del sector, empezando por
apuntalar el futuro de las explotaciones familiares de las que
provienen para, en la medida de las posibilidades, impulsar nuevas
“vocaciones” que puedan ir integrándose en nuevas o
explotaciones ya en activo pero sin continuidad de futuro.
Les narro esta pequeña iniciativa, además de reconocer y aplaudir
el empeño personal de mi amigo Joxan, tan ilusionado como
esperanzado porque son pequeños pasos como éste los que, poco a
poco, pueden insuflar algo de oxígeno en un sector agrario altamente
envejecido y, en principio, poco atractivo para las nuevas
generaciones.
Sin querer ser alarmista y consciente de que el primer paso para
afrontar un problema es tomar consciencia del mismo, quiero traer a
colación los inquietantes datos del informe del FEGA (Fondo Español
de Garantía Agraria) sobre la tipología de los perceptores de
ayudas comunitarias que nos informa que únicamente el 0,52% de los
perceptores vascos y el 0,41% de los navarros son menores de 25 años,
que los oficialmente jóvenes agricultores (menores de 40 años)
apenas alcanzan el 9% en Euskadi y el 6,14% en Nafarroa mientras los
mayores de 65 años, oficiosamente, jubilados, superan el 35% en
Euskadi y el 47% en Nafarroa.
El perfil de los perceptores de ayudas directas no es la foto
automática del sector porque hay subsectores vegetales como el
hortícola, vitícola, frutícola y/o sectores ganaderos como el
porcino, avícola, cunícola que apenas perciben ayudas para la
faceta productiva si bien no es, menos cierto, que si tenemos en
cuenta las ayudas al desarrollo rural que perciben todos los
subsectores, incluidos los del área vegetal y ganadera antes
mencionados, tampoco es que la foto se altere gravemente puesto que
el porcentaje de jóvenes apenas llega al 1% tanto en Euskadi como en
Nafarroa
Ahora bien, vistos los dramáticos datos, ¿qué podemos hacer para
asegurar la continuidad del sector primario?, es más, ¿cómo
pretenden atraer los gurús de la cosa, los líderes sectoriales y
los políticos de diferentes administraciones a nuevos jóvenes a un
sector con estas expectativas de futuro?.
Lo digo con tanto pesar como esperanzado puesto que creo que, sí o
sí, el primer sector (como le gusta llamarlo a la Consejera Tapia)
tiene futuro en una sociedad cada vez más preocupada por su salud y
por su medio ambiente pero, tal y como dice mi amigo y jefe Iñaki,
el relevo generacional debe surgir, principalmente, del
convencimiento y empeño personal de los actuales productores,
quienes convencidos del futuro de su explotación, deberán trabajar
con tiempo y tesón la implicación de sus hijos/as en el proyecto
familiar cuyo futuro debe sustentarse en un análisis compartido
entre mayores y jóvenes no vaya a ser que, una vez más, los mayores
diseñen una explotación que genera, cuando menos, el desapego de
sus propios hijos/as, es decir, si el futuro de la explotación va a
ser protagonizado por los jóvenes, también ellos deben participar
en su diseño.
No busquen formulas mágicas en ninguna de las medidas que se
propongan en los diferentes planes administrativos puesto que la
reconducción de la preocupante situación provendrá de toda una
batería de medidas que combinen medidas económicas, legislativas,
sociales, etc.. Medidas económicas que van desde las ayudas a la
primera instalación, la recuperación de la añorada ayuda a la
prejubilación, los pagos anuales para la transmisión contemplados
por Europa pero desechados por Euskadi, financiación inicial para
los proyectos empresariales, un sistema de monitorización comercial,
etc. Medidas legislativas como la promoción de mercados, impulsar
una política de compra pública que genere nuevos nichos para los
jóvenes, normativas de política de tierras ambiciosas con unos
bancos de tierras valientes, cuando no osados, y una ordenación del
territorio que preserve las tierras de orientación agrícola para
tal fin. Medias sociales que vayan desde la prestidigitación del
noble oficio de la producción primaria, la vinculación entre
productores y consumidores así como una política de desarrollo
rural integral, donde la cosa se asumida por el conjunto de los
departamentos de las administraciones, que vaya perfilándose hacia
una verdadera política territorial que, incluso, ¿porqué no?,
llegase a depender directamente del propio Lehendakari.
Lo digo como lo pienso, no hay soluciones mágicas ni soluciones
únicas. Eso sí, lo único que queda claro es la clamorosa necesidad
de abordar la cuestión con visión integral y horizontal, dejarse de
seguir los patrones rutinarios y arrojarse a la piscina,aunque sin
perder de vista que el rejuvenecimiento del campo requiere bastantes
medidas que van más allá de las ayudas y otras cuestiones meramente
económicas y es por ello que, creo que es más necesario que nunca
contar con un liderazgo político claro y potente que trabaje en red
y de forma compartida con el conjunto del sector.
No es que lo estemos haciendo mal pero, queda meridianamente claro,
que lo que estamos haciendo hasta ahora, es totalmente insuficiente.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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