Todo un profesional
El pastelero me llamaba de joven
un compañero de batallas cuando según él, era capaz de negociar, retocar y retorcer
mis argumentos sobre todo aquello que él consideraba intocable, la esencia a
preservar y la columna vertebral sobre la que, según su opinión, se asentaba
toda nuestra filosofía.
Con la edad, como se imaginarán,
la cosa no ha ido a mejor, según el punto de vista de mi amigo de lucha y creo
seguir siendo una persona con ideas y criterio propio pero, precisamente por
eso, al estar tan seguro de lo que opino, al mismo tiempo, ello mismo me
permite ser lo suficientemente flexible, tolerante y pragmático para, en la
medida de lo posible, sacar adelante mis propuestas.
Estos últimos días donde el país
gira ante el conflicto inexistente del pin parental que nos han colado los
voxeros, huyo como gato del agua de dichos conflictos virtuales para centrar
mis neuronas en otros temas más reales y que me preocupan y ocupan algo más. Precisamente,
recientemente leía una información sobre
la numerosa gente que percibe ayudas directas de la PAC (Política Agraria
Común) aún ejerciendo otra actividad ajena a la agricultura. Resumiendo, la
gente que en nuestra argot sectorial denominamos “agricultores mixtos” en tanto
en cuanto tienen, además de la actividad agroganadera, otra remuneración
proveniente de la fábrica, servicios, funcionariado, etc.
Estos productores mixtos,
pluriactivos los llamaría yo, son la inmensa mayoría de los productores vascos
(situación trasladable a otras muchas comunidades autónomas) que comparten
tiempo y fatiga entre la actividad primaria con el objetivo de complementar su
renta base proveniente de otras actividades no agrarias y con otro objetivo, no
menos importante, al menos en la vertiente cantábrica, como es el mantenimiento
y cuidado de las tierras y bosques familiares que en gran parte están ubicados
en la proximidad de la casa familiar.
Estos productores pluriactivos,
mixtos, cumplen además de una función medioambiental innegable, una función
social básica en tanto en cuanto mantienen población en una zona montañosa como
la nuestra y de una forma tan diseminada como es característica en nuestra zona
cantábrica. Finalmente, creo que también cumplen una nada despreciable
aportación a la renta sectorial a base de explotaciones pequeñas, familiares,
sostenibles que bien se dirigen a la venta de proximidad bien se orientan
comercialmente a otros mercados a través del movimiento cooperativo y/o
asociativo.
Soy consciente del desdén, cuando
no desprecio, con el que muchas veces nos hemos referido a ell@s como
competidores desleales de los verdaderamente profesionales sin caer en la
cuenta que en comunidades tan industriales y de servicios como la nuestra, en
la actualidad, el número de activos es tan reducido que las alarmas saltan en
los despachos institucionales pero también sectoriales ante la imparable bajada
de profesionales y de pluriactivos. Tanto es así que ni la desaparición de
estos pluriactivos beneficia a los profesionales tras desaparecer los que
considerábamos competidores ni nuestro panorama mejora en tanto en cuanto los
“profesionales” son tan minoritarios que no generan la masa crítica requerida
para justificar ni determinados servicios sectoriales, agrupaciones,
cooperativas pero tampoco otro tipo de infraestructuras sociales básicas
indispensables para la vida diaria.
Ahora que nos encontramos en
pleno trabajo de diseño de la nueva PAC y que el estado deberá definir los
instrumentos y apoyos a integrar en las políticas y cuáles serán las
condiciones que deben cumplimentar los beneficiarios que ostenten la categoría
de “agricultor genuino” es el momento de decidir qué y dónde deben tener
prioridad los productores “profesionales” pero así mismo, considero que este momento es una inmejorable
oportunidad para reflexionar sobre qué hacer con ese numeroso colectivo de
productores pluriactivos (con un porcentaje de dedicación agraria muy amplio) y
fijar qué tipo de apoyos vamos a dispensarles para que no abandonen
completamente la producción y consiguientemente, abandonen el medio natural.
Como decía, de joven este amigo
me llamaba el pastelero y una vez leído este artículo, más de uno de mi circulo
se sorprenderá con mis palabras, por si estoy haciendo dejación de mi histórica
defensa de los “profesionales” o si estoy pasteleando con aquellos mixtos,
pluriactivos, a los que quiero camelar.
Ni una cosa ni la otra. Para mí,
la profesionalidad poco tiene que ver con el tamaño o con el régimen legal que
uno ostenta. Soy consciente que la dimensión de la explotación, el tiempo
dedicado a la actividad y el porcentaje de renta que uno perciba de la
actividad agropecuaria hacen que uno tenga que hacer bien las cosas en todos y
cada uno de los aspectos y ello es lo que le hace merecedor de la calificación
de profesional. No obstante, conozco muchísima gente, monoactiva, cotizante del
régimen agrario y que aún así, son muy poco profesionales del campo.
Defendamos y mimemos a los
profesionales. Prioridad absoluta para ellos, Reflexionemos, asimismo, sobre
qué hacer con los pluriactivos. La desaparición de éstos últimos será una gran
pérdida para todos, incluso para los profesionales.
Xabier Iraola Agirrezabala
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