El dúo dinámico

 


Pedro Sánchez, presidente del Gobierno Central, ha cometido una reforma en su equipo de gobierno, introduciendo importantes cambios en la parte socialista mientras la parte aliada, la de UP, sigue intacta. Los cambios han sido de tal calado que han dejado desorientados hasta los propios afectados y a la prensa que sigue la cuestión política que supera con creces, la tarea o campo de acción que pretende abordar este humilde juntaletras.

En lo que afecta al sector primario y al mundo rural, son tres los ministerios que inciden de forma directa en nuestro negociado. Por una parte, está el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con competencias directas en la parte productiva, industria alimentaria y en los mercados agrarios; en segundo lugar está el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico con competencias directas en todo lo concerniente al cambio climático, medio natural y al reto demográfico que asola al mundo rural y finalmente, aunque no hubiésemos sido consciente de su importancia hasta la semana pasada, el Ministerio de Consumo que, tal y como hemos visto, desde las políticas de consumo saludable incide notablemente en el mundo agroalimentario y con ello, consecuentemente, en la parte productora.

Pues bien, como sabrán, estos tres ministerios se han salvado de la quema y sus ministros siguen al frente de sus responsabilidades. Albergo la duda, si el mantenimiento de estos tres ministros debe entenderse como un respaldo presidencial a su acción ministerial o si, por el contrario, existen otro tipo de factores (cuotas territoriales, cuotas de partido, etc.) que les haya permitido salir indemnes.

Garzón, en mi humilde opinión, se salva por su condición indispensable en los equilibrios internos de Unidas Podemos. Ribera, es la verdadera apuesta de Sánchez, tanto para abordar el reto del Cambio Climático, así como para que el PSOE sea referente en el movimiento verde tan relevante en la juventud. Planas, finalmente, se salva por ser capaz de gestionar un ministerio harto difícil, nada atractivo para aquellos políticos con miras a ascender y porque, con su perenne sonrisa, no se ha metido en charcos importantes.


Ahora bien, tal y como decía el Lehendakari Ibarretxe, no actuar o mostrarse pasivo también es actuar, más aún cuando el resto del mundo se mueve alrededor tuyo. En esta tesitura considero que se encuentra el ministro, Luis Planas, al que se le están acumulando los problemas por doquier y así, además del ninguneo que le someten los dos ministros antes citados, Garzón con la carne y Ribera con el lobo y la gestión de los espacios naturales, el ministro del ramo, se encuentra metido en un bucle donde es incapaz de cerrar temas que tiene sobre la mesa como son las negociaciones de la PAC, la reforma de la Cadena Alimentaria depositada en el Congreso y directamente, ligado con ello, la crisis de precios que vive el sector productor que lo dirige hacia la extinción.

Ahondando en esto último, no le descubro el Cantábrico si le digo que los productores, en nuestro caso especialmente los ganaderos, se encuentran inmersos en una doble crisis provocada por la congelación, cuando no bajada, de los precios que perciben por su producción mientras los inputs (alimentación animal, electricidad, gasóleo, mano de obra) suben de forma insoportable y mientras tanto, el Ministerio, cuyo cara reconocible es el simpático ministro, pero que en el día a día es pilotado por el tecnócrata Fernando Miranda, muestra una inexplicable pasividad o inacción en el momento de adoptar medidas valientes y eficaces.

 

 

Ambos, tanto Planas como Miranda, saben perfectamente que además de la poderosa industria agroalimentaria, el eslabón que estruja y exprime la cadena alimentaria hasta dejarla sin oxígeno es la distribución pero, una vez más, las autoridades se muestran implacables con el débil (productor) pero timoratos con el poderoso (distribución) y escudándose en argumentos tan legales como peregrinos, dejan que las empresas de distribución campen a sus anchas y destruyan el sector productivo a cambio de unas miserables centésimas de cuota de mercado.

En estos momentos, donde según recogen diversos informes sobre el consumo alimentario, además del precio, son los alimentos frescos y el producto local, los vectores que traccionan el consumo y atraen al consumidor al establecimiento, la distribución, tanto aquella que cuando habla de producto local se está refiriendo a un producto de su comarca o comunidad autónoma como aquella otra que se refiere al producto del estado español, deben saber que más pronto que tarde se pueden quedar sin proveedores de producto local-estatal (salvo el de una pocas macrogranjas, tan eficaces como rechazadas por el consumidor final) y entonces, lamentablemente, se verán obligados a cambiar el relato y donde dije, producto local y agricultura familiar, digo, producto global y agricultura industrial.

Por lo tanto, señores Planas y Miranda, el dúo del Ministerio de Atocha, reaccionen antes de que se queden sin productores que les bailen sus melodías.

Xabier Iraola Agirrezabala

 

 

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