Ya os decía yo

 


El acuerdo entre Partido Popular y VOX en la Comunidad Valenciana ha soliviantado los ánimos de mucha gente, particularmente, entre la gente de izquierda. Con dicho acuerdo, por otra parte, el presidente Pedro Sánchez, ha logrado lo que tanto ansiaba al adelantar la convocatoria de elecciones al Congreso al 23 de Julio, que no era otra cosa que acercar las elecciones a la fecha de configuración de ayuntamientos y gobiernos autonómicos con un PP del brazo de VOX. Veremos qué efecto tiene el acuerdo valenciano, y los que vengan, en el resultado electoral de Julio. Entonces, la misma noche del 23 de Julio, todos tendremos un amigo o cuñado que dirá aquello de “ya os decía yo”.

Desde la lejanía me ha llamado la atención que, nuevamente, lo digo tras lo ocurrido en Castilla y León, sea VOX quien vaya a dirigir la cartera de Agricultura y la duda que me surge es, si es consecuencia de una exigencia propia de VOX o, si por el contrario, es el PP quien ha decidido desprenderse rápidamente de esta cartera, no vaya a ser que les exijan otras carteras, en teoría más golosas, como Urbanismo, Economía, etc.

Mi estimado Fernando Fernández-Such, escribió ya hace unos años, unos interesantes artículos sobre el progresivo avance del mensaje de Vox en las zonas rurales y en la España vaciada, además de alertar, sobre la incapacidad de la izquierda, principalmente la ubicada a la izquierda del PSOE, espacio político en el que él se ubica, para conectar con la población rural y el sector agrario.

No le faltaba razón, ya que viendo los mensajes y soflamas que lanza el partido de marras en favor del sector rural, la caza y la tauromaquia y, si nos fijamos en su escenificación, observando dirigentes políticos que no han cogido una azada en su vida, vestidos en plena Castellana como si volviesen de la finca, tenemos que reconocer que, por muy irrisorio que nos parezca, han logrado que su mensaje cale y así, entre los votos captados en el medio rural, los captados entre los auto-exiliados del rural que viven ricamente en las ciudades y los solidarios con sus familiares del pueblo, entre todos, han obtenido unos resultados electorales que otros muchos ya quisieran para ellos.


Pues bien, hace unos meses escribí, “ya os decía yo”, sobre la revuelta agrarista que se ha producido en Holanda ante un Gobierno holandés, impulsado por las instituciones europeas, que ha puesto en marcha un durísimo plan para reducir las aportaciones de nitrógeno del sector ganadero para lo que se ha fijado como remedio la reducción de un 50% de la cabaña. Las tractoradas y las protestas impulsaron hasta lo más alto al partido agrarista y en esas seguimos. Ahora, dicho sea de antemano, en una dimensión algo menor, la incertidumbre llega a Irlanda donde, nuevamente, la directiva de nitratos va a suponer una reducción de la cabaña lechera, verdadero eje vertebrador del sector primario irlandés.

Llámese directiva nitratos, llámese Agenda 2030, Pacto Verde o como se quiera, la cuestión es que la facilidad con la que la Unión Europea estruja y atosiga a sus productores con una normativa medioambiental que crece exponencialmente y dificulta, además de limitar, la capacidad productiva europea, al mismo tiempo que se abren las puertas a alimentos que, ni de lejos, ni cumplen los estándares de calidad que se les exigen a los alimentos europeos ni tampoco cumplen los condicionantes medioambientales, socio-laborales, sanitarios, transgénicos, etc. que tanto se afanan en hacer cumplir a los productores europeos.

Europa lleva décadas, “ya os decía yo”, abandonando su capacidad productiva, cediendo su soberanía alimentaria a otros continentes y es por ello, fácilmente comprensible que los productores europeos sea sientan abandonados y como la moneda de cambio que Europa sacrifica en los numerosos acuerdos comerciales que viene firmando con diferentes países y entidades internacionales.

Si Europa no es capaz de lograr las cláusulas espejo, es decir, que los acuerdos comerciales recojan que los alimentos y materias primas que provengan de esos países y continentes cumplan los mismos condicionantes que Europa se exige para si misma, los populistas, en este caso de la derecha, tendrán el campo abonado para recoger sus frutos electorales. Así de sencillo, reciprocidad.

En caso contrario, la derecha populista se saldrá con lo suyo y yo, como buen listillo, les susurraré a la oreja, aquello de “ya os decía yo”.

Xabier Iraola Agirrezabala










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