Viva el capital

 





Vuelvo de vacaciones y me encuentro con el patio político, realmente revuelto. Los resultados del 23 de julio, cara a la conformación del nuevo gobierno central, parecen planificados por el mismísimo Lucifer. Nadie tiene mayorías suficientes. El ganador parece perdedor y los perdedores parecen ganadores. Unos y otros, tienen que negociar y para ello, nada mejor que comenzar marcando terreno, líneas rojas, teóricamente infranqueables pero que, posteriormente, son postergadas al olvido.

Ahora bien, observo que, en pleno verano, se han ido conformando diversos gobiernos autonómicos donde los resultados requerían de complejos acuerdos entre diversas fuerzas del centroderecha y derecha plena, como el de Extremadura, Aragón, Baleares o Murcia.

Más allá de felicitar al consejero aragonés, mi amigo Angel Samper, exsecretario general de ASAJA-Aragón, quiero destacar lo que ha ocurrido en el Gobierno Balear, donde la responsabilidad agraria ha sido asignada a Joan Simonet, hasta ahora, gerente de ASAJA Baleares, por lo tanto, intuyo que profundo conocedor del mundo agrario, pero la verdadera novedad en dicho gobierno viene con la designación de mi amigo Fernando Fernández-Such como director de agricultura, aunque conviene reseñar que, en la legislatura anterior, en el gobierno de coalición PSOE-Podemos liderado por Francina Armengol, actual presidenta del Congreso, también estuvo en el mismo cargo y que, Fernando, es destacado miembro de Podemos, y ahora, de Sumar.

Este gesto del consejero popular, Joan Simonet, de mantener, en lenguaje popular, a un podemita como Fernando es, en mi humilde opinión, una decisión valiente del consejero, porque más allá de las críticas de los populares a Fernández-Such en la legislatura pasada, ha sabido reconocer la valía personal y el trabajo bien hecho por él. Algo, al parecer, reconocido por colectivos y entidades de diferente ideología que conforman el mundo rural balear. Por lo tanto, enhorabuena a ambos, al consejero Simonet y al director, Fernández-Such.

He querido destacar y poner en valor este gesto, tan singular como inusual en la política actual, porque hemos llegado a un punto tal, de tal debilidad como sector en su conjunto, que ni podemos ni debemos perder ninguna persona, asociación, entidad, organización, etc. que trabaje en pro del sector agrario y rural.


Ni podemos ni debemos perder más capital y por ello, es de agradecer este gesto de generosidad del consejero Simonet que, en vez de cumplir las expectativas obvias y erradicar con el equipo y las políticas de la legislatura anterior, ha sabido valorar lo positivo, recuperarlo para la nueva etapa y, cómo no, imagino que también impulsará sus propios planteamientos.

La debilidad del sector agrario y rural en su conjunto es de tal gravedad que se requiere del trabajo, impulso, colaboración y crítica propositiva de todas aquellas personas y entidades que, más allá del bien particular, buscan el bien general y del conjunto del sector.

Ni podemos ni debemos prescindir de políticos que desde diferentes y antagónicos puntos de vista trabajen, más allá del titular y de la foto, en pro del sector primario, por lo que, es más necesario que nunca, más allá de la crítica legítima, valorar y reconocer el trabajo que se hace tanto en labores gubernamentales como desde la oposición.

Ni podemos ni debemos prescindir de más capital humano y en ello quiero, apuntar también, la perdida de capital humano y de conocimiento que se está produciendo en las diferentes entidades que componen el mundo agrario y rural (asociaciones, sindicatos, cooperativas, centros de gestión, organizaciones, etc.) que, ante la innegable e imparable reducción del tejido productivo agroganadero, va desangrándose, poco a poco, silenciosamente, sin grandes aspavientos, con una pérdida de capital humano y técnico desde estas asociaciones, tan débiles como el propio sector, hacia la seguridad que garantiza el poderoso y variado entramado de las administraciones públicas. En los últimos meses, las diferentes administraciones (ayuntamientos, gobiernos, diputaciones, etc.) están desarrollando un potente proceso de estabilización de su personal, cuyo fin último, a requerimiento de instancias europeas, es la reducción de la gran tasa de temporalidad en la administración pública y este proceso, como comprenderán, es por otra parte, una vía por donde el sector, boletín a boletín, oposición a oposición, pierde capital humano y con ello, se hunde aún más en su debilidad.

Quizás este debilitamiento del tejido asociativo sea visto con buenos ojos por algún dirigente que considera que con ello se facilita su acción política. Craso error. Esos dirigentes, al igual que ha hecho el consejero balear, deben encender las luces largas y luchar, desde el puesto que desempeñan, para que el sector agrario, no se descapitalice más.

Todo ello, sin hablar del proceso de descapitalización que se viene dando las últimas décadas en el sector productivo, cuestión que vengo tratando desde el inicio de los tiempos.

A lo dicho, NO a la descapitalización. ¡Viva el capital!

Xabier Iraola Agirrezabala

 


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