Una piedra en el zapato
En estos últimos tiempos ando
clamando en el desierto sobre la necesidad de fijar una metodología de precios
indexados para todos y cada uno de los subsectores productivos por aquello de
dotar de transparencia al mercado, proporcionar de herramientas al eslabón más
débil de la cadena, el productor, y, en definitiva, hacer que la cadena
alimentaria en su conjunto sea más justa y con ello, más sostenible en el
tiempo.
Hay subsectores que claman al
cielo por que no se tiene para nada en cuenta los costes de producción que
soporta el productor primario y hay otros subsectores donde se desconoce cómo y
donde se fija el precio y en base a qué factores se fija por parte de aquella
persona o instancia que lo hace. Por ello, es necesario dotar al sector de una
metodología de construcción del precio final, acordado y consensuado por todos
los eslabones de la cadena.
Por todo ello, es el subsector de
la carne de vacuno el que centra todos mis desvelos y esfuerzos últimamente, a
pesar de la incomprensión de personas, cooperativas y empresas directamente
implicadas en la materia y justamente por ello, es comprensible el interés que
suscitó la conferencia de Javier López, director general de la interprofesional
PROVACUNO que habló en Hernani del descenso de oferta de animales, del aumento
de la demanda, sobre todo de la exportación y que redondeó su alocución con una
frase que halagó el oído de los ganaderos allá presentes, al afirmar que la
vaca nodriza es el motor del sector cárnico, si no hay vacas (haciendo
referencia al descenso en los censos de vacas), no hay terneros y si no hay terneros,
bien por que se exportan o por que el cebo no es rentable, no hay carne. Así de
sencillo, así de rotundo.
Como les digo, escribo
principalmente sobre esa piedra en el zapato que me trae por la calle de la
amargura pero, no quisiera ser repetitivo y por ello, creo que es de justicia
abordar lo que está ocurriendo en el sector lácteo donde tenemos un panorama
europeo con un precio medio de 53,87 céntimos de euro por litro de leche en
diciembre del 2024, según el observatorio lácteo europeo, mientras el precio medio de la leche en el estado
es de 47,77 céntimos según esa misma entidad pero de 0,49 según el FEGA,
entidad ministerial. Euskadi, por su parte, retirando de la tabla el caso de
Canarias, minoritario y singular por su insularidad, tiene un precio medio de
0,522 que sería el precio medio más alto de todo el estado, por lo que, sin
echar cohetes, conviene destacar el papel, teniendo en cuenta su peso en la
CAV, en positivo, jugado por el cuarteto Cooperativa Kaiku, Iparlat, Mercadona
y Corporación KAIKU. A Euskadi, le sigue, muy de cerca, Asturias, pero le
sigue, bastante de lejos, el precio medio navarro que se sitúa en 0,486 o el gallego
que se sitúa en 0,472
Por ello, no me extraña que los
ganaderos gallegos anden rebotados por la situación y es fácilmente comprensible
que haya organizaciones, como la gallega Unions Agrarias, hayan puesto en
marcha una campaña de denuncia exigiendo “Precios justos, ya” y que se hayan puesto
en contacto con los parlamentarios gallegos para acabar de una vez por todas
con el diferencial en el precio que perciben sus ganaderías.
El estado español sigue perdiendo
ganaderos de leche y así, este último año, el 2024, se quedaron por el camino
653 ganaderías y de ellas, 372 se perdieron en Galicia. Euskadi, por su parte,
perdió 9 ganaderos y Navarra 10.
La tendencia descendente en el
número de ganaderías es imparable, dado que los precios percibidos por el
ganadero ni son como para tirar cohetes ni para animar a los hijos/as para que
sigan con la actividad ni dan el margen suficiente como para contratar a alguna
persona empleada y así, aliviar la carga de trabajo, y facilitar la
conciliación social y familiar que demanda la gente joven.
Como se suele decir, no todo es
dinero, pero hay que reconocer que el dinero, si facilita la vida, sobre todo,
cuando tienes una piedra en el zapato fastidiándote la existencia.
Xabier Iraola Agirrezabala
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