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INSISTENCIALISTA

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No sé si le ocurrirá a usted, estimado lector, que cuando anda trabajando sobre un tema, el grado de concentración es tal que, a riesgo de ser un pesado, no ve más que cuestiones relacionadas con el dichoso tema y para más inri, le es mentalmente imposible, abordar otra serie de cuestiones diferentes al tema de marras. Pues bien, últimamente ando muy centrado en la cuestión del relevo generacional en nuestros caseríos y por lo tanto, ya me perdonará la insistencia (utilizo la expresión de “insistencialista” para referirme cariñosamente a los miembros de ELKARRI, grupo pacifista caracterizado por su insistencia en sus postulados), siguiendo la estela de un artículo anterior titulado “Orgullo Rural” creo conveniente abordar nuevamente esta cuestión y/o problemática. Comienzo refiriéndome a un magnífico documento cuya lectura acabo de finalizar titulado “La sucesión en la ganadería familiar: El ovino de leche en el País Vasco” que es la tesis doctoral de la socióloga

Un fin de año calentito

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Mi amigo Juan Ramón, señalando con el dedo sus labios, solía afirmar con acierto y sabiduría el dicho aquel de “un segundo aquí (en la boca), una eternidad aquí (tocándose el michelín) y así, haciendo realidad la máxima del azkoitiarra, aquí vuelvo yo, a la vuelta del periodo navideño, habiendo recogido ya todos los adornos, figuritas, pinos y luces que puse a lo largo y ancho de la casa y, como les decía, con un par de kilos más que engalanan mi “gerribuelta”, como diría el salado de Paulino en el programa Kontrako Eztarria de ETB. Pues bien, dado que mi último artículo coincidió con las elecciones del 20-D, no tengo más remedio que comenzar refiriéndome a las mismas y constatando, en lo que respecta a España, el fuerte “suelo” de los populares así como el susto dado por Podemos que, visto lo visto, queda a la espera del segundo asalto para sobrepasar de una definitiva vez a los socialistas y erigirse en referencia de la izquierda estatal y por otra parte, fijando la vist

Ilusión láctea

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Hace unos cuantos años recibí la llamada de mi buen amigo Joxemanuel Goikoetxea, ya fallecido tras una larga enfermedad, y ex de muchas cosas pero sobretodo un verdadero líder del sector agrario que supo, desde sus diferentes responsabilidades, impulsar proyectos y estructuras que sustentasen la actividad en un sector primario tan pequeño y difuso como el vasco. Pues bien, a lo que iba, Joxemanuel me llamó nervioso porque el mandamás de la empresa láctea de base cooperativa EMMI de Suiza, inesperadamente, había aterrizado en Loiu con el propósito de dar una charla a ganaderos encuadrados en la cooperativa KAIKU y hacía falta activar unos cuantos ganaderos para que llenasen la sala a modo de atrezzo y el orador no se viese frustrado por su escasa capacidad de convocatoria. Pues bien, los que acudimos a dicha charla, como se suele decir coloquialmente “para hacer bulto”, salimos mareados con la avalancha de números, estadísticas y conceptos que se nos escapaban al común de

Las ausencias del debate (decisivo)

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Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo, también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar todos los rincones de la casa. Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que aguanté hasta el final.

Orgullo casero

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El imparable aumento de la población mundial previsto por todos los organismos internacionales hace que tanto las empresas agroalimentarias multinacionales como los estados más poderosos hayan fijado el sector agroalimentario entre sus prioridades. Ahora bien, esta prioridad global no casa con las prioridades locales o más cercanas y menos con las prioridades personales de cada uno de nosotros pues de otro modo resulta difícilmente comprensible que en un panorama global tan, en principio, goloso nos encontremos con un sector productor cada vez más reducido y envejecido. En Euskadi, tenemos un sector agrario con unos titulares cuya edad media es de 58 años, es decir, en puertas de la jubilación “legal” y si acercamos la lupa a la estadística comprobamos que sólo el 10% de los titulares es menor de 40 años (40 años es el límite fijado por la Unión Europea para considerar a un productor, joven agricultor o no) y si miramos al tramo superior, comprobamos, con estupor, que el

Soledad familiar

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Mikel y Antonio son primos, “etxekonekoak” (vecinos dentro de un mismo caserío) y a su vez, socios de la misma explotación ganadera, una explotación de vacuno de leche. Ambos semi-jóvenes, junto a sus esposas, hace unos años decidieron tomar el relevo de sus progenitores y afrontar el futuro unidos superando así la inercia de una tendencia individualista mayoritaria en nuestro sector productor. Ambos son ejemplo para otros muchos que defienden, en teoría al menos, la necesidad de unirse y colaborar para así poder ganar dimensión, diversificar o simplemente, para organizarse y ganar calidad de vida; no obstante, no dejan de ser un magnífico espejo donde sólo unos pocos se miran. Pues bien, esta cuestión y otras similares fueron las abordadas en una conferencia que di hace unos meses sobre el futuro del sector agrario vasco y fue tras plantear la cuestión de la mano de obra en nuestras explotaciones y la soledad de nuestros baserritarras, cuando a la salida de dicha exposi

La alegría de la huerta

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Hace unos 50 o 60 años, miles de personas de otras comunidades del estado español vinieron a Euskadi con el ánimo de trabajar y así labrarse un mejor futuro para sus familias. Muchos de ellos provenían de pequeños municipios rurales de Castilla, Extremadura, Andalucía o Galicia básicamente y por ello, bastantes de ellos, con el fin de aliviar la maltrecha economía familiar optaron por ocupar las riberas de los ríos, carreteras, vías de tren, etc y destinar esas tierras, muchas de ellas de propiedad difusa, a la labranza. Todos conocemos municipios vascos cuyos márgenes de carreteras, vías y ríos están abordados por estas huertas donde además de las hortalizas afloran, bastante más fácil que los champiñones, las consiguientes chabolas para aperos y demás enseres con lo que, lo que comenzó siendo unos pequeños huertos, en algunos casos acaban siendo verdaderos cortijos donde las chabolas de aperos se transforman en un coqueto refugio para el tiempo de ocio. Tanto es