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Pocos y mal avenidos

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Desconozco si el ministro Garzón era consciente de la polvareda que iba a levantar con sus declaraciones en la prensa británica. Desconozco asimismo, si con un ministerio de perfil bajo como el suyo, lo único que pretendía era hacerse notar y así, estar en el candelero ante una “fashionaria” vicepresidenta Díaz que acapara todos los focos mediáticos. Desconozco, aunque lo pueda intuir, si algunos partidos de la derecha están sobreactuando conscientes de que este torbellino pueda venirles como anillo al dedo en las inminentes elecciones a la Junta de Castilla y León. Ahora bien, sé de primera mano, que el ministro Garzón ha abierto en canal, nunca mejor dicho, la cuestión cárnica situándola en el debate público y político, a la luz de los focos, con el riesgo previsible, que el debate acabe desenfocado en perjuicio, una vez más, del sector ganadero. Igualmente, constato que el ministro Garzón ha logrado aflorar la división que se encontraba latente en el propio sector ganadero y tod

El micro-ministro en un macro-charco

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  Tras el macro-descanso que me he tomado en mi labor gacetillera, vuelvo con el cuerpo descansado dado que no he asistido a ningún macro-botellón, la mente no tanto y con una carpeta de temas bajo el brazo de tal grosor que hasta tengo el brazo dolorido. Imagino que usted, querido lector, seguidor masoquista de este humilde juntaletras, habrá disfrutado del relajo mental de no tener que sufrir con mis filípicas semanales pero, recuerde el dicho aquel de “Qué poco dura la alegría en casa del pobre” y sintiéndolo por su equilibrio mental, no tengo más remedio que retomar la actividad agro-agitadora. Como decía, venía con la carpeta repleta de temas, que si la leche, que si la PAC, que si las movilizaciones, etc. pero, tal y como dicen los profesionales de la comunicación, la actualidad manda, y uno, que aún siendo juntaletras aficionado sueña con llegar a ser periodista profesional, no tiene más remedio que ceñirse a la actualidad que, lamentablemente, una vez más, viene marcada po

La frasecita de marras

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  El potencial de la juventud agraria, en los sistemas alimentarios sostenibles, fue el titular elegido por el Foro Rural Mundial y el Comité de Euskadi de la Agricultura Familiar, impulsores de una Jornada celebrada esta semana en Bilbao, en la que se pretendía abordar el reto del relevo generacional en el sector primario. Si bien, la delicada situación que vive el sector nos puede hacer pensar que cuestiones como el rejuvenecimiento y el imprescindible relevo generacional al frente de las explotaciones, son cuestiones secundarias en un momento como éste donde la asfixia nos ahoga y nos impide pensar con la lucidez que la cuestión requiere, no es menos cierto, que debemos ser capaces de aunar y compatibilizar, lo urgente con lo importante, es decir, la asfixia actual con el futuro del sector productivo. Los datos estadísticos, esos datos que nos ponen frente al espejo, aquellos que ponen negro sobre blanco sobre lo que está ocurriendo en el día a día y tras los cuales se esconde

Ahogados

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  Lo reconozco. Tengo un trauma con las inundaciones del año 83. Desde aquel año, en el que el río Oria que está pocos metros de nuestra casa, arrasó con todo nuestro entorno, entró sin permiso alguno en nuestra casa y alcanzó el metro ochenta en la planta baja, desde aquel día, cada vez que llueve de forma extraordinaria, no puedo dejar de recordar aquella riada, miro y remiro obsesivamente al río y se apodera de mí, un dolor corporal que me deja hecho polvo. Lo reconozco. Para la gente que no vivió aquello en sus propias carnes, le es difícil, cuando no imposible, comprender miedos y actitudes como la mía, pero como comprenderán, no lo puedo evitar y me resulta imposible abordar esta cuestión con la templanza que requiere la situación. Este pasado jueves, volvió a ocurrir, el río se aproximó a nuestras casas y el miedo, nuevamente, se apoderó de mí. Gracias a Dios, la cosa acabó en un susto y en nuestra casa, no hemos sufrido nada, más allá de una noche en vela y un agarrotamient

Mojarse hasta las cachas

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  El invierno, en mi caso, comienza todos los años con dos “acontecimientos”; por una parte, a primeros del mes de Noviembre, cuando la familia Segurola del caserío Elosiaga de Azpeitia pasa con su rebaño por delante de nuestra casa en su viaje de retorno a casa tras haber pasado el verano, que no veraneo, en los pastos montanos de Aralar donde, aquí va mi píldora publicitaria, elabora un sabroso queso cuyo nombre, Beltzulegi, hace honor a la txabola de la sierra. El segundo acontecimiento es la alubiada en el Restaurante Arregi de Berastegi donde la familia del mismo nombre nos agasaja con unas alubias de Tolosa, riquísimas, acompañadas de los sacramentos (morcilla, chorizo, etc.), no apta para veganos, que redondeamos, al menos en mi caso, con la mejora tarta de queso del mundo mundial. Como verán, como buen vasco, mi calendario anual viene jalonado de acontecimientos y eventos, muchos de ellos, ligados con el sector primario y la gastronomía. Por cierto hablando de buenos vas

Los listos

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  Quizás sea al único que le ocurre, pero les tengo que reconocer que, estas costumbres importadas, que no se caracterizan precisamente por hacernos mejores personas, si no única y exclusivamente como impulso al consumismo desenfrenado, me dan, más que pereza, dolor de tripas. Dolor por que, aunque los grandes estudios de opinión destaquen, de forma reiterada, que la cuestión medioambiental y que la lucha contra el cambio climático es una de las prioridades de la ciudadanía, a la postre, me doy cuenta, o al menos así lo percibo yo, que esa sensibilidad o preocupación manifiesta dura lo que tarda en apagar la grabadora el encuestador. De otra forma, no hay modo de entender la locura del dichoso Black Friday que nos acosa por tierra, mar y aire con ofertones sobre las mayores chorradas que podamos imaginar y lo que es peor, los consumidores, al menos, muchos de nosotros, picamos en el anzuelo. Dolor, igualmente, el que me genera que centros comerciales como Garbera en Donostia sigan

El concepto es el concepto

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  Lo enrevesado de la situación actual en el mundo agroalimentario y el cariz surrealista de los acontecimientos, me ha hecho recordar una memorable actuación del actor gallego, Manuel Manquiña, que bordó su papel del sicario Pazos en la película Air Bag allá por los años 90 cuando se enredó con su mítica frase de “El concepto es el concepto” para estar un rato largo hablando, eso sí, sin decir nada. Pues bien, en estos últimos años, hay un concepto, mejor dicho, un mantra que vale para un roto y un descosido según el cual, la población mundial vivirá un crecimiento exponencial por el que aumentará en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en el año 2050, e incluso, se prevé que en el año 2100 se pueda alcanzar los 11.000 millones de habitantes. ¡Ahí es nada! Obviamente, el crecimiento exponencial se dará en unas zonas y continentes como Asia, África o América Latina mientras las otras zonas o continentes, Eur

Entre pucheros

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  Esta semana tuve el inmenso privilegio de ser invitado a un encuentro del colectivo de cocineros MAHAIA (Mesa) con gentes de diverso pelaje con el objetivo de compartir sus puntos de vista sobre la gastronomía, el mundo de la cocina y del producto alimentario, como decía, con quienes conectamos desde diversas disciplinas como la antropología, la historia, el paisajismo, el periodismo, etc. y en mi caso, desde la in-disciplina de los productores de alimentos. La cita tuvo lugar en la Bodega HIKA de Billabona-Amasa, con el incombustible Roberto Ruiz como anfitrión, y nos deleitaron con una exquisita cena trabajada por 5 cocineros diferentes que, tengo que reconocer, alcanzó la categoría de momento mágico e histórico, si tenemos en cuenta el nivelazo de los allá congregados y una oportunidad irrepetible para gente mediocre como yo, que alcanzaron el éxtasis al escuchar al cocinero Aitor Arregi del Restaurante Elkano hablar con una pasión sobrecogedora sobre un pescado, de nombre L

Políticos de diferente clase

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  Cada vez es más frecuente que en las redes sociales encuentres frases redondas y perfectas que, cuando menos, te dan qué pensar. Pues bien, hace unos pocos días, en el muro de una política vasca, Muriel Larrea del PP, encontré la siguiente “En la vida hay dos clases de personas: las que se ahogan en problemas o las que nadan entre soluciones”, que me dio mucho que pensar. Seguramente a usted, al igual que a mí, le ocurrirá que, en una lectura rápida, en diagonal, algo habitual hoy en día, se vea mejor reflejado en la segunda parte de la frasecita, entre aquellos que nadan entre soluciones, pero tras cansar la cabeza, me di cuenta de que, una vez más, ni con unos ni con otros, ¿seré híbrido?, resulta que lo que yo soy, al menos en estos últimos tiempos, es que soy de aquellos que nadan entre problemas, pero, por ahora, sin ahogarme. No son tiempos para la lírica y menos aún para los que nos dedicamos al sector primario, sector cuyas gentes miran con sorna la escandalera que se m

Perder el Norte

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  Estos días, cercanos al día de todos los santos, me acuerdo, muy mucho, de mis padres, ambos fallecidos. Por suerte para ellos, la marcha hacia el más allá, les ha librado de ser juzgados en el alto Tribunal de La Haya por maltrato animal y ser pasto del escarnio de la numerosa gente que antepone, ante todo, el derecho de los animales. Me explico. Mi madre, cada vez que llegaba un nuevo perro a casa, para dejarle bien clarito que debía limitarse a andar por la calle o por la planta baja donde mi padre tenía una vieja carpintería y consiguientemente, que tenían totalmente prohibido subir a la planta “noble” donde vivíamos, les hacía rodar por las escaleras unas cuantas veces, hasta que el perro en cuestión, aprendía la lección. Mi padre, por su parte, en las inundaciones del año 1983 en las que el río Oria se desbordó y alcanzó 1,80 metros en la carpintería, subió el perro a un altillo que estaba a 2 metros escasos y se afanó, con la ayuda de este juntaletras, en salvar toda la

El comodín

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  Durante el mes de agosto, ganaderos de leche de todo el Estado, entre ellos los vascos, salieron a la calle a protestar ante los centros comerciales de las diferentes cadenas de distribución, quejosos por la situación asfixiante generada por la congelación de los precios percibidos por los ganaderos por su leche y, por otra parte, por la imparable subida de los costes de producción, especialmente sangrante, la alimentación animal. Los tractores rugieron ante las puertas de los centros al mismo tiempo que las organizaciones agrarias rugían a los oídos de los políticos y en esa acción combinada, se logró que algunos políticos reaccionasen y finalmente, que las cadenas de distribución moviesen ficha. La cadena líder, Mercadona, a la que todo el sector miraba para que diese el primer paso en la buena dirección, movió ficha, pequeñito, pero lo dio. Quizás, con su peculiar política de publicidad, oficialmente inexistente pero eficaz como nadie, nos ocurra como en la oca que te comes una