Del marrón del purín a la verde hierba
Esta
última semana con buen tiempo y temperaturas agradables ha sido
idónea para las labores de campo propias de la época y así
mientras los horticultores están castigando la espalda sembrando y
plantando todo lo posible, nuestros ganaderos, principalmente, los de
vacuno, andan totalmente liados haciendo bolas de hierba ensilada
para llenar los almacenes con alimento para el duro invierno.
La
alimentación animal es el principal gasto en casi todas las
explotaciones ganaderas puesto que el pienso, en sintonía con la
cotización de sus materias primas en las lonjas y mercados de
futuros, anda por las nubes y ello, por contagio, hace que el resto
de alimentos y forrajes, complementarios y/o alternativos, también
anden surfeando por encima de la ola.
Casualmente,
estos días el centro de gestión LURGINTZA ha publicado su informe
anual de gestión del año 2013 donde recoge los datos de subsectores
ganaderos como el vacuno de carne, vacuno de leche y ovino y haciendo
una lectura rápida de los datos, se puede observar el predominante
papel que juega la alimentación en el capítulo de gastos de las
explotaciones ganaderas de Euskadi.
Agradezco
a LURGINTZA que se tome la molestia de redactar dicho informe y
publicarlo para que lo podamos conocer todos aquellos interesados en
la materia y si bien, lo habitual en el sector primario suele ser
limitarse a una recogida y procesamiento de datos, creo que sería de
gran interés que, basándose en dichos informes, se conformase un
grupo de trabajo para analizar con realismo y con sentido común
tanto los datos anuales como el histórico.
En
dicho informe, observo que el vacuno de carne, rebaño de vacas con
sus terneros, destina el 64% de sus gastos a la alimentación; en
ovino, los pastores elaboradores de queso destinan el 33% a
alimentación mientras que en vacuno de leche, los gastos de
alimentación alcanzan el 49% de los ingresos por venta de leche.
Pues
bien, dadas algunas pinceladas de este informe que recomiendo lo
lean, debemos tener en cuenta que este encarecimiento de la
alimentación animal ha dejado de ser coyuntural y pasado a ser
estructural dado que a las expectativas de crecimiento de la
alimentación mundial (los dichosos orientales que según cuentan
quieren comer más carne y beber más leche), hay que añadirle el
efecto conjunto de la especulación bursátil que ha puesto sus ojos
en los mercados de materias primas y el imparable aumento de
biocarburantes fruto del encarecimiento del petróleo y del
cumplimiento de los acuerdos internacionales para hacer frente al
cambio climático.
En
este contexto, es más necesario que nunca que los ganaderos
incrementen su producción de hierba y con ello aumentar, en la
medida de lo posible, la autonomía de su explotación para poder
hacer frente a los vaivenes del mercado de la alimentación animal,
por cierto, vaivenes cada vez más agudos e inquietantes. Aumentar la
superficie forrajera de la explotación, optimizar la producción de
hierba por hectárea, mejorar los sistemas de ensilado y
mantenimiento, reorganización colectiva de los trabajos en los
pastos, etc son retos que los ganaderos saben que van a tener que
afrontar, sí o sí, si quieren salir adelante en un mercado cada vez
más liberalizado, con menores protecciones en frontera y con unas
materias primas cada vez más al albur de factores incontrolables por
los productores como son la bolsa, el calentamiento global del
planeta u otras cosas que a todos se nos escapan.
No
es cuestión de volver a aquel eslogan de “producir y trabajar
menos para ganar más” que utilizaba algún sindicalista
trasnochado, tomando como referencia explotaciones de 100 hectáreas
de praderas llanas del Noreste francés, pero sí es momento de
reflexionar sobre algunas actuaciones y modos de trabajar que podemos
mejorar para lograr una mayor eficiencia, es decir, mejores
resultados con menores recursos.
Por
ello, nuestros ganaderos que son sabios, saben que a la tierra hay
que darle para recibir algo a cambio y es por ello que los ganaderos
aportan los nutrientes que la madre tierra necesita para mejorar e
incrementar la producción de hierba a modo de estiércol y/o purín
procedente de sus animales.
Es
bastante frecuente que en las localidades más rurales observemos
cómo nuestros baserritarras esparcen el purín con sus cisternas o
con el camión cisterna con que cuenta la empresa Lasturko que,
además de esparcir el purín en las fincas propias más lejanas o en
la de los vecinos que lo autorizan, llevan un control de dichos
aportes para que no se efectúe un aporte excesivo de purín que
puede ser perjudicial para la tierra y para las regatas próximas.
Este
aporte de purín, salvo contadas excepciones, suele efectuarse de
forma razonable y controlada por lo que la población en general debe
aceptar como algo normal y beneficioso el aporte de purínes a las
praderas porque de ello depende, en gran medida, el futuro de la
hierba, de nuestras explotaciones ganaderas y por ende, de ese
paisaje verde que tanto aman y que tanto reconocen los numerosos
turistas que nos visitan.
A
la población en general les ruego que sean generosos y comprensivos
con las pequeñas y pasajeras molestias, en forma de malos olores,
que suelen ocasionarse al esparcir el purín puesto que con esta
práctica ganadera están asegurando el futuro de la hierba, de sus
explotaciones y de nuestro paisaje.
No
quisiera finalizar el artículo de hoy sin mandar un abrazo muy
especial a mi amigo Joxemari del caserio Amasportu de Aia quien
sufrió un incendio no hace muchos días en su almacén quedando
totalmente calcinado con toda la maquinaria (incluida la cisterna de
purin) y paja que había dentro. Una gran desgracia de la que confío
que saldrá adelante puesto que él es un profesional como la copa de
un pino y para ello sabe que cuenta , además de su familia, con sus
amigos baserritarras.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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