“El territorio, o se maneja, o se abandona”


Los cursos de verano de la Universidad del País Vasco acogieron recientemente un curso titulado “NIREA: de lo rural a lo urbano. Aportando valor” en el que, además de presentar el movimiento NIREA, se intentó profundizar sobre la aportación que el sector primario y el medio rural y litoral realizan al medio urbano desde diferentes perspectivas de la vida.

Otros años, suelo asistir como oyente, pero este año tuve el honor de participar en la mesa redonda junto con gente tan interesante como Joxemari Zeberio del Foro Rural Mundial, Agustín Linazasoro del agroturismo Pagorriaga y Gotzon Elizburu de Eroski. Quiero pensar, dado que uno cree conocer sus propias limitaciones, que alguien habrá considerado que puedo ser un buen reserva de alguna baja de última hora pero, en cualquier caso, agradezco que alguien haya pensado que uno tiene algo que aportar en un foro tan importante.

Ahora bien, en esta ocasión no es mi intención reproducir mis palabras en ese curso universitario, sino traer a colación la interesante y atractiva exposición del asturiano Jaime Izquierdo que además de ser un excelente orador cuenta con una curiosa e interesante aportación del papel que debe jugar la agricultura dependiendo de la zona en que se ubique.

Izquierdo, que según he podido trastear en Google ha asesorado al Ministerio en este tema y tenido responsabilidades en Asturias, es el padre del palabro “agropolitano” para referirse al modelo territorial asturiano con una importante presencia del medio rural salpicado de algunas comunidades urbanas y aboga por una relación campo-ciudad basada en un triple modelo de agricultura en función de si se halla en el ámbito urbano, en sus periferias o en zonas rurales alejadas y prácticamente deshabitadas.

Según su teoría, estoy escribiendo sobre ella en función de lo escuchado en el curso y a la espera de poder conseguir su libro, “el territorio, o se maneja (gestiona), o se abandona” y refiriéndose con ello, al abandono progresivo de amplias zonas del territorio por el abandono de la actividad agropecuaria en las mismas.


Según Izquierdo, y yo lo comparto a pie juntillas, la mejor política para los espacios naturales protegidos no son las figuras e instrumentos legales para limitar la actividad primaria y amparar, por ejemplo, la dichosa ranita o el mosquito nosequé, sino el fomento de una actividad agraria compatible y adecuada a las condiciones naturales de esa zona. En definitiva, menos reglamentos, menos funcionarios, menos sanciones y más ganaderos responsables apoyados por el fomento de una política agraria realista y ajustada a las necesidades del sector agropecuario, eso sí, con los condicionantes que las características naturales de la zona requieran.

No hace mucho, me acuerdo del asentimiento de un representante universitario en un consejo asesor de la Naturaleza, ante mis afirmaciones que la falta de ganaderos en los espacios protegidos iba a ser el principal problema de los mismos por el imparable abandono de amplias zonas y el consiguiente deterioro del necesario equilibrio medioambiental de dichos espacio. Incluso he llegado a reclamar, utilizando la sorna como elemento agitador de algunos mis vecinos de reunión,  la aprobación de alguna medida proteccionista para la principal especie en riesgo de extinción de esos espacios naturales que no es otro que el ganadero.

El lobo, el buitre, la rana meridiana, la flor del más allá, ... todos tienen más reconocimiento y consiguientemente más apoyo y protección que esos pastores, ganaderos, forestalistas, etc. que gestionan lo mejor posible esos miles de hectáreas para, finalmente, ganarse el sambenito de saqueadores de la naturaleza y explotadores del medio ambiente.

Son cada vez más, los que abogan, de forma sibilina pero perceptible, por un desarrollo natural, espontáneo y un asilvestramiento de los montes y masas boscosas y que consiguientemente prefieren una menor actividad agropecuaria, incluso llegando al abandono total, porque así estiman que se fomentará la biodiversidad que tanto dicen defender.

Me quedo, con todos los matices que se le puedan aplicar, con la teoría de Izquierdo que aboga por una política de fomento de la actividad agropecuaria como la mejor herramienta de protección del medio natural.


!Lástima que en la conferencia de Izquierdo hubiese tan pocos políticos escuchando!

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