Trampas para consumidores incautos
Me permitirán que comience mi artículo dando cuenta del éxito de
la jornada de puertas abiertas ONGI ETORRI BASERRIRA! (OEB!) que la
organización agraria ENBA en Gipuzkoa celebró el jueves 3 de julio.
La iniciativa, tan novedosa en nuestros lares como tan sencilla en su
concepción, consiste en acercar al máximo de gente y de diverso
origen, tanto por su edad como por su condición social y geográfica,
a los caseríos, en este caso ocho caseríos, donde los baserritarras
llevan a cabo su trabajo, gestionan sus tierras, producen alimentos
de calidad y con todo ello, pretenden sacar adelante sus familias,
eso sí, con la mejor calidad de vida posible.
Aprovecho la ocasión para, en primer lugar, agradecer la
disponibilidad mostrada por los 8 baserritarras que aceptaron, con
mayor o menor ilusión inicial, abrir las puertas de sus casas, de
sus negocios y en muchos casos, sus entrañas familiares para así,
desde una mayor transparencia y con una mejor base de conocimiento de
la realidad actual del agro, los amigos-visitantes, nuestros
conciudadanos, a la postre consumidores, sepan valorar en su justa
medida la labor que ejercen nuestros profesionales del campo.
Muchas familias que han visitado las explotaciones de dicho programa
han salido encantadas de la experiencia, nos transmiten que hoy saben
bastante mejor lo que hay detrás de cada producto que consumen y el
sacrificado trabajo que hay detrás de cada uno de los productos
puesto que, ahora, tras el programa ONGI ETORRI BASERRIRA! son
capaces de ver la sonrisa de Joxan al beber su leche KAIKU, de
recordar la autenticidad de Txiki cuando vayan a hacer su tortilla
con los huevos ecológicos de EUSKABER, la amabilidad de Joseba
cuando brinden con el txakoli GAINTZA, la chispa de Jon cuando piquen
con los exquisitos embutidos de BASATXERRI, la profesionalidad de
Xabier cuando haga la ensalada de tomate LABEL, la templanza de Aitor
cuando abran la próxima botella de sidra EULA, el brillo en los ojos
de Batis cada vez que habla de su queso ARANTZAZU o las manos de
Iñaki cuando vayan a hacer la próxima barbacoa con las hamburguesas
EKAIN.
Detrás de cada producto, hay personas con “nariz y ojos” como
decía el Lehendakari Ibarretxe cada vez que aludía al objetivo
social de determinadas medidas políticas, y eso es lo hemos querido
mostrar con este programa OEB! porque ello es clave en el momento de
afrontar el “momento de la compra” ya que cada vez que cada uno
de nosotros decidimos comprar algo, optamos por uno frente a otra
ingente cantidad de alternativas que nos ofrece el mercado y por
ello, nuestra opción de compra no es ni baladí ni neutra en sus
consecuencias sociales.
Según un estudio elaborado por una prestigiosa consultora de estas
que elabora informes sobre pautas de consumo, el 25% de los
consumidores decide optar por un producto agroalimentario frente a
otros teniendo en cuenta el origen del mismo y es así como se
entienden las numerosas, cada vez mayores, trampas, martingalas o
acciones en el filo de la navaja legal que vemos en los mercados y
lineales intentando atraer al consumidor en base a un supuesto origen
que la empresa considera que es atractivo para su potencial
consumidor.
Sólo así se entiende que determinadas conserveras navarras, es
decir, con razón social en el reyno, se inflen a traer espárrago de
otros continentes y luego lo presenten en cajas con grandes letreros
del origen navarro y escondiendo el origen extracomunitario del
espárrago. Sólo así se entiende el interés de determinadas
comerciales cárnicas, que pasean su carne gallega en ferias
agroalimentarias por el estado y por más allá, incluso dentro del
stand oficial del Gobierno Vasco, bajo la publicidad de “Basque
txuleton”. Sólo así se entiende el interés de algunas
conserveras riojanas en presentar como vascas las guindillas, en
algunos casos, producidas en China y envasadas en Calahorra, eso sí,
con un llamativo euskérico. Y así, toda una lista de martingalas
que algunas empresas agroalimentarias utilizan para enredar y
confundir al consumidor y de paso, ganar, aunque sea momentáneamente,
un cliente a aquellos productores, cooperativas y pymes
agroalimentarias que hacen las cosas bien y que pueden, porque hacen
las cosas como se deben, demostrar la trazabilidad completa de sus
productos, desde su origen, en los caseríos hasta la transformación
y comercialización.
Recuerdo que hace unos pocos años, la firma quesera Aldanondo quiso
valerse del excelente trabajo realizado por los pastores integrados
en la denominación de origen Idiazabal y para ello sacó al mercado,
con la inestimable ayuda de uno de los entonces promotores de la D.O.
Idiazabal, la marca Etxegarai (en principio era Etxegarate, pero la
presión gubernamental consiguió retirarla) con una estética en su
etiqueta y packaging casi-idéntica al Idiazabal (banda roja, colores
rojos y negros, etc) y obviamente, no tengo que explicar a nadie que
dicha marca fue creada para comerse un trozo del mercado del
Idiazabal y, me imagino, que en parte, lo habrá logrado.
Pues bien, estimo que es momento de adoptar una serie de medidas
encaminadas al control de este tipo de trampeos, por la vía de
inspecciones comerciales, por la presión de los consumidores, etc.
para que las empresas agroalimentarias abandonen estas tácticas
tramposas y a mi entender, de corto recorrido.
No quisiera terminar, por otra parte, sin hacer un llamamiento a los
responsables de la firma quesera antes mencionada para que, de motu
propio y en pro de la transparencia y la ética comercial, modifiquen
y rediseñen todo lo relacionado a esa marca con la que pretenden
“copiar” el Idiazabal y se centren en hacer un buen queso, digno,
de buena relación calidad-precio pero, eso sí, sin intentar
engañarnos porque, empezando desde casa, ya tengo a mi alrededor a
más de un incauto.
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