25 años de liderazgo en Getaria



Hoy, domingo, el Museo Balenciaga de Getaria, tan magnífico como polémico, acogerá la fiesta que la Denominación de Origen Getariako Txakolina ha organizado para celebrar su 25 aniversario y donde se reunirán los productores de uva y los bodegueros (en la mayoría de los casos, todo uno) además de otra serie de gente que sobrevuela este mundo de la viña. El acto, de marcado carácter festivo, contiene la consabida degustación de producto pero destacarán la actuación de tres bertsolaris además de la actuación de la soprano legorretarra Ainhoa Garmendia.

La denominación de origen está de enhorabuena y por ello es razonable que lo festejen, con humildad, con la grisura guipuzcoana como diría alguno, pero siendo conscientes que en este último cuarto de siglo el avance demostrado por el txakoli es impresionante. Me imagino que muchos de los asistentes se pasarán buena parte del acto mirando al reloj y con el pensamiento en las fincas que el resto de familiares se habrán quedado vendimiando.

La denominación surgió en el año 1989, inicialmente para tres pueblos, Getaria, Zarautz y Aia (ésta última localidad parecía estar pensada como la reserva de tierra necesaria para poder afrontar un previsible crecimiento de la D.O.) y fue en el año 2007, hace exactamente 7 años, cuando la denominación fue ampliada al conjunto del territorio histórico. Fue un paso polémico y controvertido donde la presión de los nuevos viticultores asentados en localidades del interior se desplegó tanto en el ámbito jurídico, mediático como político y visto lo visto, dio sus frutos, pero no fue menos destacable la firmeza mostrada por los hasta entonces únicos integrantes de la D.O., preocupados por las consecuencias de una excesiva ampliación en el número de hectáreas y consiguientemente, una creciente oferta de txakoli que presionase a la baja los precios y con ello, perder la rentabilidad que tanto requerían las fuertes inversiones ejecutadas.

Finalmente, se llegó a un consenso y hoy día, tenemos la D.O. Getariako Txakolina (no Gipuzkoako Txakolina como pretendían algunos) expandida por todo los valles de Gipuzkoa, tanto en la costa como en el interior y así, en estos momentos, los guipuzcoanos podemos disfrutar con la magnífica bebida que hacen tanto en Getaria, Zarautz y Aia como en Hondarribia, Alkiza, Beizama, Olaberria, Oñati, Mutriku, Deba y Arrasate y en el caso de alguno de ellos (Olaberria y Beizama) amparados por la certificación de producción ecológica.

Las viñas se han expandido por todo el territorio y junto con ello, se ha expandido una actividad económica vital para el sector primario, una actividad que genera riqueza, empleo y lo que es mejor, uno de los subsectores productivos donde la edad media de los titulares es más joven. Ahora bien, al igual que es justo y conveniente reconocer la dimensión económica del subsector txakolinero, igualmente afirmo que es radicalmente injusto el tratamiento que el sector txakolinero recibe desde hace varios años por parte de algunos políticos, sin distinción de colores ni de partidos, que se refieren a estas bodegas familiares, con cierto desdén, como si fuesen auténticos “Falkon Krest” en manos de poderosas dinastías vitivinícolas cuando la realidad es bastante diferente y que, consecuentemente, les niegan el pan y la sal como si fuesen seres extraterrestres ajenos al mundo agrario.


Por lo que yo conozco, en este sector hay, principalmente, familias apegadas a la tierra, trabajando al completo, donde mientras unos trabajan la viña otros se dedican a elaborar y embotellar el txakoli y otro se encarga de comercializar la producción por bares, restaurantes, tiendas, etc. Familias que están empufadas hasta arriba y de por vida por las enormes inversiones que han hecho para poder producir un txakoli de calidad y que están, irremediablemente, invirtiendo constantemente para no quedarse atrás.

Creo que hace 25 años, el sector productor y elaborador, con la inestimable colaboración del conjunto de administraciones adoptó una decisión, impulsar la denominación de origen, acertada y fruto de dicha decisión y del trabajo, silencioso pero constante, de la D.O. hoy podemos hablar de una realidad palpable y no de un proyecto quimérico. Por cierto, no es casualidad que en estos años, estemos celebrando el 25 aniversario de diversos proyectos y entidades (federación de cooperativas, Kaiku, aberekin, etc.) que conforman la columna vertebral del sector agropecuario vasco.

En estos 25 años, centrándome ya en el txakoli, la Denominación ha contado con varios presidentes, bodegueros, todos ellos con el apoyo unánime del sector y cada uno de ellos ha aportado su impronta. No obstante, quisiera subrayar el trabajo en equipo que se ha desarrollado y que ha sustentado la trayectoria de esta D.O. a la que nunca le ha faltado la entrega total de su gerente, Ruth Mozo que, con su perenne sonrisa, ha ido materializando las objetivos marcados por consenso entre los profesionales del campo.

En definitiva, ZORIONAK eta Urte askotarako!

Xabier Iraola Agirrezabala

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