Je suis ANGEL
Soy seguidor habitual del blog que escribe José Antonio Arcos sobre
la horticultura intensiva, principalmente, almeriense. Un blog que
este periodista dirige con una profesionalidad digna de toda alabanza
y al que sigo con sumo interés puesto me permite aprender bastante
de una realidad productiva tan diferente de la nuestra. A través de
su blog podemos obtener información sobre las novedades comerciales
y varietales con las que trabajan en el mar de plástico, los
movimientos que se producen en sus cooperativas y empresas además de
interesantes aportaciones sobre el punto de vista de los
consumidores, en su mayoría, pertenecientes a países del Norte de
Europa o de otros continentes.
Recientemente daba cuenta de una práctica que yo creía erradicada y
es la entrega pública (y publicitada) de resoluciones de
subvenciones a agricultores afectados por una terrible granizada que
hubo por aquellos lares. Posteriormente, trasteando en Google, he
comprobado que dicha práctica no se ciñe a la granizada sino que es
algo habitual por tierras andaluzas.
En dichos actos, el político de turno acude a un salón abarrotado
de agricultores a los que se les ha aprobado su solicitud de ayuda y
en dicho acto, los agricultores son llamados al estrado, uno a uno, y
es allí donde el consejero/a o director/a le estrecha la mano y le
entrega la acreditación de su ayuda. Personalmente, no me gustan
nada este tipo de actos (en Facebook he podido observar que en la
época franquista era una práctica utilizada para la entrega de
viviendas protegidas) porque considero que, además de publicidad
para el político, no aportan nada y rezuman un tinte caciquil que
estimo, actualmente, inaceptable.
No creo que esas mismas autoridades se atreviesen a organizar
semejante espectáculo electoralista con las subvenciones que dicha
institución concede a empresas industriales de mayor rango, centros
tecnológicos o agentes culturales pero, lamentablemente, sí se
atreven con los “pobres” agricultores y todo ello, en mi opinión,
porque éstos se lo consienten y/o aparcan su orgullo y dignidad no
vaya a ser que esa subvención que legalmente les corresponde, se
retrase o pierda en algun despacho.
Este despropósito, por otra parte, no es nada con lo acaecido en
Asturias donde un multa a un ganadero ha soliviantado los ánimos de
la gente del medio rural y generado una ola de solidaridad que ha
sorprendido a propios y extraños.
Les cuento; un ganadero asturiano, Angel Amievo para más señas, al
que se le había caído un árbol en su hierbal, decidió cortarlo
para hacer leña para casa y transportó dicha leña en su tractor
(reitero el SU para que se den cuenta que no hubo negocio ni
transacción económica alguna). Pues bien, muy aburridos deben
andar los miembros de la Benemérita en el Principado de Asturias
cuando han decidido multarle y además desde la Agencia Tributaria
también ha ido contra este peligroso ganadero puesto que ambas
entidades estiman que entre los fines a los que se debiera destinar
el tractor agrícola no está el transporte de leñay además
considerado que ha cometido un grave desfalco al fisco, incluso
superior al de aquellos que tributan en paraísos fiscales, puesto
que ese tractor utiliza, incorrectamente según ellos, un gasóleo
subvencionado únicamente para usos agrícolas y es por ello que le
han puesto una multa de 4.800 euros. Dicen los agentes de la
autoridad y las tributarias que, aplicando estrictamente la
legalidad, este ganadero debiera haber contratado un servicio de
transporte que le llevase la leña de su árbol, desde su finca hasta
su casa.
Com es previsible y lógico, este abuso de autoridad ha soliviantado
los ánimos de ganaderos y del resto de población del mundo rural
asturiano que han mostrado su indignación tanto privada como
públicamente y montado tal revuelo, en los medios habituales y en
las incontrolables redes sociales, que convocaron una manifestación
que fue suspendida al comprobar que los denunciantes retiraron la
demanda contra Angel. Ya me imaginaba a todos los ganaderos y
habitantes del medio rural de Asturias con unos cartelitos de “Je
suis Angel” pero, gracias a Dios, alguien ha recuperado el sentido
común y la denuncia acabó en la papelera de algún despacho ocioso.
Ambos ejemplos, el de la entrega en mano de subvenciones y la multa
al ganadero, son perfectos ejemplos de lo que considero como
actuaciones a erradicar, que no debiéramos tolerar, por muy
autoridad que sea el protagonista que lo ordene, al ser altamente
denigrantes para el sector primario pero lo más triste de todo ello
es que en la base de dichas actuaciones está la infravaloración que
muchos estamentos oficiales y autoridades tienen de los agricultores
considerándolos, cuando menos, personas de segundo nivel,
necesitadas de orientación y protección por parte de los mandamases
en algunos casos y personas a las que “pisar” sin consecuencia y
todo ello, lamentablemente, en muchos casos, con el silencio servil
de los afectados, los hombres y mujeres que trabajan la tierra.
Xabier Iraola Agirrezabala
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