A los incompetentes de Competencia
Hace unos meses escribí un artículo sobre la complicada
supervivencia del comercio minorista en el medio rural con el titulo
“Joxepi ha bajado la persiana” y lo que era un homenaje al
comerciante rural, personalizado en mi amiga Joxepi, acabó siendo un
trágico anticipo del fallecimiento de mi amiga puesto que a los
pocos días supe que una voraz enfermedad se había apoderado de sus
entrañas.
Pues bien, este verano los nuevos emprendedores, Eneko y Beatriz, que
cogieron las riendas de este comercio familiar acometieron una
importante obra de remodelación de la tienda, ampliándola,
modernizándola y haciéndola más accesible a mayores y parejas con
niños además de profundizar, por lo que yo percibo, aún más, su
relación con la cooperativa Coviran y tal es así, que la fachada y
cartelería es de la propia marca y así, como de rondón, pasamos de
tener una tienda de pueblo a tener un verdadero supermercado de la
cadena Coviran.
Viene esto a cuento porque los últimos años estamos asistiendo a
una progresiva transformación del sector de la distribución donde
los grandes centros comerciales ubicados en el extrarradio de la
ciudad son complementados, cuando no sustituidos, por pequeños y
medianos supermercados integrados en la trama urbana que hacen que
también se modifique nuestra percepción hacia dichas cadenas que,
paulatinamente, ya no son percibidos como grandes monstruos sino como
unos pequeños centros, cercanos físicamente, y con una mayor
conexión humana entre cliente y empleados.
Las grandes cadenas de distribución, salvadas las excepciones, ya no
impulsan megacentros comerciales y optan por pequeños supers que, a
semejanza de las tiendas de barrio, son visitadas,a pie,
unipersonalmente, con mayor frecuencia (varios visitas por semana) y
así los importes por ticket de compra cada vez son menores y más
fáciles de digerir por la economía familiar dado que, salvo en los
mundos de yuppie en que vive algún dirigente, la cosa está muy,
pero que muy, “apretá”.
Ahora bien, si bien la ventanilla de venta es el pequeño, cercano y
diverso super de barrio (cuestión más patente aún en el caso de
las cadenas que se expanden a través de centros franquiciados) no
debemos olvidar que, salvadas las excepciones, la ventanilla de
compra sigue siendo única, lejana y grande y por lo tanto, las
cadenas a través de sus centrales de compra, nunca mejor dicho,
siguen “centralizando” sus provisiones en base a factores
dominantes como el volumen y el precio mientras humaniza su imagen en
el punto de venta.
El poder de las cadenas de distribución es enorme y creciente, tal
es así que las 5 primeras empresas tienen un 50% de la cuota de
mercado español, destacando sobremanera Mercadona con un 22% a gran
distancia de los siguientes, Dia con 9%, Carrefour con un 8,3% y
Eroski con un 6,2%, por lo que podríamos afirmar que estamos, en la
práctica, ante una situación de oligosopnio (oligopsonio, son unos
pocos compradores que están en capacidad de dominar el mercado en
cuanto a cantidad y precios, en perjuicio de sus proveedores) en el
sector de la distribución. Las empresas van creciendo, como los
reinos medievales, fruto de acuerdos, bodas y fusiones, van
fortaleciéndose según sea la zona de interés con la adquisición
de pequeños grupos regionales y consecuentemente, reduciéndose el
número de interlocutores con los que tanto agricultores como
empresas agroalimentarias tienen que negociar las condiciones de
compra, entre otras, el precio de sus productos.
Por otra parte, el Informe ministerial sobre consumo alimentario
publicado el pasado año recoge información sobre la cuota de
mercado que tiene cada uno de los canales de compra y en el mismo,
observamos que entre hipermercados, supermercados y tiendas de
descuento acaparan el 72,6% del gasto total en alimentación, la
cifra se reduce hasta un 47,7% en el caso de la alimentación fresca.
¡Ahí es nada!
Por ello, si tenemos en cuenta la cuota de mercado de cada una de
esas pocas empresas y su cuota de mercado en lo que respecta a
alimentación, convendrá conmigo que comemos y bebemos lo que
quieren estos cinco señores puesto que en la mayoría de las casos,
introducimos en nuestra cesta lo que hemos elegido entre los
productos que ellos nos presentan en sus estanterías donde,
previamente, ellos han hecho una preselección entre aquellos
productos de mayor o menor calidad, entre aquellos productos de mayor
o menor precio pero, impepinablemente, entre aquellos productos con
mejor margen para ellos frente a aquellos otros que le reporta un
menor margen.
Por ello, no acabo de entender tanto remilgo por parte de la Comisión
Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), perdón por la expresión pero
!menudo atajo de incompetentes!, que ampara y permite los abusos de
algunas cadenas que, valiéndose de su omnipotencia y de la situación
de dependencia de los agricultores, cooperativas o empresas para con
dichas cadenas, estrujan al conjunto de la cadena, dejándola sin
oxigeno y por extensión, sin futuro.
Esta misma semana he leído con pavor el Informe que la CNMC ha
emitido sobre el Código de Buenas Prácticas Mercantiles recogido en
la Ley de la Cadena Alimentaria, una vez más, esta Comisión cierra
los ojos a la evidencia, ampara los abusos y lo que es peor, es débil
ante los poderosos a la vez que cruel y despiadado con los débiles.
No sé si, tal y como recoge el siempre sabio Tomás Garcia-Azcárate,
liberado de sus altas responsabilidades en la Comisión Europea y a
pleno rendimiento nuevamente en el CSIC, la solución debe buscarse a
nivel comunitario trabajando y desarrollando la excepción potencial
al derecho a la competencia que el Tratado de Roma ha previsto para
el sector agrario, lo que tengo bien claro es que el sector agrario y
agroalimentario estatal no puede quedarse atado de pies y manos a las
injustas directrices de esta Comisión.
Por cierto, y termino, estaría bien que el Gobierno Central
fomentase una mayor competencia entre diversos organismos o se
revisasen los objetivos o se reduzca el poder de decisión de dicha
Comisión para así, acabar con el monopolio de la verdad que
actualmente ostenta la CNMC y que paraliza y obstruye, incluso, la
voluntad de acción política de los representantes públicos.
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