¡Mecaguen la OMS!



Todos los jueves del año, salvo excepciones de fuerza mayor, ceno en la sociedad con mi cuadrilla. Llevamos un porrón de años haciéndolo y creo que es un acierto con mayúsculas porque nos permite seguir manteniendo el nexo de unión que la vida moderna y las obligaciones familiares y laborales van debilitando con el tiempo. Como se imaginarán el tiempo hace estragos, cada vez estamos más cascarrabias y muestra de ello es que, si bien hace muchos años nuestra conversación versaba sobre juergas y ligues (los que lo tuviesen), ahora, con la mayoría de nosotros alcanzando la mitad de la vida, nos dedicamos lisa y llanamente a solucionar la mitad del mundo, dejando eso sí, la otra mitad para la semana siguiente.

Pues bien, este último jueves, se presentaba calentito puesto que a lo largo de la semana ya podíamos ir intuyendo el cabreo ante las noticias sobre el consumo de la carne y tanto es así, que dos de de nosotros, ya habíamos puesto el pertinente lema “Je suis Bacon/Panceta” en nuestro perfil del pelma Guaxap. A lo dicho, la mera presentación de una bandeja de salchichón para picotear (por supuesto, salchichón Basatxerri) fue el pistoletazo de salida para un acalorado debate sobre el maldito informe de la OMS, sobre los inconfensables intereses que se intuyen detrás de dicha organización, sobre los volantazos que anteriormente dio esa misma Organización sobre el pescado azul y todo ello, aderezado con la información sobre la decisión europea de regular los insectos, saltamontes y demás bichitos como alimento.

Al final, después de tiras y aflojas impropios en una conversación donde todos estábamos de acuerdo, llegamos a un cierto consenso recordando que esa advertencia para reducir el consumo de carnes procesadas (embutidos, básicamente) y carne roja ya la venimos oyendo desde hace muchos años y que casi ninguno de nosotros, tiene una dieta alimenticia centrada en esos alimentos por lo que, a modo de conclusión, por mucho que se empeñen los mandamases de la OMS, nosotros no vamos a alterar nuestros hábitos alimentarios.

Ni mi cuadrilla ni otra mucha gente por lo que deduzco al leer ....



los datos que se recogen en el Panel de consumo del año 2014, puesto que allí se dice que el consumo diario per cápita de productos cárnicos transformados o procesados es de 32,7 gramos (por debajo de los 50 gramos que indica el informe de la OMS) y en cuanto al consumo de carne fresca rojas (todas menos las aves) es de unos 64 gramos (por debajo de los 100 gramos indicados en el informe). ¡Osea, menos alarmas y a seguir comiendo!.

El modo de vida de una gran parte de la sociedad es cada vez más sedentario y si a ello les sumamos un creciente interés por el bienestar y por el cuidado de nuestro cuerpo, consecuentemente, ingerimos menos alimentos y particularmente, de aquellos que tienen el sambenito de engordar, difíciles de digerir, portadores de energía y en este complicado viaje, la carne, en su acepción más amplia, tiene todas las de perder.

Nos lo vienen diciendo todos los paneles de consumo de los últimos años y también los carniceros que se sufren en sus propias carnes, nunca mejor dicho, el imparable descenso del consumo de carne y su reorientación hacia carnes blancas (pollo, pavo, conejo, etc). Eso sí, paradójicamente, esa misma gente que huye despavorida de la carne roja, del embutido, del queso, etc. tiende a optar, cada vez más, por alimentos precocinados, envasados y transformados que, como se podrán imaginar, para evitar posibles riesgos sanitarios llevan todo tipo de adimentos, conservantes, colorantes, antioxidantes y restantes materias químicas.

Por cierto, hace unas semanas denuncié en las redes sociales el caso de un “filete añojo” de una famosa empresa murciana que, sorprendentemente, sólo tenía un 85% de carne mientras el resto eran, como decía antes, añadidos que se mezclan con la carne y con los que obtener un “preparado cárnico” que aguante millas en su cómodo envase transparente.

Estoy convencido que el que opta por este tipo de preparados lo hace pensando que elige lo mejor para su intereses, allá él. Yo por si acaso, por el bien de los mios pero también por llevarle la contraria a la puñetera OMS, voy a seguir como hasta ahora, consumiendo todo tipo de carnes en la carnicería de Eusko Label de mi amigo Martín Etxeberria en Amaroz.

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