Comprando en la Cochinchina
Cuando iba a casarme, la que hoy es mi
esposa, me mandó a comprar el colchón para el lecho marital y tras
visitar tres tiendas, salí de todas ellas abrumado por la inmensa
oferta de colchones, (duros, viscoelástico, semiduros, latex,
mixtos, etc.) y como se podrán imaginar, volví a casa sin colchón
que, a la postre, lo adquirí en una tienda que sólo tenía una
única clase de colchones, “el colchón normal” como me dijo la
responsable del comercio.
Por otra parte, un amigo del sector
lácteo me comentaba que un producto de su empresa ya era un producto
“maduro” que, irremediablemente, tras su periodo de sorpresa y
consolidación, ya había comenzado su cuesta abajo y que, por lo
tanto, ya era momento de ir lanzando la siguiente novedad al ansioso
mercado.
De estos
“sucedidos”
y otros cuantos me acordé mientras corría mis kilómetros matutinos
escuchando en la radio, Euskadi Irratia para más señas, una
tertulia en la que participaba Jon Sarasua, exbertsolari y
actualmente profesor universitario que llegó a afirmar, con sus
palabras claro, que el actual sistema económico y productivo
endiosaba la importancia de la innovación, provocando un cambio y
renovación constantes en todos los ámbitos de la actividad.
No le falta razón a Sarasua puesto
que la inmensidad de la oferta, en nuestro caso de alimentos y
productos alimentarios transformados, hace que mucha gente estime que
es imprescindible estar generando novedades, ósea innovando, para
llamar la atención del consumidor final y en consecuencia, ganarse
un hueco en su cesta de la compra antes de que se aburra por falta de
novedades.
Unos pretenden innovar sacando nuevos
productos con los que enriquecer su oferta, otros introducen nuevas
variantes y/o nuevos sabores de un mismo producto, otros adecuan su
producto a un colectivo objetivo concreto (ancianos, deportistas,
gays, alérgicos, etc.) , algunos otros innovan en el formato o
packaging bien para hacerlo más llamativo, cómodo, accesible,
ecológico, etc. y otros cuantos, recurrirán a otra serie de
estrategias con el fin último de ganarse un hueco en el mercado y el
beneplácito de los consumidores.
Y la verdad sea dicha, la cuestión
pinta bastos, ya que según un estudio de la consultora Nielsen
presentado en el Congreso AECOC , aunque un 40% de los consumidores....
incluyó en el último año un producto que no había comprado
anteriormente en su cesta de la compra, aún así, solo
dos de cada diez novedades de marcas de fabricante que se lanzan al
mercado superan el año de vida en el lineal y para ello, el camino
al éxito pasa por ser una innovación realmente novedosa, pero de
momento sólo el 7% de las innovaciones en gran consumo se pueden
considerar como tal, mientras que el resto no llegarían a ser
innovaciones como tal
Para
Nielsen la clave para sobrevivir más de un año en el lineal y ser
una innovación exitosa pasa por entender que cada nuevo producto
tiene que desempeñar una función en la vida de las personas, es
decir, cada producto que le ofrezcamos al consumidor tendrá éxito
en función de si resuelve alguno de los problemas que tiene y será
desechado, en la misma medida, en cuanto no responda adecuadamente a
problema alguno.
Ahora
bien, teniendo en cuenta los datos de Nielsen y conocedores de la
amplia oferta de productos alimentarios que están a mano del
consumidor, tanto en mercados, tiendas como a través de las nuevas
tecnología con las que podemos acceder a alimentos de la cochinchina
y con los que, directa o indirectamente, deben competir nuestros
productores, estimo que una de las estrategias puede ser la
estrategia dirigida a dar satisfacción a un consumidor necesitado de
productos ricos, sabrosos, organolépticamente sumos y dar respuesta
a los momentos de placer y satisfacción que demanda en determinados
momentos u ocasiones y para ello, perdonen que les diga, algunas
veces y con algunos productos muy nuestros, no hace volverse locos ni
inventar el Cantábrico sino que, contrariamente a lo que pueda
parecer y en dirección diametralmente opuesta a la innovación
constante, es más que suficiente con ser fieles al producto, a la
tradición y a lo que, la mayoría de los consumidores, esperan de
uno.
En
un mercado lleno de constantes novedades y productos que desaparecen
inmediatamente , muchos consumidores, no todos por supuesto,
prefieren, preferimos seguir disfrutando de los sabores auténticos,
de los productos tradicionales y de todo aquello que nos reafirma en
nuestro apego por la tierra y por lo nuestro.
Creo
que en el mercado hay sitio para todos, para los innovadores y para
los más innovadores, pero también hay un nicho, que no debemos
arrinconar, minusvalorar y menos despreciar, para aquellos
productores que ofrecen sabor, autenticidad y tradición.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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