¡Sonría, por favor!




Un año más, el 1 de mayo, día de los trabajadores, es el elegido por la Mancomunidad Enirio-Aralar para abrir el acceso de los ganaderos a los pastos de montaña de la sierra de Aralar y valiéndose de este hecho, se suele organizar todo una jornada de actos, eminentemente festiva, con la que se pretende visualizar y socializar la labor de los ganaderos y la importancia que los pastos de montaña mancomunales tienen para los ganaderos que complementan con los pastos de montaña el aprovechamiento que durante el resto del año hacen de sus pastos propios en la parte baja de los valles. Conviene aclararlo para comprender que todo ello, el valle y la montaña, los prados mancomunales y las praderas particulares de fondo de valle, conforman un único conjunto que es inseparable y que por lo tanto, debe ser tratado como un todo.
Por otra parte, una vez más, una cadena de distribución, MAKRO para más señas, en su centro de Oiartzun, ha vuelto a jugar sucio con la leche y ofertarla a un precio tan bajo que impide la justa retribución del conjunto de la cadena de valor, especialmente, la retribución del sector ganadero.
Recordarán que el conjunto de la cadena láctea española (productores, industria y distribución), salvo excepciones como la cadena que nos ocupa, firmaron en otoño del 2015 el “Acuerdo para la Estabilidad y Sostenibilidad de la Cadena de Valor del Sector de Vacuno de Leche”, donde entre otras muchas cuestiones se incluía la no utilización de la leche como producto gancho para dejar de banalizar un producto tan importante para nuestra alimentación y por otra parte, promover una serie de acciones que permita mantener el valor del producto en los primeros escalones de la cadena de valor, pero según parece, la cadena distribuidora en cuestión además de permitirse el lujo de quedarse fuera del acuerdo, incomprensible por otra parte, ha decidido estrujar aún más a los ganaderos y así, mientras por un lado, promociona su campaña de producto local, por otra parte, hace la puñeta al sector de vacuno de leche.
 
El acuerdo auspiciado por el Ministerio, con todos los defectos que pueda tener, ha logrado que la casi totalidad de la distribución deje de utilizar la leche como producto estrella-gancho de sus folletos buzoneados por lo que, en cierta forma, se ha paralizado la guerra blanca que protagonizaban las cadenas en busca de un mayor porcentaje de mercado, ahora bien, lo que no ha logrado es incrementar el precio medio de venta al público a fin de oxigenar el conjunto de la cadena y en particular, posibilitar una mejor retribución al ganadero.
El mantenimiento de un alto porcentaje de la leche vendida a precios irrisorios que rondan los 55-60 céntimos impide que el oxigeno impregne la cadena láctea y que la alegría alcance al sector productor de tal forma que la rentabilidad compense las duras ataduras que conlleva el ordeño, 2 veces al día durante los 365 días del año, y que tanto rechazo genera en las nuevas generaciones de las actuales explotaciones. Se puede decir más alto pero no más claro porque creo que, incluso los responsables de compras de las principales industrias y de las diferentes cadenas de distribución, sin distinción alguna que valga, son o al menos debieran ser conscientes de que está política de precios contenidos, por hablar fino, imposibilita el inaplazable relevo generacional que requiere el sector para asegurar su pervivencia futura.
Dicho más crudo aún, o la distribución levanta el pie del acelerador de los precios bajos e insufla oxigeno a la cadena y con ello se posibilita que los ganaderos sonrían de una santa vez, o mucho me temo que será cuestión de tiempo, una vil lucha contrarreloj para frenar un tendencia al abandono lechero que puede suponerles, tanto a industrias como distribución, que se queden sin proveedores. Por cierto, hablando de sonrisas y abandonos, no quisiera dejar pasar la ocasión para recordar la lamentable actuación de esa industria que dice alimentar sonrisas pero que en nuestro entorno más cercano, el valle de Baztan, ha sembrado la desolación al abandonar la recogida de un grupo de ganaderos que finalmente han sido atendidos por el grupo KAIKU-IPARLAT que, una vez más, ha demostrado su firme compromiso con los ganaderos del país.
Quizás mi punto de vista, personal e intransferible, les parezca catastrófico, pero así es como lo siento y así, tal cual, lo expongo.


Xabier Iraola Agirrezabala

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