Renuncia
Les tengo que confesar que
Carrefour me ha solucionado un gran problema. Como saben todos mis seguidores,
los de aquí y los de más allá (les informo que este último mes además de los
miles de seguidores del Estado me han seguido unos 800 italianos, 372 yanquis,
otros de Alemania, Francia, Brasil y hasta 27 de Indonesia) , el sacrosanto
habitáculo de mi sanedrín semanal, ósea la sociedad gastronómica donde nos
reunimos semanalmente nuestra cuadrilla, volverá a abrir para nuestras fiestas
patronales que son en la Ascensión del Señor (todavía hay jóvenes que piensan
que existe una Santa Ascensión), previa ejecución de unas importantes obras a
las que nos vemos obligados por gracia del amargado de arriba, el gran Cofrade
de la Santa Amargura, que bien se merece ser coronado como el Señor de la
Ascensión.
Pues bien, a lo que iba, que me
disperso enseguida. La reapertura de la sociedad bien merece una comilona y ahí
es donde entra en juego Carrefour que nos ha facilitado una innovación
gastronómica proponiéndonos como entrante unas raciones variadas de insectos
(sospecho que serán del agrado de mis 27 seguidores de Indonesia) para que los
más cantarines puedan comer grillos y los más montañeros, su docenita de
saltamontes. Me cuesta creer que esta nueva moda triunfe en mi sanedrín pero…
cosas más difíciles hemos visto y quizás, en unos pocos años, tengamos de menú,
insectos como entrantes, carne artificial de segundo y una tarta de hojas secas
de postre. Como decía Arzalluz, ¡Tiempo al tiempo!.
La distribuidora gala ha abierto,
a bombo y platillo, un hueco para este nuevo nicho de mercado que en la Unión Europea entró en vigor el pasado 1
de enero del 2018 tras la aprobación por parte de la Comisión Europea de un
nuevo paquete legislativo, conocido como “Novel Food” (nuevos alimentos) donde,
entre otras muchas cuestiones, además de simplificar y agilizar la autorización
de nuevos alimentos en el mercado europeo, se da cuenta de una nueva lista de
productos autorizados en el Viejo Continente y en esta nueva lista, se incluyen
los insectos.
No se crean que es casualidad
puesto que en una jugada publicitaria bien meditada, la distribuidora gala ha
lanzado esta innovación en una semana clave donde todos los medios de
comunicación están especialmente sensibles y receptivos a la cuestión por su
rabiosa actualidad con la celebración de la megaferia ALIMENTARIA en Barcelona
y muestra de ello que hemos visto la noticia copando portadas e informativos en
varias cadenas.
No he asistido nunca a dicha
feria y por lo tanto poco puedo decir más allá de lo que leo en los medios y lo
que me transmiten los baserritarras y pequeñas empresas agroalimentarias que
van habitualmente, ahora bien, queda claro que la potente industria
agroalimentaria, uno de los puntales de la economía española y su punta de
lanza en cuanto a explotaciones se refiere, se ha volcado, una vez más, en
presentar lo mejor de cada casa, desde los productos tradicionales y con amplia
solera hasta las novedades bien por formatos, presentaciones, ingredientes,
etc. Lo importante, hoy en día, es innovar para calmar la insatisfacción del
consumidor que, a semejanza del adolescente que visiona vídeos en Youtube,
constantemente, sin parar, abriendo y cerrando videos cada dos minutos, vuelca
sus frustraciones en el plato y por ello quiere probar cosas nuevas
constantemente para finalmente, tras llevarse muchos chascos, caer en la
cuenta, que lo que realmente quiere y le gusta son los platos caseros de su
familia y de su cuadrilla. Otra cosa es, no nos engañemos, quién hace esos
platos caseros y para eso hay tres soluciones: primera, los cocina uno mismo;
segundo, se pertrecha de numerosos tuppers que los acarrea cada finde desde
casa de su madre-suegra o, tercera, la peor, la que nada tiene que ver con los platos
caseros, te autoengañas y acudes al súper a comprar esos platos “caseros” que
hace tu multinacional preferida, eso sí, de forma totalmente casera y con
ingredientes naturales.
Quizás no sea políticamente
correcto decir lo que voy a decir pero siento que muchísimas de las novedades o
innovaciones que se presentan como tal son una solemne chorrada (aún me acuerdo
de las naranjas peladas y servidas en bandejas unitarias con su correspondiente
celofán) que no nos aportan, hablo ahora como consumidor, realmente nada y
aunque hay innovación interesante en los procesos de elaboración, en formatos,
etc. sigo pensando que la necesidad perentoria de estar en el “candelabro”
comercial, acuciados por los distribuidores que quieren movimientos novedosos
en sus lineales, arrastra a productores e industria agroalimentaria,
frecuentemente, a embarcarse en proyectos que en su gran mayoría no duran un
asalto y que les suponen un gran esfuerzo, desgaste y una pérdida de energía que, mejor les
vendría, la volcarían en hacer bien lo que se sabe hacer de de antemano. ¡Ósea,
zapatero a tus zapatos!
No soy contrario a la innovación,
¡Dios me apiade!, ahora bien creo que debemos afinar el tiro y ser conscientes
que en un sector agroalimentario tan básico y limitado como el nuestro quizás, aún
a riesgo de no ser lo novedoso y guay que alguien quisiera, nuestro esfuerzo
debiera centrarse en innovar procesos de producción, en innovar con el
retrovisor y recuperar productos y variedades autóctonas, en mejorar cuestiones
logísticas y adaptadas donde los pequeños puedan atender correctamente a un
sector comercial y hostelero próximo e innovar en nuestros canales de
información y aproximación al consumidor subrayando y haciendo hincapié en esos
aspectos que los informes de mercado nos advierten que son los que fijan la
opción de compra.
En definitiva, no abogo por
renunciar a la innovación, pero, ahora que tan de moda está el renunciar a lo
que no se tiene, no renunciemos a lo que
tenemos. Autenticidad.
Xabier Iraola
Agirrezabala
Comentarios
cuando estos son la mitad tripas y
no sabemos si son de granja que les dan de comer.