Un circo de tres pistas

 


El pasado domingo, 9 de Mayo, se celebró, con más pena que gloria, el Día de Europa y me atrevería a decir que en el sector primario pasó, finamente hablando, desapercibido. Ante esta tesitura bien podríamos pensar que la gente del campo tienen un escaso sentimiento europeo y que no se ve identificado con el proyecto, si bien el último Eurobarómetro recoge que el 84% de los ciudadanos del estado se sienten europeos frente al 74% del resto del continente.


Podríamos pensar, por otra parte, que la gente del campo es ajena a la realidad europea, cuando el día a día nos demuestran todo lo contrario, puesto que para mucha gente del sector primario una importante parte de sus ingresos provienen de los fondos europeos y en tanto en cuanto, gran parte de la regulación y normativa que afecta a su sistema productivo, por cierto, una maraña normativa cada vez más compleja y tupida, tiene su génesis en instancias europeas y luego son trasladadas a las normativas estatales y autonómicas que les afectan directamente.


Finalmente, podríamos pensar y le anticipo que es mi tesis prioritaria, que los productores identifican y vinculan a Europa con esa política agraria común, la popular PAC, por la que sienten un doble sentimiento, un sentimiento de rechazo puesto que todos, cuando digo todos es todos, quieren obtener sus ingresos de la venta de sus productos y no de las dichosas ayudas, al mismo tiempo que se les impone un sentimiento de querencia hacia esos fondos europeos que, lamentablemente, han acabado convirtiéndose en el flotador que les garantiza la supervivencia ante un mercado que no les remunera suficientemente. Pues bien, en estos momentos, la PAC que les garantiza unos ciertos ingresos pero que les supura la autoestima, se encuentra en plena transición e inmersa en unas duras negociaciones a niveles administrativos diferentes que van desde las propias instancias europeas (Comisión, Parlamento y Consejo) hasta la instancia estatal y autonómica. Dicho en plata, podríamos decir que tenemos montado un circo de tres pistas.

Este circo de tres pistas, más que alegría, lo que les genera es incertidumbre puesto que nadie, ni el mismísimo ministro, sabe cuál será el escenario con el que nos encontraremos a inicios del año 2023 que, por muy lejano que parezca, está a la vuelta de la esquina y todo ello, paradójicamente, en un sector productivo como el agrícola, ganadero y forestal donde todos los proyectos, movimientos y cambios son lentos, muy lentos, a largo plazo, puesto que jugamos con seres vivos, con plantas, árboles y otros muchos inputs que requieren fijar la mirada, cuando menos, en el medio plazo.


En estos momentos, más allá de las cuestiones macro que se negocian en la primera de las pistas del circo, la unión europea, están las cuestiones más cercanas, pero no menos importantes, que se barruntan en la segunda pista, el Estado español, donde el director de la pista, el Ministro Luis Planas pretende dirigir, con su sonrisa perenne pero con mano de hierro, el devenir del Plan Estratégico español y para ello, látigo en mano, se afana en gobernar lo ingobernable, ordenar el desorden innato y alinear a los circenses de la tercera pista, la conferencia autonómica de consejeros y consejeras agrícolas, con la idea que alberga en su interior.


La idea de Plan Estratégico que tiene el ministro no la conoce nadie, quizás ni él mismo, pero aún menos la conocen los responsables autonómicos que acuden al confesionario ministerial para dar cuenta de sus prioridades, planteamientos, necesidades y miedos mientras por la otra parte, no obtienen más que un inquietante silencio, una palmadita en la espalda y un “seguiremos hablando” como despedida. Como imaginarán, si ni el Ministro ni los consejeros conocen el guion del circo, los circenses, dicho con todo cariño, la gente del campo anda totalmente perdida entre tanto juego malabar y ante tantos profesionales del despiste.


Como decía, nadie sabe a ciencia cierta como se resolverán las principales preguntas que anidan en el interior de cada uno de los miles de agricultores cuyos ingresos en una proporción importante provienen de la PAC, nadie sabe cuál será la definición de agricultor genuino que abrirá la puerta para obtener la condición de beneficiario, qué pasará con la figura de pequeño agricultor que tanto enoja a muchos profesionales pero que, igualmente, inquieta a muchos jubilados que necesitan de ello para complementar su miserable pensión, cuáles serán los subsectores productivos que contarán para las ayudas directas, si se limitará a los actuales subsectores o si por el contrario, se abrirá la puerta a todos esos subsectores agrícolas (viña, fruta, huerta) y ganaderos (porcino, avícola, cunícola, caballar) que hasta ahora estaban relegados únicamente al segundo pilar de la PAC y finalmente, cuáles serán las nuevas regiones productivas que mandarán al carajo las 51 regiones creadas artificiosamente por las computadoras ministeriales en tiempos de Cañete.


Como ven, todo está en el aire, las tres pistas del circo están llenas de gente, domadores, payasos, trapecistas y equilibristas, lanzando los trastes al aire y molestándose los unos a los otros y, todo ello, en vísperas de arrancar la nueva PAC.


Alguno de los protagonistas me interpelará diciendo que todavía hay tiempo para consensuar las novedades, introducir los cambios y aprobar las normativas que deberán publicarse en el boletín. Mi temor no se basa en si a los políticos les dará tiempo o no, para llegar puntualmente a la publicación en el boletín, mi preocupación radica en el desasosiego, inquietud e incertidumbre en la que viven instalados los productores, sean del subsector que sean, sean de la zona que sean, que ven como unos cuantos señores juegan con sus negocio y con sus proyectos vitales cada 5-7 años con la excusa de la enésima reforma de la PAC.


Y convendrán conmigo, que lo menos que se le debe exigir a un circo es que nos alegre la vida, no que nos la amargue.


Xabier Iraola Agirrezabala


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