Ante todo, funcionario
Arantzazu, fue el escenario
elegido para celebrar el 25 aniversario de la Artzain Eskola (Escuela de
Pastores) de Gomiztegi este sábado pasado. El acto contó con las máximas
autoridades vascas encabezadas por el propio Lehendakari, Iñigo Urkullu y con
una nutrida representación sectorial donde los pastores, obviamente, tuvieron
un protagonismo merecido.
Escribiendo como escribo, en
vísperas del acto, la mente se me aturulla y me vienen dos personas que, en mi
humilde opinión fueron claves para su puesta en marcha, para un acertado
planteamiento estratégico y finalmente, para un trabajo en común, en rebaño
diría yo, porque estos frutos, como suele decirse en lenguaje polítiqués, es decir
políticamente correcto, son el resultado de un equipo y no de individualidades.
Esta misma semana, estuve
presente en los premios Gonzalo Nárdiz (primer consejero de agricultura del
Gobierno Vasco en el ejecutivo del Lehendakari Agirre) que concede el Gobierno
Vasco y que este año, recayó en Fernando Martínez Bujanda en Agricultura, Iñaki
Latxaga en Pesca y Agustin Markaide en Alimentación y una vez escuchados los
discursos de los premiados, con la humidad inherente a las grandes personas, en
el lunch posterior, medio en broma medio en serio, comenté que estaba hasta el
gorro de los discursos correctos y que, aún sabiendo que todos trabajamos con
otras personas y otros equipos, me gustaría que algún día, alguno de los
galardonados, en éste u otro cualquier premio, subiese al atril y por supuesto,
tras agradecer el reconocimiento, diese cuenta de sus méritos y del esfuerzo desempeñado
para alcanzar los logros que, con dicho galardón, se pretenden reconocer.
El trabajo en equipo es loable e
imprescindible para que toda tarea tenga un correcto desarrollo, ahora bien, no
es menos cierto que los equipos requieren de líderes que pongan sobre la mesa
las ideas y el arrojo para impulsar los proyectos, sacrificando, al menos en un
principio, el tiempo y la fuerza que necesitaba para otras cuestiones. Los grupos,
asociaciones, cooperativas y empresas surgen, casi siempre, de la idea
concebida en la mente de una persona y es esa persona, la que arranca, la que
arriesga y la que implica a otros y logra complicidades en otras personas. Pero
sin líder, no hay equipo, como tampoco hay vehículo sin motor.
Pues bien, en la escuela de
pastores de Arantzazu hubo dos líderes, el gran Nikolas Segurola, fraile
franciscano que en estos momentos cuenta con una salud bastante delicada, y por
otra parte, José Manuel Goikoetxea, el consejero de agricultura del momento y
fallecido en 2012, que con una clarividencia y un arrojo poco usual en el
presente, supieron ver la necesidad de impulsar el sector pastoril,
principalmente, a través de la formación de los jóvenes, objetivo para el que
diseñaron y pusieron en marcha la Escuela de Pastores que celebra su primer
cuarto de siglo. ¡Y lo que te rondaré, morena!
Sin estos dos líderes, Nikolas y Joxemanuel, Joxemanuel y Nikolas, sin su visión y valentía, el sábado no se hubiese celebrado este aniversario puesto que las trabas burocráticas, los impedimentos legales, las comodidades personales y las penurias presupuestarias hubiesen mandado el proyecto al carajo. Los dos, apoyándose mutuamente, pero implicando cada uno de ellos a otras gentes, entidades y colectivos de esos mundos tan diferentes de los que ellos provenían, entre todos, superaron las dificultades y lo lograron.
Líderes y lideresas es lo que echo
en falta en un mundo, más allá del propio sector primario, donde la actitud
funcionarial se ha apoderado de una gran parte de nuestro sector primario
(juntaletras y agroagitadores incluidos), en nuestro mundo empresarial
(autónomos incluidos), en nuestros gestores públicos y lo que es peor, ha
impregnado hasta el tétano en nuestra juventud que sueña, sobre todo, con ser
funcionario. En lo que sea, pero funcionario.
Todos los sectores y gremios
dominados por autónomos adolecen de relevo generacional, incluso entre los
veterinarios de explotaciones agrarias, algo similar ocurre en las pequeñas y
medianas empresas. Por el contrario, en el sector público no hay falta de
relevo generacional. Candidatos a funcionarios, a paladas, tanto es así, que
para hacer los exámenes de oposiciones para unas pocas plazas de lo que sea, se
ven obligados a habilitar pabellones y centros de congresos.
Quizás, puesto a ser enrevesados,
con el objetivo de acabar con el problema del relevo generacional del agro, me
atrevería a sugerir, hacer funcionarios a todos los productores. ¿acaso no es
la alimentación un bien público, esencial y estratégico?
Xabier Iraola Agirrezabala
Comentarios