La incoherencia y el arroz con leche
Acudo
a mi cita semanal para sacar a la palestra un tema sectorial donde se
aúnan tanto cuestiones de producción, comercialización como lo
relativo a los hábitos de consumo de cada uno de nosotros.
En
esta ocasión, quisiera tratar un tema que ha pasado prácticamente
desapercibido para el común de los mortales y no es otro que el
cerrojazo que ha dado la cooperativa ARABAESNEA a sus maquinas
expendedoras de leche que tenía por varios puntos de la capital
alavesa y del conjunto del territorio alavés.
Fue
el 15 de agosto, en pleno periodo veraniego y festivo, tras 5 años
de funcionamiento, cuando las 10 explotaciones que integran esta
cooperativa decidieron dejar de expender leche y así cortar, las
perdidas que le iban generando el mantenimiento de dichas maquinas y
así dejar de agrandar el agujero económico generado por dichas
maquinas. En adelante, estos ganaderos continuarán, con su
organización cooperativa, produciendo leche en cada una de sus
explotaciones pero comercializando conjuntamente a terceras empresas
que requieran esa leche y que paguen por ella, el mejor precio
posible.
No
son el único caso, en Gipuzkoa son varias las maquinas expendedoras
que han dejado de funcionar y por lo que me trasladan de Bizkaia,
algo similar ocurre en este territorio.
Lamentablemente
este cierre de maquinas expendedoras, tan silencioso e imperceptible
como imparable, es una mala noticia para el conjunto del sector
puesto que el fracaso de unos pocos es, pese a quien le pese, el
fracaso de todos y por ello, aunque nunca he sido un forofo de las
maquinitas, no dejo de sentir una gran tristeza al pensar en el
momento tan malo que estarán pasando esas explotaciones familiares
que, buscando alternativas de mayor valor añadido que la venta a
industria, optaron por un concepto de venta directa más moderno que
la venta de leche puerta a puerta.
Los
hábitos de consumo han cambiado tanto y a tal velocidad que hoy en
día, la leche ha dejado de ser considerada como un alimento a
consumir lo más fresco posible, que puedas o debas comprarlo junto
con el pan de cada día y por el contrario, lamentablemente, la leche
es un alimento banal, sujeto a los vaivenes de las ofertas de la gran
distribución (todavía me duele con sólo recordar los anuncios
recientes de EROSKI en los periódicos ofertando leche a 0,53
euros/litro), un elemento empaquetado en pesadas cajas cuya compra es
un castigo en sí y por ello, un alimento que suele comprarse, de
ciento en viento, en grandes cantidades y almacenado por varios meses
en el fondo de algún armario de la casa.
Como
decía, en los esquemas actuales de funcionamiento y de hábitos de
consumo, era previsible que las maquinitas expendedoras fuesen un
fracaso puesto que, si bien la leche es más fresca, no debemos
obviar que la leche tiene el precio, mayoritariamente, de 1
euro/litro, su caducidad muy limitada pero lo que es peor, en mi
opinión al menos, es un sistema incomodo puesto que cada vez que
quieres comprarla debes salir de casa y desplazarte hasta donde esté
ubicada la caseta en cuestión. Es decir, la maquina expendedora
cumple maravillosamente con el factor de salud que tanto preocupa a
los consumidores actuales pero choca estrepitosamente con el factor
de comodidad que también suele tener su importancia en el momento de
la compra. Visto lo visto, más de lo previsible y que lo deseable.
Cuando
llegó la moda de las maquinas expendedores no fueron pocos quienes
agitaron la bandera de las maquinas como la solución definitiva a
los problemas del sector ganadero de leche, algunos del sector porque
veían en ellas un inmejorable argumento para la defensa del
santosantorum de la venta directa (algún día hablaré de la
realidad de las ferias locales), los empresarios de las maquinas
porque veían en esta corriente de opinión el maná para sus
intereses y finalmente, algunos políticos, con el departamento de
Pilar Unzalu al frente, que insuflaron falsas expectativas a los
productores y al mismo tiempo, engrasaron la maquinaria con generosos
apoyos financieros.
Aún
así, vuelvo a reiterarme, el cierre de las maquinas es un fracaso,
empresarialmente hablando de los propios ganaderos pero sobretodo es
un fracaso colectivo y una cruel constatación de la incoherencia,
tan palpable como lamentable, del conjunto de los consumidores que,
en principio, respaldan y exigen este tipo de iniciativas de venta
directa y de producto local mientras su práctica habitual de
consumo, cuando tiene que echar la mano a la cartera, es radicalmente
la opuesta.
No
serán pocos los consumidores que se lamenten ante el cierre de las
maquinas expendedoras y que, públicamente al menos, añoren el sabor
auténtico de la leche fresca, lo buena que era para hacer postres
pero, desgraciadamente, pocos de ellos han sido clientes habituales
de dichas maquinas por lo que, de nada vale ahora lamentarse. La
supervivencia del sector lechero requiere de un compromiso de los
consumidores que supere el postre del fin de semana. ¡por muy rico
que sea el arroz con leche!
Xabier Iraola
Agirrezabala
NOTA:
Remato mi columna con una autocrítica puesto que según me
trasladan desde el Parlamento Vasco , sí se presentó una iniciativa
de EHBildu para introducir criterios de proximidad y de producto
local en el concurso de concesión del bar de la Cámara Vasca. Por
lo que, a quién corresponda.... ¡mil perdones!
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