Los espías también beben leche
Ya
hace unos años, alguien dijo aquello de que “no hay nada más
negro que la leche” y si bien aquella expresión estaba referida a
los tejemanejes que utilizaban las industrias lácteas (o sus
intermediarios) para blanquear legalmente lo que se llama “leche
negra” que no es más que leche fuera de cuota, no me negarán que
la bomba lanzada esta semana desde la Comisión Nacional de Mercados
y la Competencia (CNMC) con su multa a las industrias lácteas, ha
dejado aquel episodio relegado a la categoría de mera anécdota.
Como
sabrán, la CNMC ha impuesto multas por un importe total de 88,2
millones de euros a nueve empresas y dos asociaciones que operan en
el mercado lácteo y en dicha resolución, en la que entre otros
participó la ex-vicelehendakari Idoia Zenarruzabeitia, se reconocen
diferentes prácticas anticompetitivas que han perjudicada, grave y
continuadamente, a los ganaderos entre los años 2000 y 2013.
Esta
Resolución recoge que las prácticas ahora penadas, ya fueron
anteriormente denunciadas en ámbitos menores, prácticas como el
reparto del mercado de compra y recogida de leche entre las empresas
transformadoras impidiendo, o al menos,
dificultando que los ganaderos para
cambiar de comprador; la estrategia de acuerdo de precios de compras
con una coordinación aplicada
disciplinadamente por los jefes de compra y
las
estrategias coordinadas de presión al ganadero, con el fin de
reducir la cantidad de leche comprada a los ganaderos, lo que podía
desembocar en la pérdida de la cuota
láctea para el ganadero.
La
CNMC, como toda película de espías que se precie y por lo que se
recoge en el documento de 125 páginas, ha efectuado una serie de
inspecciones en los domicilios empresariales y del examen
de la información obtenida en las mismas
se deduce la existencia de indicios
racionales de la comisión, por parte de varias empresas, de una
infracción consistente en intercambios de información y/o acuerdos
para el reparto de mercado y la fijación de condiciones comerciales,
en el mercado de aprovisionamiento de leche de vaca. Es
decir, traduciendo al lenguaje popular, que dichas empresas acordaban
entre ellas cuando bajar el precio, en qué cuantía y que rutas de
recogida iba a efectuar cada una de ellas para que los ganaderos ni
se sublevasen ni se pusiesen farrucos. ¡Hasta ahí podíamos
llegar!.
Los
encuentros entre directivos o jefes de compra y los intercambios de
emails fueron continuos y en ellos se recogen los acuerdos alcanzados
entre todas las empresas, ahora bien, dejando bien claro que siempre
ha habido y habrá clases, la propia resolución de la CNMC recoge la
existencia de un grupo G-4 (LACTALIS/PULEVA,
DANONE, PASCUAL y CAPSA) que, a
similitud de lo que ocurre en el mundo con el G-8, que son los que
llevaban la batuta de la orquesta y
aunque suele decirse que la realidad supera la ficción, mi escasa
sesera, no me alcanza para captar lo que dice una de las empresas
cuando al preguntarles por los intercambios de precios, responde tan
majamente
aquello de que ese intercambio de
datos “ respondían únicamente a las
labores de inteligencia comercial”. Osea,
que algunas empresas cuentan con su propio CNI
o servicio de espías. En fin, que no somos nada.
En
este compadreo y reparto de rutas y ganaderos (incluso
llegando a cederse entre ellos algún que otro ganadero, a pesar de
su negativa) han participado casi todas las empresas que entre
ellas alcanzan el 80% de la leche pero conviene recordar (para que
los consumidores sepan la actuación de los dirigentes de la leche
que consumen) cuáles son las principalmente afectadas: Danone (23,2
millones); Corporación Alimentaria Peñasanta – Asturiana (21,8
millones); Grupo Lactalis – Lauki y President (11,6 millones);
Nestlé España (10,6 millones); Puleva Food (con 10,2 millones) y
Calidad Pascual (antes Grupo Leche Pascual), con 8,5 millones y que
otras cuantas (Leche Rio, Reny Picot, Feiraco, Leche Celta,
Forlactaria) si se han quedado sin ser empapeladas, no es porque no
estuviesen en la pomada sino porque la infracción ha prescrito.
No
obstante, quisiera reseñar al hilo del escándalo que una vez más
ha quedado claro que Euskadi es un país serio y que sus empresas y
cooperativas no han participado en este festín que las empresas se
han dado a cuenta de los ganaderos. Euskadi cuenta con una
estructuración láctea, a mi entender, modélica con una cooperativa
dominante, KAIKU, donde los ganaderos cuentan, y mucho, y además
esta cooperativa participa mayoritariamente en una empresa
transformadora, IPARLAT, donde la ética y sus objetivos en pro del
sector ganadero son su razón de ser y la guía de sus actuaciones en
el día a día. Por ello, no conviene que ni ganaderos (tanto los que
están dentro como los que siguen fuera) ni consumidores lo olviden
fácilmente.
Cuando
los principios se olvidan, cuando los ganaderos rehuyen de sus
responsabilidades cediendo en exceso el control de las empresas a
tecnócratas sin alma y los intereses de estos pocos dirigentes se
acaban por imponer frente a los de sus numerosos ganaderos de base,
ocurre lo que ocurre y muestra de ello es lo recogido en la
resolución, por lo que les tengo que admitir que no me ha extrañado
nada conocer que algunos ganaderos, asturianos por más señas, han
comenzado a pedir que rueden cabezas.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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