Los ojos chiribitas
El
rumor que circulaba estos últimos meses por cuadras, queserías y
montañas de nuestra tierra se ha confirmado al publicarse, en prensa
especializada en la industria agroalimentaria, que la quesera
Aldanondo de Salvatierra ha sido adquirida por la cooperativa navarra
Saiona. Mejor dicho, debiera matizar que la compra se limita a la
división industrial de Aldanondo, reservándose la familia, hasta
ahora única propietaria, el negocio de la división logística.
Nada
más arrancar con la megaplanta quesera de Salvatierra y atisbándose
los nubarrones que venían, una persona muy cercana a la familia, me
comentó que Aldanondo debía haberse limitado a su tarea logística
originaria, comprar queso a los pastores en la montaña y bajarlo a
la ciudad distribuyéndolo eficazmente por tiendas y demás
establecimientos, sin entrar en la faceta productiva, producción de
queso, cuestión en la que, según su opinión. no era especialista.
“Una
vez visto, todo el mundo es listo” dice el refrán pero parece que
a mi interlocutor no le faltaba parte de razón y menos aún, tal y
como he venido comentando en anteriores ocasiones, si tenemos en
cuenta que la faceta productiva está sobredimensionada con respecto,
ya no solo a la leche contratada por dicha empresa, si no con la
capacidad productiva del país.
Pues
bien, ahora nos encontramos que tras varios meses de agonía
financiera y de duras negociaciones con inversores y entidades
financieras es la cooperativa navarra Saiona, conformada por
ganaderos de vacuno, especialmente, y de ovino la que se ha hecho con
el control de la división industrial relegando a la familia a sus
orígenes con la división logistica, obviamente, no sólo de queso
si no de un amplio abanico de productos para establecimientos
comerciales y hosteleros.
Los
últimos años de la planta de Salvatierra están protagonizados por
abundantes casos de impagos a ganaderos de vacuno y pastores que
entregaban su leche a Aldanondo pero la realidad, por tozuda que sea,
al final se impone y ...
casi todos sus proveedores han ido bien
abandonando la actividad, aburridos de falsas promesas, de
sempiternos impagos y continuas moratorias, bien entregando su leche
a otras queserías industriales implantadas en el viejo reyno por lo
que, podemos afirmar que en estas dos últimas campañas los pastores
que dependían de Aldanondo eran, más bien, pocos.
Esperaremos
a ver cuál es el rumbo que marcan los nuevos dirigentes de la
plantay en qué medida afecta, para bien o para mal, al futuro de la
actividad ganadera vasca. Eso sí, los planteamientos productivos de
dicha cooperativa navarra conformando su proyecto en base a
macrogranjas (además de su granja de Caparroso con unas 5.000
cabezas, hace bien poco la prensa recogía sus planteamientos de
proyectar una macrogranja para 20.000 animales en mitad de Soria) me
hacen pensar que su brujula apunta hacia un proyecto quesero dirigido
a satisfacer las necesidades de alguna industria pizzera, queso
industrial para la marca de distribución y, ¿porqué no?, quizás,
envasando leche en brik para alguna empresa distribuidora.
Desde
luego que todos los proyectos son legítimos desde la óptica
empresarial pero, personalmente, estimo que desde la óptica
sectorial y político-administrativa, en el sector de la
agroalimentación se debiera ser más cautelosos ante proyectos
basados en macrogranjas o en macrofincas suministradoras de materia
prima y es por ello que, personalmente, independientemente del trato
que perciba la empresa antes mencionada, estimo que desde el sector
y las instancias políticas deben impulsarse, fomentar y ampararse
proyectos agroalimentarios sustentados en una ganadería familiar
distribuida a lo largo y ancho del país, gestora del territorio y
garantía de un anclaje de la población rural.
Observo,
con carácter general en todo el Estado, que a muchos responsables
políticos se les hacen los ojos chiribitas con determinados
proyectos macros sin caer en la cuenta que, a medio-largo plazo, van
en contra del modelo famililar que, teóricamente, defienden y que es
el que, mayoritariamente, el consumidor quiere.
¿Es
que alguién se cree que los vascos quieren comprar leche producida
en una macrogranja de 20.000 vacas en unas naves con una plantilla de
240 personas? Yo, personalmente, creo que no.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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