Lobos disfrazados de ovejas
Imagino la zozobra que albergará
a mis amigos brasileños de la CONTAG tras la victoria política de Bolsonaro.
Hace un par de semanas, en los pasillos de la FAO en Roma, su vicepresidente Alberto
Broch, me trasladaba la inquietud que les generaba la sola posibilidad de
imaginar la victoria de un personaje así al que definía, no como ultraderechista,
sino como, lisa y llanamente, fascista. Veremos en qué y cómo les afecta a los
millones de campesinos de este gigantesco país donde la agricultura tiene un
gran peso.
Más cerca, la zozobra ha llegado
a los numerosos ganaderos vascos que practican una ganadería extensiva o
semi-extensiva, combinando los pastos colindantes al caserío con los pastos
montanos, al conocer por la prensa que el Gobierno Vasco ha aceptado incluir el
lobo en el Catálogo de Especies Amenazadas de Fauna y Flora del País Vasco. Indagando
un poco en la inquietante noticia compruebo que no es que el Gobierno haya
incluido el lobo en dicho Catálogo sino que ha aceptado iniciar, tras un cierto
impass sin dar respuesta a la solicitud del Grupo Lobo, el trámite
administrativo que, finalmente, acabará con la inclusión, o no, del Lobo en
dicho Catálogo.
Como se imaginarán, las fuerzas
vivas del sector primario, e incluso las moribundas, están con los pelos como
escarpias ante semejante amenaza que se cierne sobre sus cabezas puesto que
ante el insistencialismo de este tipo de grupos ecologistas que campan a sus
anchas ante el pasotismo de unos muchos y la complicidad de otros, la sensación
reinante es que la sentencia está dictada y que una vez más, los ganaderos,
serán los paganos de una sociedad que disfruta y goza observando animales como
el lobo que, mal menor según ellos, hacen la puñeta a esta gente que se dedica
a gobernar su ganado, como afirman sus detractores, “tumbados a la bartola y forrados
a subvenciones”.
La mera inclusión en el Catálogo,
por muy inocente que parezca, conlleva pareja la aprobación de un plan de
gestión del bicho donde se asienten las bases para impulsar su pervivencia cuando
no, su crecimiento exponencial, por lo que se imaginarán que los ganaderos,
especialmente los pastores, están saltando de alegría imaginando que de aquí en
adelante, ojalá me confunda, deberán convivir con el lobo (además de con el
jabalí, con el corzo, con el buitre, con los perros sueltos, …) y vivir en una
pesadilla permanente además de aprender a dormir con un ojo abierto toda la
noche.
Les anticipo, lo tienen crudo.
Los que viven cómodamente en la ciudad y disfrutan los findes paseándose por el
monte son legión pero se permiten la licencia de dictar lo autorizado y los
prohibido en el monte “de todos” mientras que los que viven de su trabajo en el
monte son una minoría y además no cuentan con el respaldo ni social ni político
suficiente para darle la vuelta a la situación.
Los cómodos, más técnicos,
asesores, consultores, políticos de medio pelo y buenistas que pueblan nuestra
sociedad les dirán que deben aprender a convivir con la alimaña, que deben proveerse
de mastines, que el turismo de observación impulsará el desarrollo rural, que
los pocos daños ocasionados serán resarcidos con subvenciones y así, suma y sigue,
en una especie de rosario que los ganaderos deberán tragar, muy a su pesar, para
iniciar el camino descendente que nos lleva al abandono o hacia un modelo de
ganadería intensivo que, paradójicamente, tampoco quieren los previamente
citados.
En esas estamos cuando medio país
se alarma con las imágenes de unos pastores que rescatan su rebaño hundido en
la nieve en las estribaciones del Gorbea tras salir despavoridas por el ataque
de tres perros, como siempre, sueltos, propiedad de unos paseantes que,
seguramente, llevaban los perros sueltos para que se desfogasen en el monte que,
lamentablemente, consideran que es de todos.
Lo repito hasta la saciedad. El
monte privado, como dice el propio término, es propiedad de una persona-familia
determinada y por lo tanto, si usted quiere acceder o utilizar dichos terrenos
debiera contar con su autorización previa. El monte público, en su gran
mayoría, tiene unos gestores y a través de concesiones de uso, son utilizados
por ganaderos que, mayoritariamente, abonan el canon establecido por la
administración propietaria de dichos montes de utilidad pública, por lo que,
una vez más, si usted quiere acceder y/o hacer uso de esos montes, cuando
menos, debiera tener en cuenta que hay unos usuarios autorizados que viven de
la actividad ganadera.
Como ven, el monte, pero muy
especialmente, el mundo urbano se halla repleto de lobos disfrazados de
inocentes ovejas que van por delante con su discurso teórico de que están a
favor del mundo ganadero, del campo, de la práctica extensiva de la ganadería,
de la convivencia del ganado con otras faunas salvajes pero, en mi opinión, a estos
lobos se les ve rápida y fácilmente la temible patita de lobo que lo único que
busca es la aminoración, cuando no erradicación, del ganado en las montañas
para que la fauna salvaje campe a sus anchas. Sé que suena cruel pero, cada vez
estoy más convencido que es la cruda realidad.
Xabier Iraola Agirrezabala
Comentarios
por que si bien hay que controlar el nº d lobos,reduciendolo si es preciso,
las matanzas masivas entre el ganado
se producen por que cazadores matan al jefe de la manada de lobos y estps se desbocan
y ademas pqe no se els permite a los lobos tener su terreno
¿ o esta abogando por exterminar una especie ?