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Fuera de onda

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Soy uno de los millones de personas que se tragaron el debate a cuatro entre los candidatos a presidente del Gobierno español y lo mío tiene delito, pues tenía bien claro que en aquel debate poco, o nada, se iba a hablar de cosas que realmente me interesan, osea, Euskadi y la agricultura. Euskadi, desde que felizmente ETA paró la maquinaria, no cuenta apenas nada en el debate político estatal y por mucho que se empeñen los nacionalistas en presentarse a todos los sitios con “la agenda vasca” bajo el brazo, mucho me temo que los focos mediáticos apuntan en otra dirección. Por eso mismo, me llamó sobremanera la atención el desliz de Pablo Iglesias, desliz en cuanto que era un halago para un gobierno peneuvista del que despotrica un día sí y al otro también, cuando al hablar de políticas sociales afirmó que ellos quieren instaurar en España la renta básica que ya funciona en Euskadi. La agricultura, lamentablemente, una vez más, estuvo totalmente ausente del debate y si bien Pedr

Los nuevos catetos

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Hace dos años una señora donostiarra se me enfadó cuando, al reconocerme que no había estado nunca en Urnieta, localidad de aproximadamente 5.000 habitantes que se encuentra a escasos 10 km de la capital, le espeté, con esa ironía sangrante que me brota, la verdad sea dicha contadas ocasiones al año, con no poco retintín, la frasecita “señora, que el mundo no acaba en el Tunel de Amara”. Ese mismo año, para ahondar más mi úlcera, pude conocer guipuzcoanos que nunca habían estado en Arantzazu u vizcaínos que no sabían dónde está Azpeitia y caí en la cuenta que todavía convivimos con muchísima gente que no conoce ni dónde está Bedaio ni Armintza pero, eso sí, ha ido de compras a Londres o paseado su esbelta figura por las calles de Praga. Somos así de catetos, valoramos lo foráneo mientras despreciamos, o cuando menos minusvaloramos, lo propio pensando que eso está aquí y ya lo conoceré otro día. Todo esto viene a cuento de una iniciativa que la organización agraria

Fenomeno PARA-NADA-NORMAL

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  En los tiempos que corren ya nada es lo que era ni lo que parecía y corriendo el peligro de hablar como el abuelo cebolleta, creo reflejar el sentir de mucha gente de edad media que siente, sentimos, que el suelo se mueve bajo sus pies y que aquellas cosas que hasta ahora daban por asentadas y perpetuas se diluyen fruto de los continuos cambios que vivimos, acelerados aún más si cabe, con la aplicación de las nuevas tecnologías. Me explico, con tres ejemplos ilustrativos como son el de mi amigo Jesús que está haciendo el camino de Santiago por etapas, a trompicones, y cómo para volver a al lugar de inicio de la etapa a recoger su vehículo particular no recurre ni al autobús ni al taxi sino a Blabacar donde comparte coche con otros individuos a los que no conoce de nada; mi compañera de trabajo Ixiar recurre al servicio de intercambio de casas HomeforHome donde planifica sus vacaciones intercambiando su casa con la de otro individuos que tampoco conoce de antemano y final

La alergia de PHIL

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Esta última semana, personalmente hablando, ha sido bastante fastidiosa puesto que la dichosa alergia al polen me está dejando literalmente K.O., con una debilidad general qu eatontece mis huesos, los ojos llorosos y un dolor de cabeza que, tal y como dicen los de mi cuadrilla, dado el tamaño de la misma, es un dolor harto considerable. Pues bien, dicho lo anterior, espero que sepan ser condescendientes con mis desvaríos pero es que la última moda de los ayuntamientos de plantar tanto árbol floreado, moda que hace que este país parezca más Japon que Euskadi, me tiene con una flojera mental que sabrán tener en cuenta porque ahora, que yo también he comenzado a fomentar la empatía, les tengo que informar que esta semana he empatizado con el responsable foral de conformar el grupo de 300 representantes de la sociedad organizada que acudieron a Tabakalera al pomposo acto de presentación del proyecto ETORKIZUNA ERAIKIZ (Construyendo el futuro), al habérsele olvidado a dicho r

Políticos metemano

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Llevo meses escuchando tremebundas noticias sobre las negociaciones que las autoridades europeas y norteamericanas están manteniendo para crear una zona de libre comercio a ambos lados del atlántico. Como se podrán imaginar lo poco que conocemos, al menos en mi caso, es lo que venimos leyendo en diferentes medios que reproducen opiniones y filtraciones de parte, muchas de ellas interesadas pero también filtración de informaciones arrancadas a esos negociadores que trabajan en la penumbra y cuya verdadera faz nunca conoceremos porque no quieren ser reconocidos pero los detalles sobre los modos (reuniones secretas, imposibilidad de coger apuntes de los documentos, etc.) nos ponen los pelos de punta y lo que conocemos sobre el fondo, no menos importante que los modos, es bastante inquietante. Dicen los contrarios al acuerdo, archiconocido como TTIP, que los europeos perderemos todos los derechos sociales que venimos disfrutando, que nos veremos obligados a aceptar legislac

Empatizar, sí o sí

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En estos momentos donde el cambio, además de ser constante, es vertiginoso e imparable es harto frecuente encontrarte con personas y colectivos o gremios que no ven más allá de sus propias narices e incapaces de empatizar (ya perdonarán, pero acabo de aprender el significado de esta palabreja y ahora, venga o no a cuento, la utilizo) con el vecino, con el contricante, adversario y acercándome a mi campo, al consumidor final. Observo con tristeza cómo numerosos productores se lamentan continuamete, emulando a Calimero, que los consumidores no aprecian su producto, ni el trabajo que ejecutan y que, por el contrario, prefieren comer alimentos de peor calidad pero más “bonitos, cómodos y baratos” . Del mismo modo observo cómo técnicos sectoriales (incluyéndome a mí mismo como técnico de una organización agraria que soy) e investigadores trabajan más por asegurarse “carga de trabajo” (asimilando a la jerga sindical obrera) para sus centros sin preocuparse en exceso por la utilida

Amores que matan

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De pequeño,era bastante frecuente llegar con retraso a clase porque un buen grupo de nosotros nos distraíamos con el espectáculo que protagonizaba Nicolás, uno de los carniceros locales, al sacrificar alguna vaca en el matadero local; veaíamos el animal colgado de la cadena dentro del matadero puesto que la puerta estaba totalmente abierta y así, además del animal colgado, podíamos ver cómo las visceras se desparramaban por la acera. Como se podrán imaginar este espectáculo seria impensable en la actualidad en una sociedad tan habituada al celofán, al acero inoxidable y a la limpieza inmaculada y donde la gente espera que matemos los animales a besos. Por cierto, el matadero local, junto al centro escolar, cerró hace muchos años y en el pueblo, de los cuatro carniceros de aquellos entonces, Jexux, Venicia, Rosa y Nicolás sólo queda una única carnicería, la carnicería del hijo del último. Aunque lo que les cuento parezca el cuento del abuelo Cebolleta, les aseguro que es la rea