Empatizar, sí o sí
En estos momentos donde el cambio, además de ser constante, es
vertiginoso e imparable es harto frecuente encontrarte con personas y
colectivos o gremios que no ven más allá de sus propias narices e
incapaces de empatizar (ya perdonarán, pero acabo de aprender el
significado de esta palabreja y ahora, venga o no a cuento, la
utilizo) con el vecino, con el contricante, adversario y acercándome
a mi campo, al consumidor final.
Observo con tristeza cómo numerosos productores se lamentan
continuamete, emulando a Calimero, que los consumidores no aprecian
su producto, ni el trabajo que ejecutan y que, por el contrario,
prefieren comer alimentos de peor calidad pero más “bonitos,
cómodos y baratos” . Del mismo modo observo cómo técnicos
sectoriales (incluyéndome a mí mismo como técnico de una
organización agraria que soy) e investigadores trabajan más por
asegurarse “carga de trabajo” (asimilando a la jerga sindical
obrera) para sus centros sin preocuparse en exceso por la utilidad y
aplicabilidad de dichos trabajos en las personas productoras de la
base de la pirámide agroalimentaria. Igualmente, me quedo perplejo
ante los fabricantes y distribuidores que no son capaces de asumir la
situación real de los productores y que de tanto estrujarles, además
de dejar sin oxigeno la cadena alimentaria, se pueden quedar en un
futuro bien próximo, metafóricamente hablando, sin las gallinas que
ponen los huevos de oro que ellos utilizan, por no hablar de mis
queridos técnicos medioambientales, consultores de la cosa y
ecologistas que, pretendiendo defender el medio ambiente, están
hartando y constantemente haciendo la puñeta a esas personas que, al
fin y al cabo, son los únicos que viven con, de, por y para el medio
ambiente.
En esas estamos y así, ahora que tanto se lleva lo de la economía
circular, he llegado a la conclusión de que el ensimismamiento
reinante es la traslación práctica de la economía circular en un
sector donde el productor no es capaz de ver lo que el consumidor
quiere, el empresario y distribuidor agroalimentario no es capaz de
ver lo que el productor necesita para ilusionarse y continuar
adelante con ganas, los técnicos e investigadores no son y somos
capaces de desligar nuestras prioridades de las de la gente del campo
y finalmente, los naturalistas, ecologistas y demás fauna son
incapaces de que en el medio natural y rural nuestro, el único
animal verdaderamente es el animal de dos patas y una txapela en la
cabeza y el consumidor final es incapaz, por su parte, de asumir que
nadie da duros a cuatro pesetas y, menos áun, en las cuestiones del
comer.
Por ello, no deja de llamarme positivamente la atención que unos
productores y asociaciones sectoriales hayan decidido .....
....reunirse el
próximo día 25 con las investigadoras del centro tecnológico
AZTI-Tecnalia que han elaborado un estudio sobre las tendencias con
mayor impacto para la innovación alimentaria donde analizando y
oteando tendencias globales, la globalización imperante ha supuesto
la homogeneización de los gustos de los consumidores pero que,
gracias a Dios, dichas tendencias globales son interpretables y
expresadas en función del contexto, pensamiento y modo de ser local.
Conocer las tendencias de consumo más prometedoras del momento,
literalmente recogido de dicho estudio, es una valiosa guía que
puede ayudas a los profesionales (productores, elaboradores, pymes
agroalimentarias, etc.) a imaginar y desarrollar nuevos productos,
servicios y experiencias innovadoras y por ello es vital que nuestros
productores que hacen venta directa o semi-directa, pequeños
elaboradores de queso, yogur, cárnicos, txakoli, sidra, miel, etc
conozca lo que viene para detectar y aprovechar, en el momento
adecuado y a poder ser antes que los competidores, las oportunidades
de negocio que se están generando constantemente.
9 son las tendencias alimentarias que nos sugieren, las EATendencias
que ellas llaman, las que emergen o consolidan ahora y para los
próximos años y así, el estudio nos habla de una primera tendencia
con la alimentación efímera (flexibilidad del consumo, acceso
instantáneo, etc), para ir a una segunda con la alimentación a
conciencia (sostenibilidad, ética, impacto ambiental, etc.); una
tercera que habla de la salud personalizada donde su incidencia en el
estado saludable de todos nosotros es lo que primará, una cuarta
tendencia que es la alimentación a mi medida donde primará la
individualidad y el reforzamiento de nuestra propia identidad; una
quinta tendencia de alimentación simple e inteligentes qe faciliten
la vida del consumidor; una sexta donde lo local y el origen del
producto es lo que priorizan; una séptima que habla de la
alimentación como experiencia única y memorable; la octava
tendencia donde la alimentación avanza en la cultura participativa
para terminar con una novena tendencia donde las personas valoran que
se empatice con sus aspiraciones y necesidades como ser humano que
es.
Conocidas, aúnque sea de pasadillo, las tendencias del futuro, la
pregunta que me asalta es si nuestros productores y si nuestros
queseros, txakolineros, guindilleros, sidreros, etc. las conocen y
si efectúan la más que nunca necesaria reflexión interna en sus
explotaciones para saber hacia donde dirigirse y cuál es la
tendencia a la que se quieren apuntar.
Ya lo dijo Séneca, que listo era un rato, no hay viento favorable
para quien no sabe hacia donde navega. Pues eso, saquen conclusiones
antes de que sea demasiado tarde.
Xabier Iraola Agirrezabala
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